desde adentro en el Estado-Obrador
Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
“La misión no es imposible, pero tiene que ser de todos”, es lo que propone Rolando Cordera Campos en “Urge recuperar la gran visión”, a reserva anticipada del Estado-Obrador con lo de la “misión cumplida” cuando le transfiera la banda y la investidura presidencial al Estado-Yo Claudia, quien se ha “enterado bien de todo”, observando RCC:
“Sin pausa, pero con harta prisa, el presidente López Obrador y su coalición se empeñan en mantener su discurso que bien podemos resumir en lo que identifican como cambio de régimen. Sin precisar sus perfiles y alcances políticos e institucionales, el Presidente y sus falanges esbozan sus estrategias: demolición de organismos públicos y afirmación de fe en la inteligencia y la bondad del pueblo, pero no ofrecen el contenido de un nuevo proyecto nacional ni una genuina deliberación democrática”.
En la despedida del Hasta Luego presidencial, el paisaje, en el país de las sombras espectrales, queda una mujer anciana muerta por la comitiva de avanzada de la presidenta electa-virtual, el presidente regresa los restos humanos de los mineros en Pasta de Conchos, el patriarcal licenciado y la matriarcal doctora, prosiguen sobre el vasto tiradero de pobres, muertos, feminicidios y desaparecidos normalistas y los no normalistas en la a-normalización nacional de la violencia y la criminalidad, barriendo y arrecholando, a sus pasos, la corrupción y la impunidad entre la historia patria en el palacio y en el basurero de la historia nacional.
Para repetir, reiterar y replicar lo del Estado-Obrador lo que uno repite, reitera y replica del 2018 al 2024, hay que padecer el síndrome de la tra(n)stornación por la transformación con la popularidad del paciente-presidente que la paciente-presidenta electa y virtual va para serse y hacerse real, teniendo que seguir la tonada con la Milonga de La Corte, música y letra de Rafael Barajas, El Fisgón, desde el instituto político de los machuchones-mamarrachos.
A lo citado de Rolando Cordera Campos, no se le opone y sí se le pone lo que Lorenzo Meyer plantea desde “El panorama de la orilla izquierda”:
“Por otro lado, desde la ribera izquierda y cuando la coyuntura lleva a un cambio de régimen como es hoy el caso en México, y la corriente del proceso político empieza a coincidir con los valores del observador algunos suponen que entonces el ojo de ese crítico va a modificar su modo de ver el entorno, que ya no buscará exponer las fallas del gobierno sino las de la oposición. No es o no debería ser así. Desde la izquierda la crítica debe seguir teniendo como objetivo las acciones del gobierno -su gobierno- pero ahora con un énfasis en cómo se pone en práctica el proyecto de nación que le sirvió de plataforma electoral. Quizá el área más interesante y compleja de observar desde esta óptica debe ser el examen de las pugnas y negociaciones entre los actores gubernamentales y los poderes fácticos que surgieron o se fortalecieron dentro de las estructuras oligárquicas del antiguo régimen y que son “enemigos naturales” del nuevo orden. Y es que, si bien una insurgencia electoral hizo perder a la derecha su control casi directo sobre las políticas públicas sustantivas, lo cierto es que el viejo sistema sigue manteniendo su predominio en el campo de la economía, de los medios de comunicación, de las religiones organizadas y de la relación con sus contrapartes en el exterior. El antiguo régimen centrado en el arreglo oligárquico ya dejó de existir en México, pero el nuevo orden enfrenta la formidable tarea de su consolidación. En este contexto las críticas hechas desde fuera, pero coincidentes en los objetivos del gobierno deben hacerse con sensibilidad: no regatear logros, pero tampoco disimular yerros. La complejidad del entramado social mexicano puede llevar a distorsionar el proyecto original como le ocurrió al liberalismo del siglo XIX o a la Revolución Mexicana. Y por eso el papel de la observación crítica desde la margen izquierda y desde ya debe enfocarse tanto en los adversarios del cambio como de los responsables de ese cambio”.
Nada, nadie y alguien estamos de sobra en lo que RCC y LM plantean autocríticamente, a condición de que todos somos nosotros y los otros, los demás y la gente, en la medida de que si no somos iguales, las tormentas de mierda, de lodo, y, de sangre, no nos pongan los retazos de los huesos cardios, los plexos solares de los corazones y los recuerdos de las memorias ante el templo de la adoración y el sacrificio entre el templo mayor, el zócalo y el palacio con el Estado y el Narcosicariato, y que el Estado de Derecho y los Derechos Humanos pasen del plan C al plan Z con entrada a los rastros íntimos y con salida a los mataderos públicos.
La posición-contra-posición desde adentro en el Estado-Obrador, ha sido, es y será el control y la manipulación mediante y mediáticamente el poder, a todo modo, con la simulación de la ética y el simulacro de la moral en que la austeridad republicana no es más que lo que ha sido, es y será la acumulación y la desposesión a través las evidencias virtuales ante las pruebas materiales en el círculo virtuoso y vicioso del poder, a todo modo, impulsivo y abusivo, encubridor de la corrupción y la impunidad y valedor de la violencia y la criminalidad, no habiendo la posibilidad vital para lo que Rolando Cordera y Lorenzo Meyer plantean ante la gravedad mortal en que la paz sepulcral no está en ningún plan, porque hay que dejar que la a-normalización sea la psicoterapia corporativa de las mentes y los cuerpos para la ali(e)nación en el realineamiento de lo compuesto y lo descompuesto en el viejo y el nuevo régimen de la práctica y la conducta del forense con la verdad, la ley y la justicia son a lo que los vivos, los sobrevivientes, los muertos, los feminicidios y los desaparecidos nos mantenemos, corrompidamente, corruptos, que Peter Sloterdijk en “Los hijos terribles de la Edad Moderna”, nos pone al corriente por comunes y corrientes:
“A la comprensión de la modernidad pertenece, como sabemos ahora, una hermenéutica secular de la corrupción. Ha llegado el momento de reclamar el concepto ‘corrupción’ para la antropología histórica e impugnar su monopolización por politólogos, juristas, inspectores de Hacienda y teóricos del desarrollo. Corrupción no es solo aquello que les sucede a los servidores del Estado cuando no son capaces de resistirse al encanto de un segundo sueldo, o lo que a los gobernantes les inspira la idea de que derecho y ley sean nada más que otros nombres para sus caprichos. Hay que demostrar por qué el ser humano, hoy como desde antiguo, existe como el animal corruptible (sin que haya por qué exorbitar esencialistamente la corrupción). Asimismo hay que exponer cómo puede liberarse de la corrupción. Una ética contemporánea ha de poder explicar cómo son corregibles corrupciones mediante cambios y recuperaciones”.
La posición-contra-posición que es la internalización en el Estado-Obrador, la 4T y Morena con los liberales autoritarios conservadores de la izquierda con la derecha en el pecho como bodega presidencial de los cargos en la revolución de las conciencias y de los encargos con el humanismo mexicano, porque:
“con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.
En lo que la presidenta electa y virtual se transforma en la vocera electa y virtual del Estado-Obrador para la reforma en la SCJN.