Segunda Parte
Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
Ha sido más posible que imposible con la alteridad inaceptable, vista y sentida, a quince años del siglo xx en el siglo xxi, México, en la totalidad y en la territorialidad nacionales, separado y focalizado, por la causa perdida, de la guerra contra el narco-tráfico con el consabido Estado fallido, y si no, pues sí, con lo de los estados ingobernables por fallidos. Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, por las características ancestrales, indígenas-campesinas, están en conflicto con el Estado mexicano, vulnerados por la imposición caciquil de los gobiernos estatales y la presencia policiaca-militar, la represión y los crímenes contra líderes sociales y civiles desde hace tiempo y que se han transformado en historias políticas y sociales aparte, reempiezan-a-reconsiderar la identidad y la pertenencia como parte de la alteridad inaceptable que les han impuesto, en acuerdo o en desacuerdo, en integrismos socioculturales de proyectos nacionales en progreso y en modernidad; Chiapas, con el Ya Basta indígena-campesino zapatista, en el primer día del año 1994, se levantó en armas y se negó a los espejitos del primer mundo porque bien valía morir y sobrevivir a lo que Luis Villoro sintetizaría posterior y textualmente: “En la persistencia de un pasado propio pretende un pueblo verse a sí mismo”, pues no habiendo otra vía más que la armada, el EZLN, fue el reservorio ancestral y cosmogónico de las palabras que luego sustituyeron las armas para una defensa a reserva para lo que aun hoy es la guerra de baja intensidad en Los Caracoles Zapatistas.
Lo que corresponde, correlacionalmente, a la inaceptable alteridad, el Estado mexicano, siempre ha gobernado autoritaria y paternalmente, y la inaceptable alteridad nunca ha podido ser nacionalmente coherente, congruente y consecuentemente con el antiguo mexicano ante el moderno mexicano por la vía de la gringo-globalización y la multi-culturización, que habiendo influenciado desde la clase media a la clase alta, pareciera que las clases sociales, ofsecondhand, flotaran sobre la pobreza y se mantuvieran sometidas a la riqueza de unos pocos contra los demasiados frustrados que no hayan dónde la pertenencia y la identidad, no faltando los desadaptados sociales porque se han transformado en desempleados laborables. Lo que confirma la inaceptable alteridad es que de la manera en que se quiera imponer no da más que para la gringoglobalización y la multiculturización cuando existe en el mexicano moderno una confusión solamente satisfecha con lo que tiene y no con lo que es y en donde, la antropología cultural y la psicología social, no alcanzan para la pertenencia y la identidad y enseñando el cobre la raza de bronce con sus espejitos de teléfonos celulares cuando viajan, de noche, en el transporte público y se alumbran con la luz de las pantallas, no sin antes hacer filas en los Oxxo por veinte pesos, pudiéndose exagerar en decir que los Oxxo son los soles cósmicos donde el mexicano moderno se carga y se recarga de energía portátil, viajante y caminante, además, de ser y hacerse un ente iluminado y solitariamente incomunicado.
La alteridad inaceptable de los mexicanos en el país de sombras espectrales, sin dejar el pasado tiene(n) ante sí mismo(s) una doble significación en el presente: la negación y la confirmación de la alteridad como algo inaceptable y aceptable, principalmente, en lo sociocultural, que no es privativo de los mexicanos y es evidente en los europeos cuando los emigrantes latinoamericanos en España, los árabes en Francia y los sudafricanos en Italia: las-hordas de los-otros siempre ha sido los bárbaros tercermundistas versus los civilizados primermundistas, imponiéndose la alteridad inaceptable como ayuda en crisis humanitarias, haciendo de los éxodos campos de reservación o de concentración para que no se altere la inaceptable alteridad de los-otros que vienen de afuera con los-nosotros de adentro.
La inaceptable alteridad sí funciona en el ente de hacer mas no en el ente de ser porque hay una pertenencia y una identidad que se resisten socioculturalmente, y cuando las situaciones no son favorables las imposiciones del integrismo sociocultural actúan con los persuasores de lo que se transmite en lo inaceptable y en lo aceptable de la alteridad sociocultural: los mexicanos no somos ciudadanos del mundo, porque escasa y socialmente los somos en el nuestro. La autonomía es posible en el antiguo mexicano actual que la autonomía en el moderno mexicano contemporáneo, en tanto, la inaceptable alteridad es más impuesta al segundo que al primero porque en la primigeinidad del primero no se ha roto la ancestralidad y en el segundo hace tiempo que se rompió la ancestralidad por la modernidad, mientras que para el primero es la actualidad del pasado en el presente y en el segundo es la contemporaneidad del presente hacia el futuro, el antiguo mexicano actual ha recobrado su pasado, el moderno mexicano lo ha extraviado en el presente.
La modernidad como la inaceptable alteridad funciona en el presente como un dispositivo que al ser oprimido -detona- a la tecnociencia con los instrumentos para transformar a la realidad en la virtualidad, estando al alcance del moderno mexicano y no para el mexicano antiguo, el cual no teniendo más que las artes y las herramientas las ha utilizado para transformar la realidad en un entorno natural, comunitario y social, donde la alteridad es connatural, espiritual-intangible y material-tangible. Si no se confundiera tanto la alteridad con la modernidad, por lo que quien esto escribe, porque la modernidad jerarquiza los perfiles y los roles sociales hoy más que nunca con el individualismo, y en la alteridad se definen los perfiles y los roles sociales comunitarios del colectivismo. La modernidad ha de-venido atentando e impactando contra el entorno natural de la naturaleza, homogeneidad y uniformidad a la orden en catálogos de conductas y modas, el reciclamiento de lo usado y desechado, la comunicación y la relación humanas incomunicadas, y el pensamiento único en la totalidad de las palabras, los actos y los hechos humanos.
La alteridad y la identidad son dos gramáticas del mismo ser humano en la condición humana, y lo que las articula es la conciencia y el lenguaje del conocimiento y el saber, siempre en la dualidad y en la ambigüedad de ser y de hacer con la condición social de la pertenencia como un arraigo y un desarraigo cuando se trata de España (españoles-conquistadores) y México (aztecas-conquistados) y el siguiente ejemplo tan antiguo como moderno: Palestina-árabes e Israel-judíos), donde el origen es desarraigado mediante la partición-la separación de la alteridad colonizante y la identidad-colonizada, territorial y religiosamente, a fuego y sangre, por aquello de “la tierra prometida.” Luis Villoro Sobre la identidad de los pueblosexpone: La búsqueda de la propia identidad abre una alternativa: Una opción es el retorno a una tradición propia, el repudio del cambio, el refugio en el inmovilismo, la renovación de los valores antiguos, el rechazo de la ‘modernidad’: es la solución los movimientos ‘integristas’ o ‘tradicionalistas’. La otra alternativa es la construcción de una nueva construcción de una nueva representación de sí mismo, en que pudiera integrarse lo que una comunidad ha sido con lo que proyecta ser. En este segundo caso, la elección de cambio exige, con mayor urgencia aun, la definición de una identidad propia. En la primera opción la imagen de sí mismo representa un haber fijo, heredado de los antepasados; en la segunda trata, trata de descubrirse en una integración de lo que somos con lo que proyectamos ser. Una y otra opción corresponden a dos vías diferentes de enfrentar el problema de la identidad.”
La alteridad, a solas, y aceptable a todo modo es pasar del rancho al internet, del campo a la ciudad, del orden al caos, de lo analógico a lo digital, del alfabeto orgánico al internet digital, del analfabetismo funcional al analfabetismo digital, de lo orgánico a lo transgénico, del cambio climático a la climatización de las zonas de confort, de la industrialización-la serialización de la tecnociencia portátil de la obsolescencia que, para la mirificación y la milagrería de la alteridad consumista, tendrá que estar la inteligencia artificial, y no, en la inteligencia orgánica. La alteridad si no es la alternativa y la alternancia que tanto se publipropagandiza desde el poder político y económico, sea de un gobierno y de una iniciativa privada, los cuales tienen que ver con eso de un proyecto de nación cada vez y sexenalmente que el partido político preponderante es sustituido por un partido político alternante, la alternancia-la alternativa, son partes de una alteridad dominante de la alteridad inaceptable y de la dominancia en la hegemonía social, de la globalización económica y la ignominia humana.
La alteridad inaceptable, la modernidad y la identidad es posible que no funcionen o que sí funcionen de otra manera para El capitalismo de lujo de Gilles Lipovetsky y para El capitalismo funeral de Vicente Verdú, y lo que para Luis Villoro es adentrarse en el Estado plural, pluralidad cultural en México, un país de y en sombras espectrales donde aún el yelmo y el penacho sobre las cabezas pesan lo que las baratijas y las piezas de oro pesen desde la prehispanidad hasta la actualidad, Los Zetas decapitaron cabezas a diestra y siniestramente, Los caballeros templarios asolaron los corazones de las plazas públicas, y, Los guerreros unidos enfosaron las memorias de los muertos y los desaparecidos, mientras que el Estado mexicano, forjado desde las escalinatas de las pirámides, de los escalones en los palacios y de los elevadores en los edificios, sigue siendo posible que en las grutas, en las catacumbas y en los sótanos perviva la alteridad inaceptable en un inframundo que es el mundano mundo en medio de cielo y sobre la tierra.