Por Néstor Kohan
Fuentes: www.cubadebate.cu
La posmodernidad posee muchas aristas. Michael Löwy la asociaba con El Hombre Mediocre de José Ingenieros. Fredric Jameson intentaba comprenderla a partir de lo que Mandel definía como “el capitalismo tardío”, afirmando que en ella termina predominando la inmediatez del espacio plano de la imagen por sobre el tiempo profundo de la historia. Omar Neri, amigo y compañero, en su novela Llavallol (escrita junto con Carlos S.), sin mencionarla explícitamente se refería a un sofocante presente eterno. David Harvey, en dos pinceladas, nos alertaba que a partir de su emergencia el espacio se comprimía y el tiempo se aceleraba, a escala mundial. Se podrían escribir varios volúmenes, o conversar horas, días y meses, sobre esta época sombría.
Personalmente creo que condensa todo eso. Un menjunje intragable y un pastiche difícil de soportar. Ambos insertados en una distopía que nos oprime el pecho y nos congela la sangre. Un tipo de sociabilidad que prostituye todo vínculo social, trata de neutralizar cualquier posible disidencia, aplastando todo proyecto de cambios radicales, mientras se esfuerza por convertir a la cultura en una mercancía de oferta. ¿Qué significa sino el asesinato de Gutenberg y la inutilidad del fuego de Bradbury cuando los libros y su lectura se convirtieron en una pieza pasada de moda?
Contra todo eso, de manera completamente artesanal y sin financiamiento de nadie, a un pequeño grupo de perseverantes amigos y amigas de varias nacionalidades que viven en Venezuela bolivariana se les ocurrió hace muchos años crear una…. ¡escuela de cuadros en formato video! Algo similar a lo que intentamos hacer con Brancaleone Films y el proyecto “Memoria del futuro”, pero de mucho mayor aliento, ya que este proyecto marxista bolivariano superó varios cientos de programas dedicados al estudio del marxismo.
Su cortina musical entrecruza una melodía de cuerdas con ensoñaciones orientales con pequeñas frases de discursos de Lenin, el Che Guevara, Fidel Castro y Hugo Chávez. “Nosotros queremos construir el socialismo…. Nos hemos declarado partidarios… partidarios…”; “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado…”; “Para el impulso revolucionario…” y entonces comienza el programa. Muchas veces termina en tono desafiante, con una consigna ya histórica de la que se ríen, para disipar sus miedos y temores, los posmodernos: “¡Venceremos!”
Escuela de Cuadros analiza textos de la tradición marxista mundial y problemas específicos de la lucha de los pueblos. Entrevista interlocutores e interlocutoras de todas partes del planeta. Cada programa es una clase unitaria. Se pueden ver, pero también se pueden escuchar. Y los videos son tantos que se vuelven infinitos. Nunca aburren.
En mi caso comencé hace muchos años escuchando o viendo videos sueltos. Uno por aquí, otro por allá, elegidos de manera aleatoria. Con el tiempo me entusiasmó tanto que comencé a ver varios juntos, uno tras otro. Y recién entonces tomé conciencia, más de una década después de haberlos conocido y participado, de la enorme importancia de esta escuela de formación política. Me vinieron a la mente los 100 (cien) volúmenes que compiló José «Pancho» Aricó cuando era marxista. Los textos de divulgación publicados en los tiempos iniciales de la revolución cubana. También los libritos diminutos de la “Pequeña biblioteca marxista leninista” que hace décadas salió de imprenta en Argentina. Asimismo, me acordé de los cuadernos de educación popular publicados en tiempo del Chile de Salvador Allende.
La Escuela de Cuadros actualiza todas esas experiencias, pues cada video de Youtube, viene acompañado de un par de textos escritos para quienes se propongan profundizar en la temática. De lo analógico a lo digital. Del papel a la pantalla. La disputa de ideas y la guerra cultural no descansan. En definitiva, se trata de continuar y alimentar la Resistencia contra la mediocridad posmoderna.