Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
En Política para perplejos, Daniel Innerarity, apunta:
“Vivimos en una época de incertidumbre. En sociedades anteriores a la nuestra, los seres humanos han vivido con un futuro tal vez más sombrío, pero la estabilidad de sus condiciones vitales -por muy negativas que fueran- les permitía pensar que el porvenir no les iba a deparar demasiadas sorpresas. Podían pasar hambre y sufrir la opresión, pero no estaban perplejos. La perplejidad es una situación propia de sociedades en las que el horizonte de lo posible se ha abierto tanto que nuestros cálculos acerca del futuro son especialmente inciertos. El siglo xxi se estrenó con la convulsión de la crisis económica, que produjo oleadas de indignación pero no ocasionó una especial perplejidad; contribuyó incluso a reafirmar nuestras principales orientaciones: quiénes eran los malvados y quiénes éramos los buenos, por ejemplo. El mundo se volvió a categorizar con nitidez entre perdedores y ganadores, entre la gente y la casta, entre quién manda y quién padece a los que mandan, al tiempo que las responsabilidades eran asignadas con relativa seguridad. Pero el actual paisaje político se ha llenado de una decepción generalizada que ya no se refiere a algo concreto sino a una situación en general. Y ya sabemos que cuando el malestar se vuelve difuso provoca perplejidad. Nos irrita un estado de cosas que no puede contar con nuestra aprobación, pero todavía más no saber cómo identificar ese malestar, a quien hacerle culpable de ello y a quién confiar el cambio de dicha situación”.
Los proyectos, los planes y los pactos por México, son las propuestas y las respuestas que en 30 años del siglo xxi se han pospuesto y repuesto sin más ideología que el control y la manipulación mediática y fáctica del presidencialismo prianista-morenista, de unos hombres y de una mujer, en que todos los mexicanos en el poder, a todo modo, nos ha tocado vivir, sobrevivir, morir y desaparecer con mandarnos-obedeciendo más a la conveniencia que a la convicción, más en la cantidad que en la calidad, más en la necedad que en la necesidad, calculando en el cinismo y en el egoísmo ético como en la indiferencia y en la indolencia moral del bienestar social, más de los propios que de los ajenos en la transferencia directa de un gobierno rico a un pueblo pobre, en la salud y en la educación -transformadas- a la miserabilidad del poder político, económico, social y cultural desde el ejecutivo, el legislativo y el judicial, dispersando la verdad, la ley y la justicia con el no mentir, no robar y no traicionar a los vivos, los muertos, los feminicidios y los desaparecidos, que, si no son el malestar sobrehumanamente inhumano para que la mayoría calificada y la supremacía constitucional reaccionen-reaccionariamente iliberales, autoritarias y conservadoras desde la hegemonía en que la corrupción y la impunidad son más virtuosas que virtuales, en que la violencia y la criminalidad son más llevaderas por encargo que por cargo, porque el cargo de conciencia no violenta política y criminalmente a los mexicanos, externamente por lo interiormente, lo arancelario y lo carcelario, lo inmigrante y lo narcosicario.
Si el Estado-Yo Claudia está por encima de lo superficial hacia el vacío de lo profundo, lo emergente es lo urgente con la violencia y la criminalidad del narcosicariato insurgente, la corrupción y la impunidad contra el crecimiento económico, el PIB y la prosperidad compartida deficitarios con un presupuesto federal para abonar a las obras del pasado reciente y restar a las obras del presente con la ambición presidencial en un Plan México financieramente sometido más a la dependencia que a la independencia de la soberana soberanía y la segura seguridad, la falsa identidad y pertenencia a una izquierda, por la derecha, cínicamente ética e hipócrita moralmente irresponsable a todo modo, con el poder, frente a la ultraderecha radical de la Democrazy-Made in Trump, a excepción, de que la mejor política exterior es la interior con el inexistente Estado de Derecho y los Derechos Humanos, haber-a ver qué pasa entre la supremacía constitucional morena y la supremacía blanca bajo una tormenta de lodo, mierda y sangre, pues, las últimas y las primeras noticias, falsas o verdaderas, son:
“En los últimos años, al viajar por América Latina, los visitantes escucharon el mismo estribillo: Washington no está prestando suficiente atención a la región. Los líderes empresariales, académicos y políticos tanto de izquierda como de derecha coincidieron en que Estados Unidos carecía de una estrategia clara de compromiso y estaba perdiendo influencia y oportunidades económicas, especialmente frente a China. Este tipo de discurso no es nuevo. Un artículo de 1973 en Foreign Affairs advertía que “Estados Unidos no tiene una política latinoamericana, salvo una de negligencia benigna”. Pero estos lamentos parecieron alcanzar su punto álgido durante la administración Biden”.
Lo que para Trump son los lamentos, para la América Mexicana y la América Latinason la incertidumbre y la perplejidad.