Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
Después de todos y de todo, la vida-esta no ha sido ni es tan mala con la vida-otra, en el país de las sombras espectrales, con un Pedro Páramo renovado,espectral y cinematográficamente, textual y dialogal, a la letra, y cuando uno ha sido y es lector de la obra literaria rulfiana se está más del lado de Juan Rulfo escritor y fotógrafo, y con la recreación seria y comprometida (de y en)la novela, Rodrigo Pietro, director-cinefotógrafo,reconstruye una paleoescritura y lectura cinematográfica del México profundo, sin alegorías del mexican curios prohollywoodense, en tiempos de crisis con el y la tameme del Temec.
La originalidad y la autenticidad de la novela, nunca ha necesitado de las interpretaciones visuales como en la cinematografía que le han agregado sucedáneamente como en la apropiación autoral del director, y no, del escritor que es Rulfo, por más que se le haya puesto la actuación de un Rulfo, o un Gavin o un Ojeda, porque el cuerpo y la sombra de Pedro y el Páramo son la originalidad y la autenticidad de la relación intrínseca de lo animado y lo inanimado en un ser que es un tal Pedro Páramo, sin más identificación que un rostro pétreo y una cara pétrea que se parecen y se desaparecen sobre y bajo una lápida de polvo, a quien, algunos de nosotros, hemos estado buscando para reclamarle el abandono en que a todos nosotros nos ha dejado entre El despojo, La Fórmula secretay El llano en llamas.
Pedro Páramo es la soledad por sí solo en la orfandad del amor que lo ha abandonado y se ha agarrado del odio más resentido con el rencor vivo por todo y para todos, porque para eso es el poder: para tenerlo todo contra todos.
El Pedro Páramo que uno relee es la poeisis de la novela, lo que para Platón es “la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser”, crearse y hacerse un ser con el rostro de la cara y el cuerpo en un montón de piedras con un lenguaje de piedras arrastradas por las corrientes del tiempo y del espacio extemporáneos y fragmentados a una trama-urdimbre en murmullos que son las voces y los silencios, los ecos y los roquedales, las sombras y las animas de los cuerpos espectrales, dentro y fuera, de un pueblo-un cementerio en vilo, en velo y en duelo en el país de las sombras espectrales, donde Pedro Páramo es la memoria, el corazón y los huesos cardios de Juan Rulfo.