Por Misión Verdad.
La crisis migratoria en Estados Unidos sigue profundizándose y ninguna de las políticas implementadas por demócratas o republicanos ha logrado detenerla, fundamentalmente porque no apuntan a la principal causa: la manera en cómo el país se relaciona con sus vecinos de América Latina y el Caribe, caracterizada por las imposiciones, sanciones y bloqueo. Al contrario, el fenómeno migratorio podría estar convirtiéndose en el combustible que agudice otras crisis en el país.
Desde que Joe Biden asumió el cargo en enero de 2021, prometiendo cambiar las estrictas políticas migratorias de su predecesor, Donald Trump, más de 6,3 millones de migrantes ha cruzado la frontera sur de Estados Unidos, muchos de ellos de manera irregular. En diciembre de 2023 se registró un nuevo récord mensual con más de 225 mil personas que cruzaron irregularmente la frontera.
En un contexto de polarización política, el discurso antimigrante toma cuerpo en la población en general e incidirá en las venideras elecciones presidenciales de noviembre, por lo que no es de extrañar que desde ya sea empleado por demócratas y, fundamentalmente, por republicanos con fines comiciales.
A principios de 2024, según un estudio de CBSNews, 68% de los estadounidenses está descontento con el manejo de la actual administración de la frontera entre Estados Unidos y México, mientras que 45% considera que la situación en la frontera puede ser catalogada de crisis —en mayo de 2023 era 38%— . En comparación con septiembre de 2023, el número de ciudadanos estadounidenses que cree que la política de inmigración debería endurecerse ha aumentado desde 55% hasta 63%.
En este contexto, el 22 de enero de 2024 la Corte Suprema de Estados Unidos, por cinco votos contra cuatro, apoyó a Joe Biden en su disputa con el gobierno del estado de Texas. Biden exigió acceso total a la frontera para los agentes de la Patrulla Fronteriza Federal estadounidense con el objetivo de que pudieran retirar las barreras de alambre de púas colocadas por las autoridades regionales en las orillas del río Grande, en el lado estadounidense.
Las autoridades de Texas se negaron a acatar la decisión de la Corte Suprema, oponiéndose abiertamente a la administración de Joe Biden. En respuesta a las demandas de remover el alambre de púas, la Guardia Nacional de Texas fortificó aun más la costa en Eagle Pass, lo que impidió que los agentes federales hicieran cumplir la orden judicial.
La verdadera controversia comenzó el 24 de enero, cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott, emitió una declaración oficial sobre el derecho del estado a la autodefensa, instando a la desobediencia a Washington. Los estados de Florida, Oklahoma, Arkansas y Montana se unieron a Texas para oponerse a la decisión de Biden.
Preocupaciones desde la Casa Blanca
El conflicto entre la Casa Blanca y la administración de Texas está generando preocupaciones sobre un posible enfrentamiento armado en la frontera con México. El profesor de derecho Ilya Somin advierte que la toma de la frontera estadounidense por parte de la Guardia Nacional de Texas crea una situación peligrosa ya que podrían enfrentarse a la Patrulla Fronteriza, «y si alguien hace algo estúpido, podría haber una confrontación desafortunada».
Las declaraciones del 24 de enero escalan esa apuesta hacia el separatismo, con la emulación a las ideas que fueron impulsadas por la Confederación en Estados Unidos en vísperas de la Guerra Civil en 1861. Analistas han detallado que la primera es un calco de la segunda.
Todo esto está reforzando la tendencia a la fragmentación de Estados Unidos, donde cada vez más ciudadanos están pidiendo la separación de sus estados de la Unión. En el 2021, una encuesta reveló que una gran cantidad de votantes republicanos del sur (66%), y la mitad de los votantes independientes, estaba a favor de la secesión. Por otro lado, la Costa Oeste también mostró un fuerte apoyo a la secesión, pero con una tendencia política diferente, principalmente respaldada por los demócratas.
La idea de un Estados Unidos fragmentado, al borde del colapso, no es nueva, pero se está haciendo cada vez más evidente. Fronteras cercadas por alambre de púas, fuerzas federales intentando eliminarlas y las Guardias Nacionales interponiéndose acercan la realidad a cualquier ficción diseñada por Hollywood, en la que distopías tipo «Civil War» podrían concretarse.
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