Por Albino Prada
Fuentes: https://www.sinpermiso.info
En el siglo pasado fue un tópico referir la obesidad como un signo de alto estatus social (clérigos, militares, diputados, capitalistas, …) mientras que los individuos de las clases bajas y trabajadoras estaban muy por debajo del peso medio de aquellas. Sin embargo, en la actualidad la obesidad se está convirtiendo en un grave problema de salud pública y morbilidad para las clases de menor poder adquisitivo.
Tal inversión se ve facilitada por el hecho de que la alimentación más rica en proteínas animales o vegetales es cada día que pasa mucho más cara que la que favorece la obesidad (grasas e hidratos de carbono). La llamada comida basura es mucho más barata que una alimentación más saludable y menos favorecedora del sobrepeso. De manera que la pobreza alimentaria estaría detrás de la desigual obesidad y de las muchas morbilidades asociadas. A ello podría añadirse que el tiempo y las condiciones para un ocio saludable, frente al sedentarismo, son más accesibles a las clases altas que a las trabajadoras.
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En una primera aproximación muy agregada a escala de países de la Unión Europea (datos Eurostat) la obesidad media de sus ciudadanos se observa que es menor en los países de mayor nivel medio de ingresos. Pues en todos ellos, menos Alemania e Islandia, el porcentaje de obesos se sitúa por debajo del 17 %. Mientras que, al revés, los países con menores niveles medios de ingresos se agrupan por encima de dicho porcentaje. Pero sobre este rasgo estilizado no es menos cierto que las anomalías existen. Por citar un ejemplo extremo Rumanía marca el extremo de menor obesidad de la UE (un 10%) siendo un país de renta media relativa muy baja, mientras que Hungría marca el máximo (24%) con un nivel medio de ingresos muy similar al de Rumanía.
De manera que debemos analizar lo que sucede dentro de cada país en función del nivel de renta de sus ciudadanos para comprobar si aquella inversión a escala de países, aun existiendo, se puede ver desdibujada por factores culturales o históricos diversos. Datos que también ofrece Eurostat. Los casos de España con una obesidad media (15%) y de Alemania con una obesidad (18%) y nivel de ingresos alto parecen ser potencialmente de interés en ese sentido. Los recogemos en el siguiente recuadro.
Como vemos se comprueba en este caso aquella inversión por partida doble. Pues en ambos países los niveles más bajos de renta (tres primeros quintiles sombreados en rojo) superan la obesidad media de la población, mientras que los niveles de renta más altos (sombreados en amarillo) no superan dicha cifra media. Sin duda la obesidad es hoy un síntoma y riesgo de morbilidad asociado a las clases trabajadoras.
A las clases trabajadoras y en paralelo a los países menos ricos de la UE tal como comprobamos, con la excepción de Alemania, en el ranking de países que anotan la mayor obesidad en el primer quintil de su población, es decir en la de menores ingresos. Pues todos son países muy por debajo del nivel medio de ingresos de la UE a excepción de Alemania.
Para evaluar la distribución dentro del reino de España (datos INE) de la obesidad media de la población en el año 2020 elaboré otro recuadro de datos. En el que se comprueba que las nacionalidades y regiones más ricas (en amarillo) se sitúan en los menores niveles de obesidad (aquí la excepción es Extremadura), mientras que las menos ricas es más probable que superen la obesidad media española. Aunque, por lo que ya sabemos a escala de Estados de la UE, es más que probable que el diagnóstico más preciso a escala subestatal debiera hacerse con datos por quintiles o niveles de renta. Tanto para los más ricos como para los menos ricos.
Como señalaba al comienzo un factor determinante de la obesidad sin duda es el tipo y precio de la alimentación. De manera que los sectores sociales con mayor nivel de ingresos podrán mantener una dieta con más proteínas (sobre todo vegetales) y los de menor renta la más barata con hidratos y grasas. En cifras medias para el conjunto de la población española esta deriva se confirma con datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares entre los años 2006 y 2023 según recogemos en un último recuadro.
Se comprueba que los alimentos menos saludables (índices en color rojo) han ido ganando peso en el gasto medio de las personas, mientras que los menos favorecedores de la obesidad (en color verde) han ido perdiendo peso progresivamente.
En resumen: la actualidad la obesidad es un problema social que penaliza a las clases sociales trabajadoras y de menor nivel de renta, y lo hace de manera más intensa en aquellos Estados o naciones menos ricos de la Unión Europea. Es un indicador indudable de una pobreza alimentaria que está en aumento no solo en parados o desempleados sino en amplios sectores de trabajadores.
Albino Prada. Colaborador de Sin Permiso. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Santiago de Compostela, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, fue miembro del Consejo Gallego de Estadística, del Consejo Económico y Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Su último libro es “¿Sociedad de mercado o sociedad decente?” (Universidade de Vigo, 2023)