París 2024 ha demostrado que los Juegos Olímpicos contribuyen notablemente al endeudamiento público de la ciudad y el país organizadores, y que garantizan los beneficios únicamente a determinados sectores, como el de la construcción.
Por Xabier Rodríguez
Fuentes: https://www.elsaltodiario.com
“Esta es la verdadera cara de Francia”, declaraba el lunes 12 de agosto Emmanuel Macron, en plena euforia tras la clausura de los Juegos Olímpicos de París. Aunque no sabemos si el presidente de la República se refería a la Francia representada por las cuatro medallas de oro y una de bronce ganadas por el nadador Leon Marchand o a la reflejada en las aguas contaminadas del río Sena. ¿O se refería, tal vez, a la Francia a la que, el mismo día de la inauguración de los JJ OO, la Unión Europea abrió un procedimiento por déficit excesivo?
Sea como fuere, Francia afronta la resaca de los Juegos entre la euforia por las 64 medallas obtenidas por sus deportistas y una realidad económica difícil, en medio de la crisis política abierta tras las elecciones legislativas del pasado 7 de julio, en las que la victoria del Nouveau Front Populaire (Nuevo Frente Popular) frenó el desafío de la ultraderecha. Entonces, Macron, obligado a formar gobierno con sus rivales, pidió una “tregua olímpica” y anunció que no movería ficha hasta el final de los Juegos. Ahora tendrá que decidir si nombra primera ministra a Lucie Castets, como quiere la izquierda, o busca una coalición con los diputados más moderados del NFP, diputados de centro y de la derecha, como le gustaría al propio Macron.
El gobierno que se forme finalmente tendrá la responsabilidad, entre otras tareas, de hacer frente a la factura de los Juegos Olímpicos, que en la parte pública, oscilará entre los 5.000 y los 7.000 millones de euros. Todo ante la atenta mirada de la Comisión Europea, muy pendiente de que Francia alcance el objetivo de déficit del 3%, que el año pasado cerró en un 5,5%.
Tiempo de cumplir las promesas
En este contexto de incertidumbre se tendrá que manejar el nuevo gobierno francés para empezar a hacer realidad alguna de las promesas hechas durante la candidatura olímpica. Más allá de comprobar si el río Sena vuelve a abrirse al baño público o si, finalmente, no llegan a limpiar sus aguas, tarea que es propiamente responsabilidad del Ayuntamiento de París; o si el 25% de las viviendas de la Villa Olímpica terminan siendo de protección oficial, como se había prometido, o terminan destinándose al mercado libre, está por ver si se cumplen las previsiones del Comité Olímpico Internacional (COI) y los Juegos dejan beneficios en las arcas francesas gracias a un teórico impulso a su economía.
A día de hoy no hay manera de garantizar que la celebración de unos Juegos Olímpicos tenga un efecto beneficioso sobre la economía del país organizador; necesario, por otra parte, para hacer frente a los costes, estos sí cuantificables, que deberán afrontar las instituciones públicas francesas. El Gobierno ha hecho un gasto muy fuerte en seguridad para estos JJ OO, llenando París de policías y militares, lo que ha supuesto un incremento de las operaciones represoras en las semanas previas a la cita olímpica. La Asamblea Nacional autorizó también el uso, pionero en la Unión Europea, de la tecnología de videovigilancia algorítmica, muy criticado por asociaciones en defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. La Ley para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos permite su uso hasta mayo de 2025, pero está por ver si, llegado ese momento, se prorrogará el uso de una herramienta que facilita al Gobierno un mayor control social, en detrimento de las libertades públicas.
El futuro del proyecto olímpico
El COI también ha querido hacer pública su satisfacción por el resultado de los Juegos de París 2024. Sin embargo, el atractivo del proyecto olímpico sigue estando en entredicho. Aunque esta última edición ha reducido los costes respecto a la anterior de Tokyo, el presupuesto para organizar unos JJ OO sigue siendo excesivamente alto y sigue retrayendo a muchas ciudades candidatas. Desde el COI se insiste en evitar casos como los de Atenas o Río, que debieron construir muchas instalaciones nuevas a las que no supieron encontrar una utilidad tras los Juegos y que terminaron incrementando notablemente la deuda pública de las sedes olímpicas.
En ese sentido, los Juegos de París 2024 han acertado al reconvertir instalaciones ya existentes para la práctica de diferentes deportes, como los jardines del Trocadero, la Explanada de los Inválidos, el Palacio de Versalles o el Grand Palais. Al mismo tiempo, estos espacios han ofrecido algunas de las imágenes que más han contribuido a la buena imagen de la ciudad en estos Juegos.
El COI había repetido insistentemente que se trataría de unos “Juegos verdes”, que reducirían a la mitad la huella de carbono de París 2024 con respecto a anteriores ediciones, lo que definió como “el mayor desafío que jamás haya conocido la humanidad”. Otra de las promesas que no se cumplirán
Más allá de este acierto, el COI había repetido insistentemente que se trataría de unos “Juegos verdes”, que reducirían a la mitad la huella de carbono de París 2024 con respecto a anteriores ediciones, lo que definió como “el mayor desafío que jamás haya conocido la humanidad”. Este lenguaje grandilocuente es habitual en el COI, sin embargo será otra de las promesas que no se cumplirán. Por más que se hagan gestos simbólicos, como una llama olímpica ecológica, sin fuego, ni emisiones o se asegure que el funcionamiento de la Villa Olímpica es completamente ecológico, solo limitando el impacto climático de los Juegos a su propio desarrollo y obviando aspectos imprescindibles para los mismos, como el transporte de deportistas, periodistas, aficionados o la construcción de las instalaciones, se podría alcanzar la cifra prometida por el COI.
París 2024 ha demostrado que los Juegos contribuyen notablemente al endeudamiento público de la ciudad y el país organizadores, que garantizan los beneficios únicamente a determinados sectores, como el de la construcción, y que desplazan de su participación a la población sin techo o con pocos recursos de la ciudad anfitriona. Por más que el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, asegure que “Madrid es la ciudad mas preparada del mundo para hacer unos Juegos”, estos son rasgos que se repetirán en próximas ediciones, esté la ciudad preparada o no.
Manizha Talash, Lin Yu-Ting e Imane Khelif
Desde el COI se ha cuidado siempre que el relato que se hace de los Juegos sea el que transmite la propia institución. Así, el presidente, Thomas Bach, se levantó para aplaudir el paso del equipo olímpico de refugiados el día de la inauguración, mostrando su apoyo a un equipo que nació por iniciativa suya. Sin embargo, cuando la refugiada afgana Manizha Talash exhibió el lema “Free Afghan women” en la competición de breakdance, el COI respaldó la decisión de la Federación Mundial de Danza Deportiva (WDSF en sus siglas en inglés) de descalificar a la deportista. Se da la circunstancia de que Manizha Talash entró a formar parte del equipo de refugiados precisamente por tener que huir de Afganistán debido a que, con la vuelta de los talibanes en 2021, se prohibió el baile y toda práctica deportiva a las mujeres. El COI apoya y beca a la deportista refugiada, pero la descalifica cuando expone públicamente y en plenos JJ OO a los responsables de su exilio.
El órgano gestor del movimiento olímpico sí mostró su apoyo incondicional a las boxeadoras Lin Yu-Ting e Imane Khelif, ganadoras de las dos medallas de oro más polémicas de estos Juegos y que han podido participar después de que el COI les devolviera la licencia que la Asociación Internacional de Boxeo (IAB en sus siglas en inglés) les había retirado. El caso de estas dos boxeadoras ha puesto sobre la mesa las diferencias de comprensión sobre lo que significa la intersexualidad y el respaldo del COI ha sido fundamental para visibilizar las dificultades y el acoso al que se enfrentan mujeres como Lin Yu-Ting o Imane Khelif.
En los años 20 del siglo pasado, el trabajo de la Fédération Sportive Féminine Internationale (FSFI) también fue fundamental para que el COI aceptara incluir varias pruebas de atletismo femenino en la edición de los Juegos de Amsterdam 1928. Las imágenes de fatiga de las mujeres al finalizar la prueba de 800 metros fueron un escándalo para la mentalidad machista de la época, como lo ha sido este año la participación de Imane y Lin. Entonces el COI decidió suprimir las carreras de más de 200 metros en categoría femenina y la decisión se mantuvo hasta los JJ OO de 1968. Hoy es muy importante que el COI mantenga su apoyo para contribuir a normalizar la participación de personas intersexuales en el deporte.
Aunque el COI insista en negarlo, los Juegos Olímpicos tienen una carga política imposible de obviar. Por eso, su silencio ante el genocidio que está perpetrando Israel sobre la población palestina ha permitido participar incluso a deportistas que habían mostrado públicamente su apoyo al ejército israelí. Al mismo tiempo, el COI ha liderado el vacío diplomático que se ha hecho en estos Juegos a la federación rusa. Su presidente, Thomas Bach, ya ha anunciado que dejará el cargo el año que viene y el respaldo ofrecido en París a la delegación israelí será una mancha que quedará en su gestión al frente del movimiento olímpico.