Para transformar se necesita dignificar
Por Omar Navarrera
Este artículo tiene la intención de hacer planteamientos concretos, puesto que en escritos anteriores he problematizado el hecho de que las izquierdas progresistas latinoamericanas en el poder (en términos generales), y el proyecto de la cuarta transformación en el México actual (en particular), no están pudiendo solidificar un proyecto que permita hacerle frente a un capitalismo extractivista demoledor que repercute en lo macro, lo meso y lo microsistémico.
Y es en ese sentido que quisiera hacer una serie de planteamientos concretos como para entender las que, yo considero, contradicciones y errores de un proyecto llamado de izquierda, como lo es la denominada cuarta transformación. Me refiero a la sutileza en lo microsistémco, es decir, cuestiones que impactan en las dinámicas cotidianas de poder como en el ámbito laboral, educativo, cultural y político.
La 4T mucho ha hablado de su transformación “profunda” en un país colonizado, saqueado por las políticas neoliberales, violentado por una guerra entre los cárteles del narcotráfico y con un tejido social descompuesto (eso lo sabemos perfectamente porque lo vivimos todos los días). En este sentido las transformaciones no se pueden gestar por completo cuando en lo sutil (lo sutil en este caso como una categoría política) de las relaciones inmediatas no hay cambios o por lo menos intenciones de cambiar las formas de opresión. Mucho puedes enarbolar en el panfleto discursivo, pero si no lo llevas a la práctica en lo inmediato (sutileza en las formas de actuar), en lo afectivo, en lo performativo es decir, sino lo encarnamos estaríamos pretendiendo hacer cosas nuevas con prácticas viejas en estructuras caducadas y con dinámicas de explotación.
Esto pasa con los proyectos (de investigación, educativos y culturales) de la cuarta transformación donde aplican la misma filosofía neoliberal-extractiva de “el fin justifica los medios” con tal de que la cuarta avance sin importar cuántos cadáveres queden en el camino. Hablo desde lo que he vivido en una investigación (de salud comunitaria) y un proyecto educativo (de educación media superior) de los que he sido partícipe, además, conozco compañeros que se han involucrado en este tipo de iniciativas en las que la precariedad, el trabajo sin goce de sueldo, utilizar a las personas sin ningún tipo de reconocimiento; involucrar a personas que poco o nada saben sobre perspectivas críticas y de alternativas político-educativas y culturales, son parte de estos proyectos estratégicos que enarbolan la bandera de una transformación necesaria para el país en favor del pueblo.
Obrador ha dicho en más de una ocasión que hay que tener paciencia para que la transformación avance, pero mientras se es “paciente” el trabajo en sus proyectos es precario, indigno, poco humano y nada crítico. Ya casi termina su sexenio y no hay una dignificación del trabajo docente, por ejemplo, o de una basificación, ni derechos laborales para miles de mexicanos y mexicanas. ¿Acaso se necesita de más paciencia para los 43 desaparecidos, más paciencia para seguir soportando la precariedad laboral, más paciencia para soportar la violencia del narcotráfico, más paciencia ante los feminicidios, la muerte de periodistas y ambientalistas? Aunque AMLO le reste importancia al decir que se está magnificando la violencia por cuestiones electorales, se tiene que reconocer el conflicto y la contradicción para trabajar en ello de lo contrario se oculta el hecho para vendernos humo y una frágil transformación en lo macro y lo microsistémco.