La campaña electoral estadounidense es ya la más cara de la historia. La vicepresidenta Harris y el expresidente Trump se han disputado el poder millonario de los lobbies sionistas en una contienda que se juega en pocos votos en siete estados clave.
Por Pablo Elorduy
Fuentes: https://www.elsaltodiario.com
Hay dos reglas no escritas en las presidenciales estadounidenses. La primera dice que el candidato que más gasta, gana. La segunda —es cierto que solo corroborada una vez en unas elecciones— dice que una mujer no puede ser elegida como presidenta de EE UU. Una de las excepciones a la primera tuvo lugar en 2016, cuando Donald Trump ganó las elecciones contra Hillary Clinton habiendo recaudado apenas la mitad que ella. Se corroboró por primera vez esa otra norma. En las elecciones del 5 de noviembre vuelve a darse la misma situación, Kamala Harris ha recaudado más que Trump (1,3 mil millones) frente a (900 millones) y se pone a prueba la segunda regla: por segunda vez una mujer aspira a romper lo que la prensa liberal americana llama “el último techo de cristal”.
Además de las elecciones presidenciales, con su conocido y complejo método de elección a partir de los colegios electorales estatales —que distribuyen un número proporcional de votos electorales a cada candidato—, el martes 5 se celebran las elecciones al Congreso y un tercio de la composición del Senado. Las estimaciones apuntan que el gasto total en este ciclo electoral alcanzará los 15.900 millones de dólares —el equivalente al PIB de Moldavia—, superando en 800 millones el gasto de 2020.
La web Open Secrets, que ha publicado esas estimaciones, lleva el registro de las donaciones recibidas en las distintas contiendas electorales. El proyecto usa fuentes oficiales —de la Comisión Federal Electoral— para trazar un mapa completo del dinero que llega a las campañas. Un mapa que incluye detalles sobre los comités, el registro de “pequeños donantes” y el de las industrias y los sectores que invierten en los distintos candidatos.
Así, por ejemplo, el sector de la Defensa ha destinado dos millones de dólares a la campaña de Kamala Harris y un millón a la de Donald Trump. La candidata verde y pro Gaza Jill Stein ha recibido 4.000 dólares de ese sector y el filósofo y también independiente Cornell West no llega a 2.000.
En las últimas semanas se ha conocido que America PAC, el Super PAC de apoyo a Donald Trump creado por Elon Musk, dueño de X, ha gastado más de 75 millones de dólares en esta campaña
En total, el comité oficial de Harris ha recaudado 900 millones de dólares hasta la fecha y la candidata ha recibido otros 470 millones del “dinero externo”, que corresponde a los gastos políticos realizados por grupos o individuos de forma independiente y sin coordinación con los comités de los candidatos. Los llamados Super PAC —siglas de los Political Action Committees— entran dentro de esta categoría. Los PAC son organizaciones exentas de impuestos, pero tienen un límite para recibir donaciones. Mientras que los Super PAC no tienen límites: pueden recibir millones de dólares y destinarlos a la campaña sin integrar la campaña “oficial” del/la candidata.
Donald Trump aún no ha llegado oficialmente a los mil millones de recaudación. En su caso, el dinero externo supera, casi duplica, el obtenido por su propia campaña. Las encuestas, que reflejan una ventaja de 0,5 puntos a favor de Harris dan, sin embargo, el triunfo a Trump en entre tres y cinco de los siete Estados decisivos.
En las últimas semanas se ha conocido que America PAC, el Super PAC de apoyo a Donald Trump creado por Elon Musk, dueño de X, ha gastado más de 75 millones de dólares en esta campaña desde el pasado mes de junio. Musk ha comenzado el sorteo de un millón de dólares cada día entre votantes registrados en los llamados “estados clave”, donde se disputan realmente las elecciones. La entrada en el sorteo se produce después de la firma de una firma de registro que incluye cláusulas tendenciosas como que se apoya el derecho individual a portar armas y que dota a America PAC de información valiosa para el envío de mensajes adaptados. Esta semana, el Departamento de Justicia ha señalado las prácticas de este Super PAC por lo que parece una violación electoral. La legislación dice que quien “pague u ofrezca pagar o acepte un pago ya sea para registrarse para votar o para votar” se arriesga a una condena que puede ser de hasta cinco años de prisión. El America PAC no obstante se justifica en que lo que pide a los participantes en el sorteo es solo la cumplimentación del formulario.
AIPAC entra en escena contra The Squad
Junto con la novedad de Musk, que se ha vinculado a la campaña en mayor medida que en anteriores elecciones, en las que asegura que apoyó a los Demócratas, la gran noticia en términos de financiación política ha sido el despliegue del Comité de Asuntos Públicos de Estados Unidos e Israel (más conocido por sus siglas, Aipac).
Y es que una de las novedades de este ciclo electoral ha sido la entrada en escena del Aipac, un lobby veteranísimo que nació para defender la imagen pública de Israel tras la masacre de Qibya (63 palestinos civiles asesinados por el Tzahal en 1953). Por primera vez Aipac ha gastado dinero, mucho dinero, en campañas electorales. Hasta este ciclo electoral lo había hecho mediante otros PAC a iniciativa personal de los miembros del Comité. Así fue, por ejemplo, en las primarias Demócratas de 2020, cuando a través de Mayoría Democrática por Israel, se realizó una campaña contra el candidato crítico con Israel Bernie Sanders.
El objetivo ha estado claro: eliminar del Congreso a las voces críticas con Israel. Aipac ha donado 33 millones de dólares a candidaturas concretas contra Cori Bush y Jamaal Bowman
En la actualidad, según Open Secrets, es el 17º mayor donante en 2024. Ha destinado a campañas más de 42 millones de dólares, a los que se suman otros 4,6 millones dedicados a lobby en 2023-2024. La carrera Trump-Harris no es una excepción, pero el posicionamiento de Aipac ha marcado definitivamente las carreras al Senado y el Congreso. El objetivo ha estado claro: eliminar del Congreso a las voces críticas con Israel. Aipac ha donado 33 millones de dólares a candidaturas concretas. El comité tiene preferencia por los Demócratas, que han recibido 21 millones, respecto a candidatos republicanos, que han recibido 12. Se trata de un hecho controvertido, ya que Aipac está situado en las coordenadas del movimiento neoconservador y se le considera más cerca del Partido Republicano, dado que sus grandes donantes proceden de la esfera del llamado grand old party. Extrapolándolo a España, es como si la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) sufragase financiase la campaña de un candidato en las primarias del PSOE.
Con más de sesenta años de experiencia en el trabajo de lobby, la apuesta de Aipac, que no se puede desligar de la campaña de exterminio llevada a cabo por el Estado de Israel en el territorio de Gaza y en el recrudecimiento de las condiciones en Cisjordania, ha afectado directamente la campaña de congresistas como Cori Bush, que en 2021 fue la primera mujer negra en llegar al Congreso por el Estado de Missouri, derrotada para las elecciones de noviembre por un candidato patrocinado por Aipac. Antes de esta campaña, Aipac ya había ejercido como factor X de cara a las elecciones de mitad de mandato de 2022, situando su dinero y sus peones contra dos congresistas que criticaron la financiación estadounidense a Israel. Uno de ellos fue Andy Levin, representante por Michigan de origen judío.
El cálculo de Open Secrets detalla que se destinaron 5,3 millones de dólares para derrotar a Bush, miembro de The Squad (el escuadrón), considerado el ala izquierda del parlamentarismo demócrata. Desde el comienzo del genocidio en Gaza, Bush pidió un alto el fuego, lo que ha repercutido en la campaña en su contra, resuelta en las primarias demócratas de comienzos de agosto. United Democracy Project, el súper PAC de AIPAC, gastó 8,5 millones de dólares en apoyar la campaña de Bell y otros PAC proisraelíes completaron la cifra hasta llegar a 18 millones.
Aipac también escogió directamente al contendiente Demócrata, George Latimer, que consiguió derrotar al congresista Jamaal Bowman en las primarias del Estado de Nueva York. En ese caso, Aipac y los grupos antiBowman gastaron diez veces más que lo que el congresista, uno de los primeros en adherirse a los llamamientos al alto el fuego. Esa inyección de fondos a favor de sus rivales convirtió las campañas de primarias en las que participaron Bowman y Bush en dos de las más caras de la historia.
Tras la derrota de Bowman a manos de un rival que obtuvo 14,5 millones de dólares de Aipac, la congresista por el distrito 14 de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, puso palabras al problema que se ha planteado con el lobby sionista en estas primarias: “Creo que lo que necesitamos tener es una conversación real sobre cómo una organización republicana, —básicamente republicana y financiada en gran medida por los republicanos— está despilfarrando dinero y desempeñando un papel extremadamente divisivo en el Partido Demócrata”.
Ocasio-Cortez ganó con claridad su candidatura contra un rival que no contó con ese apoyo millonario. La reacción derechista tampoco ha podido con Ilhan Omar, representante del quinto distrito Minnesota, que denunció como Don Samuels, su rival en las primarias se dedicó a cortejar a Aipac para obtener fondos suficientes, en una táctica que incluyó llamarla “peón de Hamás” desde el otoño de 2023, y que terminó con la creación de un grupo desesperado para las donaciones llamado “Sionistas por Don Samuels contra Ilhan Omar”.
A lo largo de su carrera, antes de esta campaña, Harris había recibido 5,3 millones de dólares de grupos de presión proIsrael, incluido Aipac
El poder de los lobbies sionistas tampoco ha podido con Sumer Lee (Pensilvania) ni con Rashida Tlaib, una de las fundadoras de The Squad y congresista de Michigan, Estado clave el próximo seis de noviembre. Se trata del sexto Estado con más población musulmana del país, pero también del más dudoso para los Demócratas, dado que es, también, el centro del Movimiento Nacional No Comprometido, que ha criticado a Kamala Harris y Joe Biden por su posición respecto a Gaza. La campaña Listen to Michigan, que instaba a no comprometer el voto en las primarias obtuvo cien mil votos en las primarias Demócratas. Biden cosechó 600.000 sufragios, pero el voto de castigo retumbó en la Administración Demócrata y es un factor de riesgo para Harris, la sucesora de Biden, que ve cómo las encuestas le dan en este momento una ventaja de menos de un punto sobre Trump en Michigan. Los swing states Los siete estados clave Los sorteos de Elon Musk para captar votantes en estados clave (se entiende que a favor de Donald Trump) se han producido en Michigan y Wisconsin, dos de los llamados swing state. En total hay siete estados, Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, en los que Biden ganó en 2020 y Carolina del Norte, donde ganó Trump.
La relación de Aipac con Kamala Harris
No es necesario recordar que la candidata presidencial Demócrata no pertenece al ala izquierda de los Demócratas. Los perfiles la han situado siempre como una política hábil, que sabe hacerse la composición de lugar sobre lo que se necesita en cada momento. Con respecto a Israel, no cabe duda de que Harris ha bebido de la opinión hegemónica dentro del establishment del partido y apenas ha comenzado a distanciarse cuando ha llegado a una campaña electoral como la actual, en el que el genocidio de Gaza tiene un papel fundamental y es un motivo de enajenación de las bases del partido azul.
A lo largo de su carrera, antes de esta campaña, Harris ha recibido 5.3 millones de dólares de grupos de presión proIsrael, incluido Aipac. Su relación con Aipac y con otro lobby sionista, el centenario Comité Judío Americano (AJC), tuvo sus primeros frutos en su debut como senadora por el Estado de California. En 2017, Harris copatrocinó una resolución a favor de Israel en la que acusaba a la ONU de tener “una actitud sesgada desde hace mucho tiempo hacia Israel” y sostenía que condenar los asentamientos en Cisjordania dificultaba las negociaciones entre Tel Aviv y Fatah, la autoridad en el territorio del norte.
La candidata realizó otra promesa en el mismo sentido en 2019: “Haré todo lo que esté a mi alcance para asegurar un apoyo amplio y bipartidista a la seguridad y la autodefensa de Israel”. Su relación con algunas de las figuras clave de Aipac es otro factor de seguridad para este lobby. La californiana Anita Friedman, una de las principales donantes del Comité, recordó hace poco en una opinión en The Times of Israel el viaje que hizo con Harris a Jerusalén. En 2017, las dos volvieron a Israel. De las experiencias, Friedman se queda con que:
Cada día, durante ese viaje, [Harris] me contaba cuánto más se había enamorado de Israel, cuánto más apreciaba la impresionante belleza, los valores democráticos, la asombrosa diversidad, las complejidades, las luchas, los miedos, las esperanzas y las posibilidades que se entretejen en la trama del Estado judío, cuánto más visceralmente comprendía la necesidad histórica de autodeterminación del pueblo judío, así como la difícil situación de Israel en un barrio peligroso.
El objetivo de Friedman era reivindicar la candidatura de su amiga después de que, ya elegida como presidenciable Demócrata, Harris se viese obligada a escenificar un desplante durante el viaje de Benjamin Netanyahu el pasado mes de julio. Primero, no asistió a la sesión en el Congreso, en la que el presunto criminal de guerra fue aplaudido, después, se reunió con él —y juntos posaron para la foto— para, en un intercambio, “franco y constructivo», decirle que no se quedaría “en silencio” ante la situación en Gaza y que esperaba la pronta consecución de un alto el fuego. Eso fue en julio. En octubre, el discurso sigue siendo el mismo. La ofensiva de las Fuerzas Armadas de Israel, según Harris, “debe terminar de manera que Israel esté seguro, los rehenes sean liberados, el sufrimiento en Gaza termine y el pueblo palestino pueda ejercer su derecho a la dignidad, la seguridad, la libertad y la autodeterminación”.
Donald Trump no ha sido ambiguo, ha sido muy claro al asegurar que Netanyahu debe “finalizar el trabajo” y “hacer lo que tiene que hacer” en Gaza, Líbano y contra Irán
Los matices entre las grandes organizaciones de judíos estadounidenses existen. Aipac representa el modelo sionista canónico. Durante la ofensiva de Rafah, Aipac se mostró completamente a favor de la masacre. Otro grupo importante. J Street, que se define “pro paz y pro Israel” se sitúa en las posiciones de la oficialidad Demócrata; es decir, han reclamado que no se realizase la incursión en Rafah pero han seguido el esquema planteado por Biden que, en la práctica, no ha supuesto ningún avance real para el alto el fuego. Durante esta campaña, J Street ha anunciado una donación de seis millones de euros para la candidatura de Kamala Harris.
El hecho es que Harris no le conviene acercarse a las posiciones maximalistas de Aipac. Una encuesta reciente encargada por el Instituto Árabe Americano señalaba que la candidata subiría del 44% de la intención de voto al 49% si atendiera los llamamientos a apoyar un embargo de armas contra el ejército israelí.
La organización Jewish Voices for Peace, opuesta al envío de material militar de la Administración Biden, que supera los 12.500 millones de dólares, no ha apoyado a Harris en campaña. Entre la comunidad judía esta organización representa aproximadamente al 5% de personas con ese origen que no se declaran pro Israel en Estados Unidos.
Los donantes sionistas que apoyan a Trump
Donald Trump no ha sido ambiguo, ha sido muy claro al asegurar que Netanyahu debe “finalizar el trabajo” y “hacer lo que tiene que hacer” en Gaza, Líbano y contra Irán. Respecto a Irán, Trump ha asegurado que el Gobierno del primer ministro israelí debería atacar las centrales nucleares La relación entre ambos mandatarios en el primer mandato de Trump terminó en todo lo alto con el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén, y en campaña electoral, el primer ministro —sobre el que pesa la solicitud de una orden de detención por crímenes de guerra— no ha escondido sus simpatías hacia el líder republicano.
Como tampoco lo han hecho algunos de los millonarios sionistas más relevantes, que han donado enormes cantidades de dinero a Trump. Una de ellas es Miriam Adelson, viuda del impulsor del fallido Eurovegas, que, según Open Secrets ha gastado 129 millones de dólares en la vigente campaña electoral. Adelson de hecho vive en Israel, país para el que sirvió como oficial del Tzahal (FDI). En octubre se supo que la empresaria ha destinado cien millones de dólares a Trump a través del Super PAC Preserve America.
Trump no era la primera opción para Adelson, como tampoco lo fue para Jan Koum, cofundador de Whatsapp, otro de los grandes donantes de la campaña de Trump. Tanto Adelson como Koum apoyaron inicialmente a Nikki Haley, contendiente en las primarias republicanas y recordada, entre otras muestras de apoyo al genocidio, por escribir en un misil “acabad con ellos” durante una visita de apoyo a Israel la pasada primavera. Koum ha donado cinco millones de dólares a Maga INC, el Super PAC de apoyo a Trump. En 2022, Koum se convirtió en el mayor donante de Aipac, con dos millones de dólares.
En la campaña electoral Kamala Harris se ha negado a responder una pregunta directa sobre si las masacres de Gaza y la del Líbano pueden causar su derrota
Marc Andreessen y Ben Horowitz dos magnates de Silicon Valley anunciaron, por su parte, sendas donaciones de 2,5 millones de dólares a la campaña de Trump. Su firma de inversión, Andreessen Horowitz, está especializada en el negocio de la ciberseguridad. La donación se canalizó a través de Right For America, un Super PAC que focaliza su inversión en los Estados clave de Arizona, Georgia y Pensilvania. Otro lobby, la Coalición Judía Republicana, de filiación pro Trump, es el segundo gran donante de los grupos pro Israel. Ha donado 4,4 millones a grupos conservadores y candidatos republicanos. Esta coalición trabaja a través del Fondo de Victoria de la Coalición Judía Republicana.
En la campaña electoral Kamala Harris se ha negado a responder una pregunta directa sobre si la masacre de Gaza, en la que han muerto al menos 42.847 personas, y la del Líbano, en la que ya se contabilizan 2.574 asesinatos, pueden causar su derrota. Trump ha explotado esa aparente ambigüedad para asegurar que Harris “odia” a Israel: “En primer lugar, no le gusta Israel. En segundo lugar, no le gusta el pueblo judío”, dijo en julio de 2024 —ello a pesar de que la candidata Demócrata está casado con un hombre de origen judío, Douglas Emhoff. Esas difamaciones, junto a otras declaraciones contra Chuck Summer, el jefe de la mayoría Demócrata en el Senado al que acusó de ser “un orgulloso miembro de Hamás”, no han menoscabado el apoyo que Trump tiene entre la mayoría de la población arabo-estadounidense.
A Harris tampoco le salen las cuentas entre la minoría judía. Una encuesta de este mes de octubre indica que Kamala Harris tiene ante sí la perspectiva de ser la candidata menos votada por los judíos estadounidenses desde 1988. El 48% del conjunto del electorado, según otra encuesta, cree que Trump está mejor capacitado para abordar los problemas en Oriente Próximo frente al 33% que cree que Harris puede hacerlo mejor. Esas perspectivas indican que si la cuestión de Gaza se plantea como relevante para los votantes en las elecciones del próximo 5 de noviembre, Trump saldrá victorioso en el voto de los colegios electorales y Harris se quedará con la cuchara de madera del voto popular. Y si es así, el mundo tendrá un nuevo motivo de preocupación. Gane quien gane, no obstante, el lobby sionista ha colocado sus piezas para no perder poder de influencia en Washington DC.