Por El Saltapatrás
Finalmente llegó el predecible día. El del fin a la aparente incertidumbre con que nos tuvo el presidente López Obrador respecto a su asistencia o no a la Cumbre de las Américas 2022, a la cual, con toda su potencial y amañada habilidad política, definió en último momento sin mostrarse presionado por los medios financiados contra la 4T,obligando al gobierno del país de las barras y las estrellas a que ellos mismos fueran los encargados de evidenciar su innegociable política de autoritarismo y obediencia al servicio de los intereses económicos y comerciales de los potentados, de los billetudos, de los de la marmaja choncha que respaldan el planteamiento de que aquel que no congenia con los valores de la democracia del neocapitalismo representan un obstáculo para el desarrollo de las soberanías y, además, abren paso a ideales dictatoriales. Y todo este show de habilidosos chantajes solo porque hay países que se ponen rejegos e insumisos.
Fue en la conferencia mañanera del pasado 6 junio que el presidente mexicano enfático anunció que no asistirá a lo que se ha convertido en una desazonada, deslucida y descafeinada cumbre en la que suelen reunirse los más complacientes y amansados mandatarios alineados a Washington. Dicha reunión se programó para llevarse a cabo del 6 al 10 de junio en la ciudad gabacha de Los Ángeles, a la que un contundente y determinado López Obrador anunció su inasistencia argumentando que no iba “porque no se invita a todos los países de América”.
Y es que desde que el gobierno de EU como anfitrión lanzó la invitación a las distintas naciones en busca de reunir a los mandatarios de los distintos países del continente no incluyó a Nicaragua, Cuba y Venezuela. Por lo que con la postura del de Macuspana, lejanos hace ver los días de aquella Cumbre Extraordinaria de Las Américas de 2002 celebrada en la ciudad regia de Monterrey, en la que el expresidente mexicano Vicente Fox, complaciente y zalamero a EU, dijera al entonces presidente de Cuba, Fidel Castro, palabras más palabras menos, aquella bochornosa petición de “comes y te vas”. Mostrando obediencia y fidelidad a la potencia del norte y menospreciando así las relaciones bilaterales con el país caribeño que, desde aquellos días, se encontraban fracturadas y distanciadas hasta la llegada de AMLO al poder.
Con lo acontecido el pasado 6 de junio, el actual gobierno de la 4T se ha mostrado decidido a tocar otro son, uno que hizo bailar incómodo al gobierno de Joe Biden, pues no solamente exhortó a la diplomacia del país vecino a hacer a un lado la hipocresía diplomática de siempre, sino en ser más claros en cuanto a su disposición y voluntad en lo que sería una verdadera apertura para el desarrollo de los pueblos de la región, o dicho de otro modo, a no andarse con rodeos ni simulaciones políticas que suelen buscar el boicot económico y la desestabilización de los gobiernos que luchan por una auténtica soberanía y que, históricamente, desde los siglos XIX, XX y hasta el presente XXI, tanto La Doctrina Monroe como las sanciones de veto y exclusión típicas de La Guerra Fría, han sido una constante en perjuicio de la América del Sur y el Caribe. En otras palabras, se les ha solicitado a los güeros de la manera más atenta, dejarse de patrañas y tratar los asuntos con la neta.
Para el presidente mexicano, la cumbre representaba la oportunidad de establecer soluciones concretas a problemas urgentes. Así lo dejó ver el mandatario al evidenciar el actuar y el considerable apoyo económico que EU destinó al conflicto en Ucrania. Pero, por otro lado, mostrándose indiferente a la crisis migratoria en centroamérica, renuente al establecimiento de acuerdos fronterizos adecuados, así como negado al no intervencionismo yanqui que por décadas ha afectado seriamente soberanías de pueblos latinoamericanos. Por lo que la negativa de Washington a no ceder a favor de una diplomacia menos gandalla hizo que el canciller Marcelo Ebrard fuera quien representará a México y sanseacabó. De este modo el duelo diplomático entre el Peje y el Tío Sam, por lo pronto, sirvió para que los opositores de AMLO planteen acaloradamente otra de tantas torpezas presidenciales que ―desde su perspectiva― conducen al retroceso y no sobre la influencia que la nada ingenua postura del de Macuspana proyecta hacia los mandatarios del resto de los países de la región. Algo que sin duda empieza a mostrar reacciones en una latinoamérica que vuelve a tener de gobiernos de izquierda. Y al darle a la cumbre un tratamiento de infructuosa el tabasqueño se mostró más pendiente del tiempo restante que le queda a su mandato, diciendo que todavía hay mucho por hacer, y advirtiendo que “en estos dos años, ¡agárrense!”