Por Amy Goodman y Denis Moynihan
Fuentes: https://www.democracynow.org/es
La Convención Nacional Republicana, que se está celebrando en la ciudad de Milwaukee, parece estar muy lejos de Ripon, la localidad del estado de Wisconsin donde nació el Partido Republicano. La sede que alberga la Convención, calificada como un Evento Especial de Seguridad Nacional, ha sido blindada por un perímetro de seguridad fuertemente custodiado y un muro de vallas de acero que se levantó de manera temporal alrededor del centro de Milwaukee. Dentro del perímetro de seguridad, cerca del centro de prensa, se puede ver una calle lateral repleta de vendedores de comida, un escenario, puestos de venta de camisetas y “souvenirs” y una serie de stands de organizaciones que promocionan temas conservadores. También se encuentra allí una réplica de The Little White Schoolhouse, que ha sido emplazada temporalmente en la Convención por la Cámara de Comercio de Ripon. En el edificio original de esa escuela —que aún se mantiene en pie en Ripon, a unos 145 kilómetros al noroeste de Milwaukee— un grupo de abolicionistas fundó el nuevo Partido Republicano el 20 de marzo de 1854.
Entre los abolicionistas que se reunieron en Ripon en 1854 había muchas personas que provenían de una comunidad socialista cercana conocida como Ceresco. Estas personas consideraban que la libertad por la que luchaban debía ser disfrutada por todos, incluidos los millones de personas esclavizadas en Estados Unidos. Dos años después de la fundación del partido, un abogado del estado de Illinois llamado Abraham Lincoln se unió a las filas republicanas. En 1858, Lincoln compitió infructuosamente por un escaño en el Senado de Estados Unidos contra Stephen Douglas, un demócrata defensor de la esclavitud, y posteriormente, en 1860, se postuló como candidato a presidente. Los estados del sur de Estados Unidos comenzaron a separarse pocos meses después de las elecciones presidenciales ganadas por Lincoln, lo que desató una guerra civil en el país.
Algunos años antes, en 1850, el Congreso estadounidense había aprobado la Ley de Esclavos Fugitivos, una legislación que otorgó a los cazarrecompensas de los estados del sur importantes potestades para secuestrar y trasladar del norte al sur a presuntas personas esclavizadas fugitivas. En 1854, cuando Joshua Glover, un esclavo fugitivo del estado de Misuri que residía en Wisconsin, fue capturado y retenido durante la noche en la cárcel de Milwaukee, una multitud de casi 6.000 personas irrumpió en el centro penitenciario, liberó a Glover y lo ayudó a escapar a Canadá. Este incidente impulsó a los habitantes de Wisconsin a lanzar finalmente un nuevo partido político abolicionista.
Una de las resoluciones fundacionales del partido expresaba: “Se resuelve que […] cooperaremos y seremos conocidos como ‘republicanos’ […] e invitamos cordialmente a todas las personas, ya sean nativas o extranjeras, que estén a favor de los objetivos expresados, a unirse a nosotros”. El principal “objetivo expresado” era la abolición de la esclavitud en Estados Unidos.
170 años después, la retórica que brota del estrado de la Convención Nacional Republicana es abismalmente distinta. En 1854, las personas inmigrantes constituían una gran parte de la población que crecía en nuevos estados como Wisconsin. Actualmente, la hostilidad hacia las personas migrantes es un eje central de la campaña de Trump. El expresidente ordenó simplificar el programa electoral del Partido Republicano: un extenso documento de 66 páginas con políticas detalladas se redujo a un resumen conciso de 16 páginas.
Un fragmento del programa señala: “Debemos deportar a los millones de inmigrantes ilegales a quienes Joe Biden ha alentado de manera deliberada a invadir nuestro país […] e iniciar el mayor programa de deportación en la historia de Estados Unidos”. Muchos delegados presentes en la convención sostenían con entusiasmo carteles con la leyenda: “¡Deportación masiva ya!”.
En el escenario del Fiserv Forum, los dirigentes republicanos partidarios de Donald Trump y su Make America Great Again (MAGA) —un eslogan de campaña que significa “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”— elogiaron al líder indiscutible de su partido pocos días después de un intento de asesinato que dejó al expresidente con la oreja derecha ensangrentada, sobre la que ahora lleva un vendaje blanco. Como muestra de solidaridad, varios delegados republicanos han estado usando parches simbólicos en sus orejas.
Los oradores compararon a Trump con líderes legendarios como el presidente Abraham Lincoln; el comandante del Ejército de la Unión y luego presidente de Estados Unidos Ulysses S. Grant; y el primer ministro británico Winston Churchill. Tras el intento de asesinato ocurrido el sábado pasado en el estado de Pensilvania, varios dirigentes republicanos clave, incluido el propio Donald Trump, están haciendo un llamamiento a la unidad nacional. Lamentablemente, la mayoría de los oradores de la convención exhortan a la unidad arengando a sus bases en contra de comunidades marginadas, tales como las comunidades inmigrantes, las personas trans y otros colectivos que consideran indeseables.
El senador del estado de Texas Ted Cruz expresó desde el escenario: “Nos enfrentamos a una invasión en nuestra frontera sur, no en sentido figurado, sino una invasión literal. […] Todos los días personas estadounidenses son asesinadas, agredidas físicamente, violadas por inmigrantes ilegales que los demócratas han liberado”.
El gobernador de Texas, Greg Abbott —que ha urdido una peligrosa confrontación entre dos fuerzas armadas, la Guardia Nacional de Texas y los agentes fronterizos federales de Estados Unidos, y que se jacta de enviar a los desesperados migrantes que llegan a Texas a ciudades gobernadas por demócratas— expresó por su parte:
”Biden ha acogido en nuestro país a violadores, asesinos e, incluso, terroristas”. De hecho, la tasa de criminalidad de las personas migrantes es considerablemente menor que la de la población nacida en Estados Unidos.
Desde Milwaukee, la periodista Jean Guerrero, miembro del Laboratorio Latina Futures 2050 de la Universidad de California en Los Ángeles, dijo a Democracy Now! acerca de estas declaraciones: “No tienen nada más que ofrecer al pueblo estadounidense. Fomentan una política de chivos expiatorios, basada en avivar el miedo y el odio y crear la impresión de que existe una realidad distópica en la frontera, que sencillamente no es así”.
La respuesta a la actual amenaza a la democracia es más democracia. En conversación con Democracy Now!, Christine Neumann-Ortiz, directora ejecutiva de la organización Voces de la Frontera Action, sugiere cuál es la mejor estrategia al respecto: “Hay que golpear las puertas, hablar con la gente, hacer correr la voz, porque cada voto cuenta”.