Por Nino Gallegos, para APAIvirtual.
Una mujer que no ha llegado sola y sí con todas las mujeres a serse y hacerse presidenta con (a) de la RepMex, a prueba contra la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad, en el país de las sombras espectrales, la posibilidad vital con la gravedad mortal, en la complejidad y en la conflictividad de la in-seguridad territorial-nacional ante el narcosicariato con lo civil y lo militar, el serse la presidenta y hacerse la comandanta de las fuerzas armadas, no es una designación, ni tampoco una asignación, cuando es una elección para una decisión (de y para) el Estado-Yo Claudia y las mujeres que llegaron con ella se apoyen y protejan con el hombre de la secretaria de seguridad pública y protección ciudadana, sin más competición que cuidarse todos con todas, porque es@s de la supremac(h)istas y hembristas, ni quienes se les o-pongan en la tribuna-barandilla justiciera de la Presidenta Morena, lo que para Zygmunt Bauman:
“Aparentemente, ni el matriarcado ni el patriarcado son rasgos distintivos de la época actual, sino más bien una continua negociación y renegociación de los roles masculinos y femeninos, bajo el impacto de la historia o de la biografía, o de ambos roles: roles que ahora son líquidos, no fijos, y ni mucho menos consolidados de una vez por todas, ‘en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte nos separe’. Esos roles se encuentran ahora permanentemente in-cómodos en su forma actual, confían poco en la sabiduría de sus propias elecciones, y están intranquilos, ya que se sienten inseguros en todo momento respecto a sus alternativas y a otras opciones; la incertidumbre, en resumen, reina soberana”.
Del rey soberano pasado a la reina soberana presente es lo que fue y es con la tautología de la doble articulación en el poder, a todo modo, a lo que otra vez, Bauman:
“Muchas veces, durante muchos años, he reiterado que existen dos valores igual de importantes, es más, indispensables, para una vida digna, gratificante y decente: la seguridad y la libertad; pero que su conciliación, el disfrute de cada una de forma satisfactoria y contemporánea, es ardua y agotadora. No es posible aumentar nuestra seguridad sin reducir nuestra libertad, ni aumentar nuestra libertad sin renunciar un poco a nuestra seguridad”. Psicopolítica y patológicamente, la simbolización de toda la vida con la conmemoración el día de muertos, es la a-normalización de toda la muerte con los muertos en la comercialización de lo funeral, aunque no todos los muertos son nuestros muertos, porque la libertad de ignorarlos es la seguridad de sobrevivirlos: la gente que es el pueblo recuerda a sus muertos, nosotros nos olvidamos de nosotros, porque si al gobernador de Sinaloa le dicen los diputados y los senadores de Morena, “No estás solo”, entretanto y entreactos, los sinaloenses siguen acompañados-solos con los chapitos y los mayitos, la presencia de la guardia nacional y la inteligencia de la protección ciudadana, porque una mujer no ha llegado sola con la sombra de Agripina de Luvina.