Recientes estudios inciden en cómo el incremento de las temperaturas en el Mediterráneo y en el Atlántico supone episodios de bajas presiones más virulentos.
Por Pablo Rivas
Fuentes: https://www.elsaltodiario.com
Que el cambio climático implica eventos como la dana que ha asolado la costa valenciana más frecuentes e intensos, algo que se acentúa en áreas del planeta más afectadas por la crisis como es el Mediterráneo, es un consenso de la comunidad científica. De lo que no hay tanta información, por una simple cuestión de tiempo, es de qué grado de relación tiene el evento que asoló el litoral mediterráneo español con el calentamiento de la Tierra provocado por el ser humano.
Varios estudios, sin embargo, no solo ligan directamente este episodio a la aceleración del cambio climático, sino que además ponen cifras a cómo se incrementan esos fenómenos atmosféricos que cada vez sufrimos más, y con más fuerza.
Un trabajo publicado el 1 de noviembre en ClimaMeter, el portal del Laboratorio de Ciencia del Clima y el Medio Ambiente del Institut Pierre Simon Laplace de París, concluye que las depresiones similares a esta dana, causantes de inundaciones en el sureste de España, son un 15% más húmedas en el presente de lo que habrían sido en el pasado. En concreto, el equipo firmante del estudio, cuyos autores pertenecen, además de al ente francés, a las Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y al Centro Internacional de Física Teórica italiano, hablan de un aumento de lluvias de hasta siete litros por metro cuadrado al día en estos eventos.
“Las condiciones son hasta 3°C más cálidas en el presente en comparación con el pasado, lo que favorece la formación de tormentas eléctricas sobre la cuenca mediterránea durante los eventos DANA”
Ante la falta de datos climáticos disponibles del presente episodio, dado el escaso tiempo transcurrido, el equipo científico ha incluido en su análisis 20 eventos similares en periodos pasado y presentes, comparando cómo los sistemas de bajas presiones que produjeron inundaciones importantes entre los años 2001 y 2023 cambiaron “en comparación con cómo habrían sido si hubieran ocurrido en el pasado (1979-2001) en la región”.
Entre sus conclusiones destacan que “las condiciones son hasta 3°C más cálidas en el presente en comparación con el pasado, lo que favorece la formación de tormentas eléctricas sobre la cuenca mediterránea durante los eventos dana”, por lo que interpretan el episodio de esta semana como “un evento impulsado por condiciones meteorológicas muy excepcionales, cuyas características pueden atribuirse principalmente al cambio climático impulsado por el hombre”.
Las lluvias son un 12% más intensas hoy que en la era preindustrial
Pero el de ClimaMeter no es el único estudio científico que ha salido estos días ligando crisis climática y mayor agresividad de las dana. El World Weather Attribution (WWA), una red de científicos especializados en los vínculos del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, publicó el 31 de octubre un análisis rápido por el que afirma que las lluvias torrenciales de las dana “fueron aproximadamente un 12% más intensas y el doble de probables en comparación con el clima preindustrial, 1,3°C más frío”.
Si bien el equipo indica que el trabajo no es un estudio de atribución completo y detallado, ya que no utilizaron modelos climáticos para simular el evento en un mundo sin calentamiento inducido por el hombre, sí afirman que las observaciones meteorológicas históricas indican que “las ráfagas diarias de lluvia en esta región están aumentando a medida que las emisiones de combustibles fósiles calientan el clima”.
En otro reciente trabajo del WWA se concluye que el cambio climático intensificó los 10 fenómenos meteorológicos extremos más mortíferos del periodo comprendido entre 2004 y 2023
El cambio climático es, para este equipo, la explicación más probable de la mayor virulencia de las dana, “ya que una atmósfera más cálida puede contener más humedad, lo que lleva a lluvias más intensas”. “La relación de Clausius-Clapeyron indica que, con 1,3°C de calentamiento global, la atmósfera puede contener aproximadamente un 9% más de humedad”, añaden.
De hecho, en otro reciente trabajo del WWA se concluye que el cambio climático intensificó los 10 fenómenos meteorológicos extremos más mortíferos del periodo comprendido entre 2004 y 2023, contribuyendo a más de 570.000 muertes.
Para Friederike Otto, profesora titular de Ciencias del Clima en el Instituto Grantham de Cambio Climático y Medio Ambiente y codirectora del WWA, “el número de personas que han muerto en las inundaciones de España pone de manifiesto la necesidad imperiosa de prepararnos para unas condiciones meteorológicas extremas que son peores que todo lo vivido en el pasado”. La responsable incide en que “Tenemos todos los conocimientos y la tecnología necesarios para detener el calentamiento del clima, pero necesitamos líderes que den un paso al frente y lo hagan realidad”.
La temperatura del Atlántico pudo añadir más energía a la tormenta
Por otro lado, otro estudio publicado también el 31 de octubre por Climate Central, un grupo de científicos y comunicadores especializados en la crisis climática y cómo ésta afecta a la humanidad, asegura que el cambio climático incrementó entre 50 y 300 veces la posibilidad de que las altas temperaturas que el Océano Atlántico lleva meses registrando añadieran humedad a la tormenta, haciéndola mucho más virulenta.
“El clima mediterráneo presenta desde siempre sequías recurrentes y lluvias torrenciales, pero en las últimas décadas los daños por inundaciones se están disparando”, dicen desde la FNCA
En el mismo sentido, la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) ha publicado un documento, con fecha del 1 de noviembre, en el que analizan por qué están aumentando los daños por inundaciones, ya que aunque “el clima mediterráneo presenta desde siempre sequías recurrentes y lluvias torrenciales”, señalan, “en las últimas décadas los daños por inundaciones se están disparando”.
Si bien recogen ocho causas o factores principales, el primero de ellos es “el cambio climático provocado por el incremento de la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero, como consecuencia principalmente del uso masivo de combustibles fósiles que acompaña a la industrialización, implica una subida de las temperaturas medias del aire y los mares y conlleva una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como las sequías y las lluvias torrenciales”.
La ocupación de zonas inundables, unos espacios agrarios cada vez más intensivos y sin prácticas de conservación que incrementan la escorrentía, la imparable impermeabilización del suelo por la expansión urbanística y una “carencia generalizada de una cultura de gestión del riesgo” son algunos de los otros factores que remarcan desde la FNCA como causa del incremento de las inundaciones.