Por el Colectivo Híjar
Fuentes: https://desinformemonos.org
Dos exposiciones enseñan los resultados dialécticos de la formación personal con el trabajo político comunitario. La de Gabriel Macotela, integrante del Grupo Suma y el Frente Mexicano de Trabajadores de la Cultura, y la de Mauricio Gómez Morín, integrante del Grupo Germinal fundador del Frente. Mauricio hizo cuentas de los setentas, ochentas y noventas en la UAM Xochimilco en cuya Galería Central expone setenta piezas, versión digital y hasta el 22 de agosto, extendidas a la Galería de la Biblioteca y al vestíbulo de la Rectoría. El título es Imágenes Insurrectas, explicó Mauricio, porque nacen de una/su mirada siempre insurrecta y están vinculadas al uso de técnicas gráficas y pictóricas con un conceptualismo orientado por las luchas populares y la vida urbana cotidiana aludida en cuadros donde las ventanas están en el piso como signo del desorden urbano.
Fundador del Taller de Gráfica Monumental para hacer mantas, “murales transportables” diría Siqueiros, para organizaciones en lucha con la influencia bienhechora de la enorme artista gráfica y activista cultural Rini Templeton, hicieron varios manuales ilustrados para hacer mantas, usar el mimeógrafo y fabricarlo de manera artesanal, hacer periódicos murales, todo culminado con un Folleto de Folletos de Rini, editado tiempo después.
El TGM sigue a cargo de Benito Antón y Eduardo Juárez, incorporado por Germinal a su regreso de Nicaragua donde trabajaron para el Ministerio de Cultura dirigido por Ernesto Cardenal en talleres infantiles, carteles, mantas, murales, mimeografía y otras técnicas graficas como la serigrafía entonces en boga. Viajaron a Nicaragua en una caravana de “delfines”, autobuses mexicanos donados por el Gobierno de México, con papel, cuadernos, lápices, pizarrones, gises y otras cosas necesarias en la exitosa Cruzada de Alfabetización reconocida en su excelencia por la UNESCO. Rini dio ejemplo de disciplina y calidad gráfica. La organización de la gráfica con sentido comunitario había sido experimentada en talleres en Escuinapa, lugar de origen de Carlos Oceguera quien con la excelente coordinación de Yolanda Hernández iría a Chihuahua y terminarían avecindados en Aguascalientes, lugar de origen de Yolanda, donde activaron el Museo Posada y abrieron un taller de serigrafía hasta dar lugar al Museo de arte Contemporáneo con tan buenos resultados en la capital y los municipio que llevaron a Yolanda a dirigir oficialmente la cultura.
La excelencia técnica y la fundamentación histórica fueron mencionados por Mauricio, pasante de historia en la UNAM, asistente a cursos de antropología y egresado la Esmeralda, la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado donde encontraron los lineamientos teóricos y técnicos para su trabajo. El pintor Rolando Arjona dirigía la Escuela y organizaba misiones a Yucatán donde nació, de modo que la praxis estética comunitaria resulta fundamental en la formación del colectivo Germinal entonces y ahora.
Disuelto Germinal al regreso de Nicaragua, Mauricio ha sido participante de empeños gráficos colectivos como las múltiples carpetas temáticas de grabados impulsadas por la Escuela de Cultura Popular “Mártires del 68” y el Centro Cultural “José Martí”, también elaborador de calcomanías zapatistas con la Convención Metropolitana de Artistas y Trabajadores de la Cultura de la Ciudad de México en los primeros años del alzamiento indígena y autor de la memorable iniciativa de pintar el enorme retrato de Emiliano Zapata en la plancha del zócalo de la CdMx en abril de 2001. Yólotl Tlachinoli (corazón incendiado). ¡Zapata vive, viva Zapata! fue el título de la acción visual realizada por 200 voluntarios en 3.750 m2 como saludo solidario a la caravana zapatista “Marcha del color de la tierra” que recorrió gran parte del territorio mexicano, incluida la Ciudad de México. El boceto y una obra gráfica derivada, se incluyen en la exposición. Cabe mencionar que siendo hoy un reconocido y premiado ilustrador, Mauricio también fue uno de los impulsores de la convocatoria #IlustradoresConAyotzinapa “un hashtag contra el olvido”, que convocó a 330 ilustradores para realizar los retratos de los 43 normalistas detenidos desaparecidos y 3 asesinados en septiembre de 2014. El libro Te buscaré hasta encontrarte fue editado por la UAM-X en 2021.
Esta praxis estética dio sentido social gráfico y pictórico a las luchas populares de liberación nacional posteriores al movimiento de 1968. Cundieron en América las organizaciones por la liberación nacional como los Tupamaros uruguayos con asombrosas acciones revolucionarias influyentes de decenas de organizaciones armadas como las Fuerzas de Liberación Nacional en México. A la par una intensa actividad cultural anticolonial y antiimperialista concretaba el Cinema Nuovo brasileño con Glauber Rocha al frente, el Tercer Cine en Argentina y Uruguay, el Cine de la Base en Bolivia con resonancia en Colombia, todo con la guía de la Revolución Cubana en los procesos revolucionarios de Nicaragua y Chile. Carteles y cine con excelencia política impactaron al mundo entero. Por esto la importancia del Taller de Gráfica Monumental continuado en el espacio gráfico Rini Templeton y la permanencia del mural en el muro del auditorio Vicente Guerrero –ahora los nombres están invertidos– frente al nombrado también en una placa de caoba con el retrato grabado, Francisco Javier Mina, el primer internacionalista en combate y con una tradición reconstruida en la UAM Xochimilco donde crecieron los ímpetus estéticos con todas sus consecuencias culminadas en el joven profesor, filósofo graduado en la UNAM, incorporado al diseño gráfico. Un tal Rafael Guillen.
El mural excelente en el muro del ahora auditorio Francisco Javier Mina, fue inaugurado con una celebración proletaria animada por el entonces joven grupo musical, Salario Mínimo para el baile, la fiesta, el incendiario discurso de Bulmaro Villaroel, sindicalista reconocido, todo lo cual ofendió al rector Francisco Paoli y sus invitados, los rectores de las otras universidades, que no pudieron saborear el vino servido por edecanes. Al día siguiente su secretario Bernardo Ruiz pidió la renuncia de Alberto Híjar como coordinador de actividades culturales a lo que se negó para forzar su despido. Valió la pena.