Por él Saltapatrás
En el mundo de los opositores de la 4T, según su dipsionario, institucionalizado por reconocidísimos intelectuales orgánicos aptos para informar desinformando, que aparecen en la TV abierta de las televisoras más macizas e influyentes, entienden por oposición lo siguiente: a la capacidad de disfrazar sus indomables frustraciones en un berrinchismo mediático que intentan hacer pasar por el análisis político más denso y elocuente(y que presumen ilustra como ninguno).Importándoles muy poco que encabecen el primer lugar al mérito anti-periodístico porque con el chayote, está más que visto, el desprestigio les resbala mejor. La vergüenza, como era de esperarse, no es el tipo de vocabulario que figure en el dipsionario de estos amantes de la desinformeshion.
Fue en los tiempos de las llamadas Reformas Estructurales del sexenio del telepresidente Peña, en que la capacidad analítica de estos comentócratas de las televisoras predominantes, mostraron más que nunca una especie de adormecimiento reflexivo y aletargado, más bien tullido, incapaz de denunciar que la nación era desmantelada a plena luz del día y ante la vista de todos (excepto antela suya); pero una vez que llegó la 4T, ¡el milagro se hizo!, y “El Mesías Tropical”, como ellos mismos llamaron al nacido en Macuspana, a su llegada, de pronto, les fue otorgada la viveza reflexiva que dormía dentro de ellos; y desde entonces, su análisis se afiló tanto que han advertido preocupados una serie de peligros a la vista: un comunismo a la mexicana, la instauración del socialismo, del marxismo, de una dictadura y hasta la casi reencarnación de Hitler en él.
Lo cierto es que a la clase empresarial más fiel al neoliberalismo radical, intolerante a que el Estado se entrometa y limite constitucionalmente su margen de maniobra para el saqueo, la impunidad y el privilegio de sultanes, parece habérsele agotado el repertorio desestabilizador (y el tiempo también), aunque talento no, porque han carecido de éste y ni con sus millones les ha alcanzado para ello. Y es que sus cartas fuertes han sido echadas sobre la mesa y no se antoja que las estrategias de juego estén surtiendo efecto. La clase política opositora por su parte, como soldados al servicio de las órdenes empresariales, han mantenido una participación conjunta, recurriendo a la conformación de grupos y subgrupos de toda clase, coaliciones, asociaciones civiles, así como financiando a pseudo manifestantes infiltrados para el disturbio y la división de opiniones entre los ciudadanos, todos, en coordinación, justificando su razón de ser por la “polarización” provocada por el dictador y hitleriano AMLO.
El recurso de las etiquetas y las descalificaciones crónicas por parte de la clase política, empresarial e intelectual opositoras, que han buscado caricaturizar la envestidura presidencial, acusándola de ser un peligro para México, no parecen comprender lo que sucede ni demostrar que se encuentran a la altura de los cambios que exigen los nuevos tiempos. La soberbia de su discurso los ha alejado, hasta el momento, de la capacidad de ofrecer un claro proyecto de nación que convenga al ciudadano de a pie, pues parecen seguir apostando a la vieja ingenuidad del electorado como vía para recuperar las riendas de la nación. Y es que la nula creatividad que demuestran, los lleva a pretender revivir los tiempos el todopoderoso Partido de Estado que alguna vez representaba el PRI, el que se servía pactando acuerdos de saqueo para burlarse del pueblo sexenio tras sexenio con cinismo e impunidad; días que difícilmente les tocará revivir a sus actuales afiliados.
Lo cierto es que la nueva conciencia social en materia política se hizo arisca y de una desconfianza más reflexiva, pues al electorado ya no se le puede engañar con la misma facilidad de antaño, porque a la dignidad ciudadana de hoy no es labor sencilla condicionarla con despensas, tortas ni frutsis; o en el “mejor” de los casos, organizando la invasión de predios baldíos y respaldando legalmente el paracaidismo clásico, esas viejas prácticas que continuaron por muchos años y que en la mayoría de los casos, era conformada por gente de provincia desplazada de sus lugares de origen a causa de la pobreza y la marginación, a quienes con el acarreo, se animaba a ir a las urnas para inflar los votos a cambio del anhelo por tener un pedazo de tierra en las periferias urbanas, donde fincaron esperanzas soñando iniciar una mejor vida lejos de sus pueblos. Es así que la oposición poco creativa, pareciera creer todavía en la anticuada eficacia de la fórmula: taranovelas, futbol, noticieros, películas de ficheras, Teletón, acarreo y en las telelavadas de cerebro como vía para recuperar y mantener el poder. Sumando a ello, además, torpes estrategias de conspiración a las que gustan llamar alianzas que, caraduras de la política derechista y de la clase empresarial, forman, abandonan o deshacen, transitando de un grupo a otro sin que les caliente el sol, dando la impresión de ser la causa principal que los divide aún más y los tiene navegando sin idea ni con un serio contrapeso político de respeto. Contrario a eso, pareciera que para la intranquila oposición la búsqueda de un revanchismo político no ha sido otra cosa que berrinches de una casta bien trajeada y elegante de ruco-juniors frustrados, recurriendo a alianzas desesperadas de tocho morocho y tuttifrutti para mantener su estilo de vida de hacendados y magnates.