Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
“Vladimir Putin, Xi Jinping y Trump reciben una audiencia con Dios y se les permite una pregunta a cada uno. Putin comienza: “¿Dime qué pasará con Rusia en las próximas décadas?” Dios responde: “Rusia se convertirá gradualmente en una colonia de China”. Putin se da vuelta y comienza a llorar. Xi hace la misma pregunta sobre China. Dios responde: “Una vez terminado el milagro económico chino, tendrás que regresar a una dictadura de línea dura para sobrevivir, mientras pides ayuda a Taiwán”. Xi se da vuelta y comienza a llorar. Finalmente, Trump pregunta: “¿Y cuál será el destino de Estados Unidos después de que yo vuelva a asumir el poder?” Dios se da vuelta y comienza a llorar”.
Ni siquiera en un chiste se está en paz con la guerra entre los claroscuros y los monstruos gramscianos, siendo poco y haciendo demasiado para lo que en el mundo de las sombras espectrales se vislumbra la tierra bajo la umbra del eclipse solar en el país de las sombras espectrales, pasando lo que pasó en Israel con Hamás y lo que no deja de pasar con los palestinos en la Franja de Gaza, lo que para Rusia es el atentado mortal en un teatro y la guerra en Ucrania una operación militar especial, Taiwan está esperando que China, y los capitolinianos con Trump en la supremac(h)ista Casa Blanca, haber-a ver qué más rayos de incertidumbre que de esperanza, si es que alguien de nadie no siente nada como cuando Churchill vio lo del telón de hierro con la guerra fría y que está recargada en una zona mundial, perversamente, nuclearizada, y “los inocentes están bajo fuego” por los culpables armados, porque Rusia es el Bataclan de París con armas largas AK-47 del Estado Islámico y el 11 de septiembre estadounidense con aviones made in USA tripulados por Al Qaeda, y, desde luego, no se dice que Putin ayudó en Siria contraatacando al Estado-Islámico con cientos de daños colaterales en civiles sirios a favor o en contra de Bashar al-Ásad, sabiéndose porqué cayeron Prigozhin y Navalny.
El viejo chiste de Zizek está para llorar por lo que se le clave a la mirada o se le corte con una navaja al ojo de El perro andaluz, sea un ojo de Orwell y un ojo de Foucault, las lágrimas rojas, soviéticas por rusas, no son las lágrimas ucranianas, las de los judíos-israelíes no son las de los gazatíes-palestinos, porque un ojo con sangre es una lágrima de la mirada cortada y destripada, ejecutada y fragmentada, colgando el ojo ciego en el mundo de las sombras espectrales.
Eso sí, que sea clara y oscuramente monstruoso el anuncio en una pantalla espectacular que Rusia llora sus muertos, desde el Padre Zosima con la Paz al Patriarca Kiril con la Guerra, de Pedro El Grande a Putin El Hombrecito.
¿Los inocentes de Moscú son los culpables de Kiev?
Lo del chantaje informativo de USA-OTAN por la advertencia del ataque es una evidencia de que Putin es inatacable, cuando Andrei Gromiko advirtió:
“Ningún conflicto en ninguna parte del globo podía zanjarse sin tener en cuenta la postura y los intereses del Imperio ruso o de la Unión Soviética.”
Las falsas lágrimas de Putin, si es que alguna vez ha llorado lágrimas verdaderas, le vienen cuando de Ministro-1999 a Presidente-2000 montó el escenario contra Chechenia y los chechenos-islámicos para reposicionarse autoritaria y militarmente dentro y fuera de Rusia, lo que pone en evidencia que Putin tiene enemigos internos y adversarios externos desde su llegada a la Rusia Putinesca, porque son los rojos sangrientos de Putin: l’ètat, c’est Putin.