Por Omar Navarrera
En días pasados se efectuaron elecciones presidenciales en Venezuela. Era de esperarse que los resultados causaran polémica. Ya es de todos sabido que hablar de Venezuela en los últimos años (desde que Chávez llegó democráticamente al poder), es controversial a los ojos del conservadurismo y de una narrativa ingenua, despolitizada y carente de una perspectiva crítica de los procesos históricos en la región latinoamericana principalmente.
Claro que, y como bien lo planteaba José Revueltas, es crucial utilizar las armas de la crítica sin importar en qué tipo de sociedad o gobierno nos encontremos. La crítica debe ser demoledora sin importar si el gobierno se pretende socialista o capitalista; sólo la crítica de la crítica propiciará la dignificación de los pueblos históricamente oprimidos. En este sentido no se trata de defender reelecciones a ciegas ni de mitificar gobernantes, pero sí de evidenciar la hipocresía de las élites, sus estructuras de poder y las ambiciones que tienen las agendas imperialistas de intervenir en el territorio petrolero venezolano.
La intención de este breve artículo es simple pero tercamente necesaria: seguir en la ardua tarea de evidenciar que los medios y redes sociales de comunicación (hegemónica) siguen jugando un papel cardinal en la formación de opiniones en los sujetos sociales. La maquinaria mediática, sesgada hacia la derecha casi por tradición y la cooptación de las redes sociales fungen como mediaciones de los aparatos culturales con intenciones pedagógicas, pues pretenden formar un tipo de ciudadano determinado.
Es habitual escuchar en la voz cotidiana de las personas de a pie una narrativa lo bastante ingenua que expresa una especie de conmoción por una “tal dictadura” de un “tal Maduro”, o estupefacción por una supuesta guerra en medio oriente entre un “tal Israel” contra un “tal grupo terrorista llamado Hamás”. Una línea discursiva bien trabajada por la hegemonía mediática que no da margen a otras lógicas de comprender los acontecimientos; lógicas como que de lo que se trata de defender la soberanía en Venezuela y de que estamos ante un genocidio contra el pueblo Palestino.
Medio mundo se escandaliza por la reelección en Venezuela pero pocos cuestionan la continuidad de las agendas políticas intervencionistas y extractivistas del imperialismo en varios rincones del planeta donde sus esbirros las aterrizan estratégicamente para perpetuar el despojo. Los pueblos en África, Palestina y Latinoamérica se ven acorralados por políticas de saqueo que parecieran inexistentes. Nadie habla de ello, pero sí del panfleto narrativo de las televisoras e “influencers” de las redes sociales que defienden lógicas de opresión.
Sin embargo, nos queda seguir poniendo el disenso en el discurso cotidiano, seguir construyendo narrativas que hagan contrapeso al discurso opresivo mediático para cimentar pedagogías otras (insumisas) que formen sujetos dignos. Sobre todo encarnar otro tipo de prácticas no opresivas y seguir fomentando la comunicación crítica en medios alternativos y autogestivos como este emblemático periódico.