Por José Estrada Cruz
Fuentes: https://kaosenlared.net
Desorganizados, divididos, inconscientes y corrompidos. Corrompidos, aunque sea con migajas: por permitirnos sentarnos en su mesa a comer con ellos un día, cuando nos están camelando en reuniones para que le vendamos el paquete encintado a nuestros compañeros; por aparecer en los medios, copa en mano, brindando por una firma de traición, por dejarnos explotar más permitiéndonos hacer horas extras; por ascendernos de categoría, etc. Así nos quiere el capitalismo, porque de esta forma pueden seguir dividiéndonos y explotándonos fácilmente.
La clase obrera ha conocido organizaciones con dirigentes honestos que defendían sus intereses frente a la clase burguesa explotadora. Organizaciones políticas de izquierdas y sindicatos obreros, estaban consecuentemente de su parte. En muchos momentos presentaron batalla y crearon serios problemas al capitalismo, confrontándole con éxito en muchos casos.
Por eso, hemos visto cómo en las últimas décadas, el capitalismo supo corromper a los dirigentes de las organizaciones obreras más grandes para debilitarlas, cosa que logró hasta el punto de anularlas y convertirlas en sus colaboradoras necesarias. Así, el capitalismo está resolviendo sus contradicciones. Unas contradicciones que cada vez le son más difíciles de sortear, por lo que precisan en todo momento dominar a su principal enemigo antagónico que es la clase obrera.
El capitalismo, una vez, transcurridos los primeros años, tras del “final” del régimen franquista, con la traición de importantes partidos políticos de la izquierda y de los principales sindicatos, provoca la desorganización de los trabajadores. De esta manera al estado capitalista le ha sido fácil imponer regresiones en las condiciones de trabajo y vida de los trabajadores con bastos subterfugios de los qué destacaba el de dar facilidades y confianza a los empresarios para que crearan empleo. Con este burdo argumentario se inventaron tropecientos mil tipos de contratación laboral, marcaron flexibilizadoras leyes laborales para que las empresas manejaran a su antojo a los asalariados y los llevaran de un lado para otro, así como poder despedirles cuando les diera la gana con costos irrisorios. Con este panorama no sólo no se ha generado más empleo, sino que se ha generado más rendimiento en las empresas con menos trabajadores.
Pero además los salarios desde entonces han venido perdiendo poder adquisitivo, siendo escandaloso en los últimos dos o tres años, en los cuales la vida se ha encarecido de manera espantosa. Los artículos de primera necesidad son los que más se han incrementado: los precios de productos básicos han subido un 40% en los tres últimos años, mientras que los salarios sólo se han elevado en un 6%.
Como decía, las contradicciones del sistema capitalista son tan enormes que arrasan con todo lo que les sirva para mantener y alargar su sistema aberrante de rapiña y crimen contra la humanidad. Sus sicarias administraciones gubernamentales, les están facilitando apropiarse de los servicios sociales públicos. Para ello los están obstaculizando para que estos no puedan funcionar adecuadamente, siendo la sanidad a la que peor están tratando. Del mal funcionamiento de la sanidad, depende el éxito de la privatización y la garantía de negocio de las empresas.
Como digo al principio, desorganizados, divididos, inconscientes, así nos quiere el capitalismo y ha hecho cuanto ha podido para que en estos momentos así sea.
Por todo ello, si la clase obrera quiere salir de esta situación de ir de mal en peor, tendrá que hacer un esfuerzo por comprender que se ha de organizar, luchar para acabar con este sistema de maldad ilimitada y transformarlo en una sociedad solidaria y verdaderamente socialista.
José Estrada Cruz