Tercera Parte
Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
En la primera y en la segunda partes, no hay certeza alguna y lo pensado sobre lo escrito y lo redactado es que la alteridad inaceptable es un catálogo de perfiles más desfigurados que configurados desde los dibujos a lápiz (retratos) a los selfies retratados de los retratos humanos: lo arcaico tarda en descomponerse en lo moderno como en la oscura era digital que se vive en un país de sombras espectrales: el rostro sin cara en el yo soy otrorimbaudiano desollado.
Luis Villoro, De la libertad a la comunidad: “La comunidad no renuncia a la afirmación de la propia identidad personal. Por el contrario, intenta una vía distinta para descubrir el verdadero yo: la ruptura de la obsesión por sí mismo y la apertura a los otros, a lo otro. Sabe que cada quien se realizará con mayor plenitud si incluye entre sus fines contribuir al bien del todo al que decide libremente pertenecer.” Para lo que implica el rostro sin cara en el México de Ayotzinapa con los cuerpos desaparecidos, lo singular del yo y lo plural de los otros es que fueron y siguen siendo los mismos muchachos estudiantes normalistas que los padres y los hermanos tuvieron, criaron y educaron con una identidad y una pertenencia que aún los padres no las aceptan como desaparecidas de lo que se puede perfilar facial y corporalmente con la autoridad de esa alteridad inaceptable que se aplicó como carpetazo y como verdad histórica.
Siguen siendo en la comunidad de la familia y en la comunidad de escuela normal rural el muchacho desollado y los muchachos desaparecidos como la piel y la carne en el esqueleto sustentando por el movimiento orgánico de la vida. El yo soy otro es el nosotros somos Ayotzinapa, y ni siquiera alguien podría pensar que los muchachos puede que hayan sido unos poetas malditos del campo con sus plumas, lápices, libretas y libros en las mochilas cual Che Guevara en Bolivia, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en la montaña de Guerrero. Así de la adolescencia a la juventud del muchacho y los muchachos; uno muerto y los otros desaparecidos.
La comunidad, la identidad y la pertenencia, de manera innata y de nacencia, están confrontadas con la alteridad inaceptable más hoy que antes, porque si algo se aprende en el desarrollo, en los usos y en las costumbres es no aceptar de lo externo lo que no es en lo interno: la comunidad, fortalecida por la identidad y la pertenencia. Hace tiempo, años 70, a las comunidades indígenas, se les quiso integrar-incorporar al sistema de castellanización y/o la mexicanidad, por no decir, al Estado mexicano, no pudiéndolo hacer de forma completa pero sí complementariamente con el asistencialismo social y las acarreadas electorales, y tiempo después nos madrugaron con el año nuevo de 1994, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, recordándonos que vivían y estaban allí, en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, Año 2005, que, a la letra, se lee en los tres párrafos iniciales:
EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO.
SEXTA DECLARACIÓN DE LA SELVA LACANDONA.
“Ésta es nuestra palabra sencilla que busca tocar el corazón de la gente humilde y simple como nosotros, pero, también como nosotros, digna y rebelde. Ésta es nuestra palabra sencilla para contar de lo que ha sido nuestro paso y en donde estamos ahora, para explicar cómo vemos el mundo y nuestro país, para decir lo que pensamos hacer y cómo pensamos hacerlo, y para invitar a otras personas a que se caminan con nosotros en algo muy grande que se llama México y algo más grande que se llama mundo. Esta es nuestra palabra sencilla para dar cuenta a todos los corazones que son honestos y nobles, de lo que queremos en México y el mundo. Ésta es nuestra palabra sencilla, porque es nuestra idea el llamar a quienes son como nosotros y unirnos a ellos, en todas partes donde viven y luchan
I.- DE LO QUE SOMOS.
Nosotros somos los zapatistas del EZLN, aunque también nos dicen “neo zapatistas”. Bueno, pues nosotros los zapatistas del EZLN nos levantamos en armas en enero de 1994 porque vimos que ya está bueno de tantas maldades que hacen los poderosos, que sólo nos humillan, nos roban, nos encarcelan y nos matan, y nada que nadie dice ni hace nada. Por eso nosotros dijimos que “¡Ya Basta!”, o sea que ya no vamos a permitir que nos hacen menos y nos traten peor que como animales. Y entonces, también dijimos que queremos la democracia, la libertad y la justicia para todos los mexicanos, aunque más bien nos concentramos en los pueblos indios. Porque resulta que nosotros del EZLN somos casi todos puros indígenas de acá de Chiapas, pero no queremos luchar sólo por su bien de nosotros o sólo por el bien de los indígenas de Chiapas, o sólo por los pueblos indios de México, sino que queremos luchar junto con todos los que son gente humilde y simple como nosotros y que tienen gran necesidad y que sufren la explotación y los robos de los ricos y sus malos gobiernos aquí en nuestro México y en otros países del mundo.
Y entonces nuestra pequeña historia es que nos cansamos de la explotación que nos hacían los poderosos y pues nos organizamos para defendernos y para luchar por la justicia. Al principio no somos muchos, apenas unos cuantos andamos de un lado a otro, hablando y escuchando a otras personas como nosotros. Eso hicimos muchos años y lo hicimos en secreto, o sea sin hacer bulla. O sea que juntamos nuestra fuerza en silencio. Tardamos como 10 años así, y ya luego pues nos crecimos y pues ya éramos muchos miles. Entonces nos preparamos bien con la política y las armas y de repente, cuando los ricos están echando fiesta de año nuevo, pues les caímos en sus ciudades y ahí nomás las tomamos, y les dejamos dicho a todos que aquí estamos, que nos tienen que tomar en cuenta. Y entonces pues que los ricos se dieron su buena espantada y nos mandaron a sus grandes ejércitos para acabarnos, como de por sí hacen siempre que los explotados se rebelan, que los mandan acabar a todos. Pero nada que nos acabaron, porque nosotros nos preparamos muy bien antes de la guerra y nos hicimos fuertes en nuestras montañas. Y ahí andaban los ejércitos buscándonos y echándonos sus bombas y balas, y ya estaban haciendo sus planes de que de una vez matan a todos los indígenas porque bien no saben quién es zapatista y quién no es. Y nosotros corriendo y combatiendo, combatiendo y corriendo, como de por sí hicieron nuestros antepasados. Sin entregarnos, sin rendimos, sin derrotarnos”.
En el como de por sí hicieron nuestros antepasados, está lo que después Luis Villoro abonó en De la libertad en la comunidad, cultivándola en lo fértil y en lo fuerte que es en esencia y en sí misma la comunidad indígena, y aunque sea filosóficamente algo exagerado de mi parte, es la esencialidad de y para sí misma abajo en la tierra, en medio del cielo y arriba en el mundo como metáfora terrenal, celeste y cósmica de lo que es propio y colectivo en una cosmogonía bajada del mundo a través del cielo y ponerla cultivada y cosechada sobre la tierra: un árbol frutal que dé ramas, hojas y palabras, dejando las armas para cuando sean necesarias y echar mano de las artes-herramientas para bregar-barbechar-sembrar en los surcos del campo, es a lo que más la comunidad indígena vive para ser libertad, identidad y pertenencia sin la imposición del autoritarismo del Estado mexicano, liberándose de la alteridad inaceptable del poder que ha subyugado y explotado al sujeto humano en su condición humana de ser humano indígena y campesino, porque en la vida de la comunidad indígena a lo que se aspira es a respirar la vida en la parte fecunda y creativa que es la naturaleza de la tierra.
Si la alteridad inaceptable es lo externo a lo interno de la comunidad indígena-campesina, es desde adentro como se confronta a la externalidad de la alteridad inaceptable porque de todas las intenciones de ella ninguna es para beneficio de lo que en la internalidad de la comunidad es integridad, y no fragmentariedad, y siendo como son de verticales las intenciones, las respuestas de la comunidad son verticales: el mundo-el cielo-la tierra más también los son horizontales: la tierra-el cielo-el mundo: la cosmogonía de los pensamientos, las palabras, los actos y los hechos indígenas y campesinos: La Realidad-Los Caracoles.
Con la venia de Luis Villoro y de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, Puerca Tierra del gentil hombre que es John Berger, ha venido y devenido siendo la realidad histórica, política, económica y sociocultural del campesino europeo, su desaparición de la Europa rural que, sin el afán de plagiar y sí de citar, va lo que siempre se cita de Puerca Tierra por ser y hacerse la apología de la destrucción o la refundación del campo con un campesino de Van Gogh en medio de un cuadro trazado por el sol y la tierra que ara, siembra y cosecha:
“La agricultura no requiere necesariamente la existencia de campesinos. (…) Los planificadores económicos de la CEE prevén la eliminación sistemática del campesinado para final del siglo XX, Por razones de orden político no utilizan la palabra eliminación sino el término modernización. La presión económica, imprescindible para el desarrollo de este plan, la proporciona la caída del valor en el mercado de los productos agrícolas. Un campesino intacto era la única clase social con una resistencia interna hacia el consumismo. Desintegrando las sociedades campesinas se amplía el mercado. Nadie en su sano juicio puede defender la conservación y mantenimiento del modo de vida tradicional del campesinado. El hacerlo equivaldría a decir que los campesinos deben seguir siendo explotados y que deben de seguir llevando unas vidas en las cuales el peso del trabajo físico es a menudo devastador y siempre opresivo (…). Sin embargo, despachar la experiencia campesina como algo que pertenece al pasado y es irrelevante para la vida moderna (…) es negar el valor de demasiada historia y de demasiadas vidas. El papel histórico del capitalismo es destruir la historia, cortar todo vínculo con el pasado y orientar todos los esfuerzos y toda la imaginación hacia lo que está a punto de ocurrir. Por eso el capital, para expandir la práctica del consumismo, ha prestado su lógica para la categorización como atrasados (es decir, portadores del estigma y la vergüenza del pasado) de aquellos a quienes el propio sistema se encarga de empobrecer”.
Es así como la alteridad inaceptable por otros medios tiende y se extiende, se expande y se explosiona de lo ancestral-prehistórico a lo antiguo-histórico, de lo arcaico rural a lo moderno urbano haciendo de la aldea global-la globalización de la industrialización mediante la desruralización y llegar a las avenidas del consumismo, y por qué no, del consumirse a sí mismo, del yordismo al individualismo, lo máximo del pensamiento estúpido como único, el enmudecimiento de la palabra, el acto fallido y el hecho consumado en la plenitud de la vaciedad humana.
La alteridad, la identidad y la pertenencia por sus propios medios en el ser y en el hacer comunitarios de la vida campesina está en el entorno de y sobre la tierra, el suelo y la sangre, la siembra y la cosecha: el ciclo de la vida humana y terrenal con las artes y las herramientas del trabajo en la extensión de los brazos a las manos, de la feracidad a la asperacidad, de la callosidad a la fertilidad con el sol, la luna y el agua: las milpas ondeantes como estanques en ondas vegetales en un espejo verde en movimiento como reflejo de la tierra al cielo como en los pensamientos, las palabras, los actos y los hechos en los suplementos y en los complementos naturales y orgánicos con el riesgo de la alteridad inaceptable en los suplementos y los complementos transgénicos.
En Las semillas del tiempo, Fredric Jameson, de la ruralidad a la desruralización, expone:
“Vista así, la desmitificación en el período contemporáneo tiene su propia y secreta ‘astucia de la historia’, su propia función interior y su misión oculta en la historia universal; al saber, destruir las sociedades tradicionales (no solamente la Iglesia y las viejas aristocracias, sino, sobre todo, los campesinos y sus modos de producción agrícola, sus tierras comunales, sus pueblos) y dejar el globo bien barrido y limpio para las manipulaciones de las grandes transnacionales: para preparar un presente puramente ‘fungible’ en el cual el espacio y las psiques puedan por igual ser procesados y rehechos a voluntad, con una ‘flexibilidad’ que apenas estaría al alcance de la creatividad con que los ideólogos acuñan afanosamente nuevos y brillantes adjetivos con los que describir las potencialidades del ‘pos-fordismo.”
Puestos así el yo-rdismo y el post-fordismo tan actuales y contemporáneos en los tiempos de siembra y cosecha de lo temporal-espacial-cíclicos, la vida campesina es poética en cuanto a su creación mas es doblemente dura y realista de la ruralidad a la desruralidad en su medio y contexto de producción agrícola a través del endeudamiento económico a la explotación transgenizadora de sus medios de subsistencia alimentaria y social de lo que es la fungibilidad y la obsolescencia de la vida campesina como tal, natural y orgánica, quedando la puerca tierra preñada con las semillas del tiempo con los vertederos industriales y los desarrollos inmobiliarios turísticos.