Por Atilio Borón
Fuentes: http://www.cubadebate.cu
Hace ocho años Fidel partió en un nuevo viaje. Nos dejaba pero ya había alistado sus pertrechos para acompañarnos para siempre, für ewig, como gustaba decir a Gramsci.
El futuro seguirá teniendo al Comandante como protagonista por su ejemplaridad como líder revolucionario y antiimperialista, como dirigente popular, por su inquebrantable fe en el socialismo como el camino, el único camino, que conduce a la emancipación humana y a la liberación nacional. Y, también por su inmensa sabiduría política.
Fue precisamente ésta la que le hizo decir, tan tempranamente como en 1992, que “la próxima guerra en Europa será entre Rusia y el fascismo, excepto que al fascismo se le llamará Democracia”. Frase profética pronunciada en momentos en que se había derrumbado la Unión Soviética, y cuando los intelectuales de la derecha (y algunos de la izquierda colonial) cantaban loas al advenimiento del “nuevo siglo americano” y la entronización del unipolarismo estadounidense que aseguraría la paz universal mediante el tan socorrido “orden mundial basado en reglas”.
Más que eso: cuando todo el mundo repetía las absurdas letanías de Francis Fukuyama: “el fin de la historia y el triunfo del capitalismo y la democracia liberal”, Fidel ponía las cosas en su justo sitio y ya avizoraba la crisis de las democracias burguesas convertidas en escandalosas plutocracias y el renacimiento del fascismo.
Nadie, salvo él, creía que Rusia reaparecería con fuerza en la escena internacional y que, ante esa eventualidad, el imperio y sus vasallos noratlánticos nucleados en la OTAN se lanzarían con toda su fuerza para cumplir su designio de fragmentar al inmenso territorio ruso en diez o quince estados independientes, como poco después lo harían con la ex Yugoslavia, que hoy alberga a seis países distintos aparte del enclave norteamericano de Kosovo.
Fidel entrevió todo esto porque veía más lejos y más hondo que nadie. Por eso pudo anticipar la tragedia que hoy abruma a la humanidad, cuando por la barbarie y la ferocidad de un imperio en descomposición y la cobardía y estupidez de la dirigencia europea, dispuesta a inmolarse en beneficio del supuesto líder del mundo libre, empuja a la humanidad al borde de un holocausto nuclear.
(Tomado del blog del autor)