Por Jesús María Veci de la Fuente
Fuentes: //kaosenlared.net
Introducción
La insostenibilidad de los sistemas agroalimentarios es un tema candente en el panorama global. ¿Qué hay detrás de los precios que pagamos por los alimentos que consumimos? ¿Cuáles son los costos que permanecen ocultos a simple vista pero que tienen un impacto significativo en nuestra sociedad y medio ambiente?
Un reciente análisis llevado a cabo en 154 países ha arrojado luz sobre estos costos ocultos, proporcionando estimaciones que nos obligan a repensar la manera en que concebimos y valoramos nuestros sistemas agroalimentarios.
Los costos ocultos cuantificados a nivel mundial, incluyendo impactos ambientales, sociales y sanitarios, se estimaron en aproximadamente 12,7 billones de dólares en paridad de poder adquisitivo (PPA) en 2020. Esta cifra equivale a casi el 10 % del producto interno bruto mundial en términos de PPA.
La magnitud de estos costos es alarmante. Incluso teniendo en cuenta la incertidumbre, existe una alta probabilidad de que superen los 10 billones de dólares PPA en 2020. Esto subraya la urgencia de tener en cuenta estos costos al tomar decisiones para transformar nuestros sistemas agroalimentarios.
Es interesante observar que el 73 % de los costos ocultos cuantificados en 2020 estaban relacionados con hábitos alimenticios que conducen a la obesidad y enfermedades no transmisibles, lo que resulta en pérdidas de productividad laboral. Además, los costos ocultos ambientales de la agricultura representan más del 20 % de los costos totales, equivalente a casi un tercio del valor añadido agrícola.
Desde una perspectiva social, se estima que los ingresos de la población moderadamente pobre que trabaja en los sistemas agroalimentarios deben aumentar significativamente para reducir la inseguridad alimentaria y la subalimentación.
Es fundamental comprender que los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios no son uniformes en todos los países. Por ejemplo, en los países de ingresos bajos, estos costos suponen una carga mucho mayor en relación con los ingresos nacionales que en los países de ingresos medianos o altos.
Estos hallazgos subrayan la necesidad de considerar los costos ocultos ambientales, sociales y sanitarios al evaluar la sostenibilidad de nuestros sistemas agroalimentarios. Aunque enfrentamos desafíos significativos, también nos brindan una oportunidad para reorientar nuestras políticas y acciones hacia un futuro más saludable y sostenible para todos.
En nuestra búsqueda de alimentar a una población global en constante crecimiento, el modelo agrícola actual ha generado una serie de costos ambientales, sociales y de salud que deben ser examinados con detenimiento. Estos costos no solo se manifiestan en términos tangibles, sino que también tienen consecuencias profundas y a menudo ocultas que afectan la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios y la salud de nuestro planeta y sus habitantes.
- Pérdida de Biodiversidad y Funcionalidad Ecosistémica: La pérdida de biodiversidad es mucho más que la desaparición de especies individuales; es la erosión de la función y la resiliencia de los sistemas naturales que sostienen la vida en la Tierra. Los ecosistemas saludables dependen de una diversidad de especies interconectadas para llevar a cabo una amplia gama de funciones vitales, desde la polinización de cultivos hasta la purificación del agua y la regulación del clima. La pérdida de biodiversidad compromete estas funciones críticas, lo que socava la estabilidad y la capacidad de recuperación de los ecosistemas frente a las perturbaciones. En última instancia, la degradación de la biodiversidad agrava los desafíos ambientales y aumenta la vulnerabilidad de las comunidades humanas que dependen de estos servicios ecosistémicos.
- Costos para la Salud: La salud humana está estrechamente ligada a la salud de los sistemas alimentarios y ambientales en los que dependemos. La exposición crónica a pesticidas y agroquímicos utilizados en la agricultura moderna está asociada con una serie de problemas de salud, que van desde enfermedades respiratorias y dermatológicas hasta trastornos neurológicos y cáncer. Además, la tendencia hacia la monocultura y la producción intensiva de cultivos comerciales ha llevado a la pérdida de diversidad dietética y a la prevalencia de alimentos altamente procesados y deficientes en nutrientes. Esto ha contribuido a una epidemia global de malnutrición, donde la obesidad y las enfermedades relacionadas con la dieta coexisten con la desnutrición y la falta de acceso a alimentos saludables.
La Crisis Alimentaria Global en el Horizonte
En la actualidad, estamos siendo testigos de una disminución preocupante en las cosechas en todo el mundo debido a la creciente incidencia del cambio climático. Los eventos climáticos extremos, como sequías, inundaciones y olas de calor, están alterando los patrones climáticos y amenazando la producción agrícola en regiones clave de todo el planeta. Esta disrupción en la oferta de alimentos ya está teniendo un impacto en la seguridad alimentaria global y podría desencadenar una crisis alimentaria aguda si no se aborda de manera urgente y efectiva.
Hacia un Modelo Alimentario más Sostenible y Localizado
Para abordar estos desafíos apremiantes, es fundamental reevaluar y transformar nuestros sistemas alimentarios hacia modelos más sostenibles y localizados. Esto implica fomentar la diversificación de cultivos, apoyar a los agricultores locales, promover los mercados agrícolas regionales y reducir nuestra dependencia de la importación de alimentos. Al fortalecer la resiliencia de nuestras comunidades locales y restaurar la salud de nuestros ecosistemas, podemos construir un futuro más saludable y sostenible para todos.
Costos Ocultos
Ambientales
Los costos ocultos del modelo agrícola actual son tan profundos como invisibles. Nos enfrentamos a desafíos ambientales que amenazan la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios y la salud de nuestros ecosistemas.
La pérdida de servicios ecosistémicos es un ejemplo destacado. A menudo subestimamos el valor de los servicios gratuitos proporcionados por la naturaleza, como la polinización ,el control de plagas y el almacenaje de aguas superficiales y su depuración natural. Estos servicios, esenciales para la producción agrícola, están en peligro debido a la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo.
La deforestación, impulsada por la expansión agrícola, es otra consecuencia invisible pero devastadora. La pérdida de hábitats naturales amenaza la supervivencia de innumerables especies y desestabiliza los ciclos hidrológicos locales.
Sociales
Los aspectos sociales del modelo agrícola actual también merecen atención. La desigualdad en el acceso a la tierra y los recursos agrava la pobreza rural y perpetúa las brechas socioeconómicas.
La exclusión de las comunidades locales en la toma de decisiones agrícolas lleva a políticas que no reflejan las necesidades reales de quienes dependen de la tierra para su sustento. Esta falta de participación democrática socava la autonomía de las comunidades y genera tensiones sociales.
La migración forzada y la pérdida de cohesión social en las zonas rurales son preocupaciones crecientes. La industrialización agrícola desplaza prácticas agrícolas tradicionales y altera el tejido social de las comunidades rurales, dejando a muchas personas sin hogar ni comunidad.
Salud
Los impactos en la salud asociados con el modelo agrícola actual son significativos y multifacéticos. La exposición a pesticidas y agroquímicos está vinculada a una serie de enfermedades crónicas, desde cáncer hasta trastornos respiratorios.
Además, los hábitos alimenticios poco saludables promovidos por la producción de alimentos altamente procesados contribuyen a la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Estas enfermedades crónicas no solo representan una carga económica para los sistemas de salud, sino que también disminuyen la calidad de vida de las personas y la productividad laboral. La operación mayor de Marketing es llamarla “Seguridad Alimentaria” Cuando la alimentación derivada del sistema Agroindustrial es una de las mayores productoras de enfermedades y las leyes solo tratan de legislar la utilización del modelo productivo químico agroindustrial.
Para abordar los costos reales y ocultos del modelo agrícola actual, debemos adoptar un enfoque integral que reconozca la interconexión entre la salud humana, la sostenibilidad ambiental y la equidad social. Promover sistemas alimentarios sostenibles, que valoren y protejan los recursos naturales.
El modelo agrícola actual, presenta una serie de deficiencias fundamentales que amenazan su sostenibilidad a largo plazo. Estas fallas deben ser abordadas de manera urgente para garantizar la seguridad alimentaria, la equidad social y la salud ambiental.
- Dependencia de Insumos Externos: El modelo agrícola actual se basa en una dependencia excesiva de agroquímicos, fertilizantes y semillas modificadas genéticamente. Esta dependencia conlleva riesgos ambientales, como la contaminación del suelo y el agua, y económicos, ya que los costos de estos insumos pueden ser una carga financiera para los agricultores. Además, la dependencia de semillas transgénicas plantea preocupaciones sobre la pérdida de diversidad genética y el control corporativo sobre el suministro de semillas.
- Monocultivos y Pérdida de Biodiversidad: La proliferación de monocultivos a gran escala está causando una pérdida alarmante de biodiversidad. Esta pérdida no solo afecta la estabilidad de los ecosistemas, sino que también reduce la resiliencia de los sistemas agrícolas frente a plagas, enfermedades y eventos climáticos extremos. Además, la degradación del suelo asociada con los monocultivos disminuye la productividad agrícola a largo plazo y aumenta la dependencia de fertilizantes y agroquímicos.
- Concentración de Tierras y Recursos: La tendencia hacia la concentración de tierras en manos de grandes empresas agroindustriales está desplazando a millones de pequeños agricultores y marginando a las comunidades locales. Esto no solo contribuye a la pérdida de diversidad agrícola y conocimientos tradicionales, sino que también aumenta la dependencia de los agricultores de los sistemas de producción industrializados. Además, la sobreexplotación de los recursos naturales por parte de grandes explotaciones agrícolas está comprometiendo la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios vitales y exacerbando las disparidades socioeconómicas entre las comunidades rurales.
El modelo agrícola actual enfrenta una serie de desafíos significativos, pero quizás el más apremiante de todos es su falta de adaptación al cambio climático. Este fenómeno global está alterando los patrones climáticos tradicionales, desencadenando eventos extremos como sequías, inundaciones, olas de calor y tormentas más intensas y frecuentes. Estos cambios climáticos representan una amenaza directa para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de la agricultura en todo el mundo.
La falta de adaptación al cambio climático se manifiesta de varias maneras en el modelo agrícola actual:
Vulnerabilidad de los Cultivos
Las variaciones en las temperaturas y los patrones de lluvia afectan la productividad y la calidad de los cultivos. Las sequías prolongadas pueden reducir drásticamente los rendimientos agrícolas, mientras que las inundaciones pueden destruir cosechas enteras. Además, el aumento de las temperaturas puede alterar los ciclos de crecimiento de las plantas y aumentar la incidencia de plagas y enfermedades.
Disminución de la Disponibilidad de Agua
El cambio climático está exacerbando la escasez de agua en muchas regiones agrícolas, afectando la disponibilidad de agua para riego y consumo humano. La disminución de los recursos hídricos limita la capacidad de los agricultores para mantener sus cultivos y puede llevar a conflictos por el agua entre diferentes usuarios, incluidos agricultores, comunidades locales y ecosistemas naturales.
Incremento de la Incertidumbre
La variabilidad climática y los eventos extremos generan una mayor incertidumbre para los agricultores, dificultando la planificación de las siembras, la gestión de riesgos y la toma de decisiones relacionadas con la agricultura. Esta incertidumbre puede aumentar la vulnerabilidad de los agricultores, especialmente aquellos que dependen de la agricultura de subsistencia y tienen recursos limitados para adaptarse a los cambios climáticos.
Pérdida de Biodiversidad y Degradación del Suelo
El cambio climático también está contribuyendo a la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo, lo que afecta la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios vitales para la agricultura, como la polinización, la fertilidad del suelo y la regulación del clima local. La pérdida de biodiversidad agrava la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas y reduce su resiliencia frente a los impactos climáticos adversos.
Es fundamental que el modelo agrícola actual se adapte de manera efectiva al cambio climático. Esto requiere la implementación de prácticas agrícolas sostenibles que mejoren la resiliencia de los sistemas agrícolas, la conservación y restauración de ecosistemas naturales, y la promoción de políticas que fomenten la mitigación y la adaptación al cambio climático en el sector agrícola.
El Peligro de la Dependencia Global en el Sistema Alimentario
Además de los desafíos ambientales y económicos mencionados anteriormente, es crucial abordar el peligro inherente a la dependencia global en el sistema alimentario moderno. Este modelo se caracteriza por la producción y distribución de alimentos a larga distancia, a menudo desde regiones distantes hasta los centros urbanos densamente poblados. Aunque este enfoque puede parecer eficiente en términos económicos a corto plazo, plantea una serie de riesgos y vulnerabilidades significativas a largo plazo.
Vulnerabilidad ante Perturbaciones Globales
La dependencia de la importación de alimentos de otras regiones o países aumenta la vulnerabilidad de una nación ante perturbaciones globales, como crisis políticas, conflictos armados, desastres naturales y problemas logísticos. Cualquier interrupción en la cadena de suministro, ya sea debido a problemas climáticos extremos, interrupciones en el transporte marítimo o bloqueos comerciales, puede tener un impacto inmediato en la disponibilidad y accesibilidad de alimentos para la población.
Riesgo Climático y Energético
El transporte de alimentos a larga distancia implica un alto consumo de energía, principalmente en forma de combustibles fósiles. Este modelo es altamente dependiente de una infraestructura de transporte global, que a su vez depende de combustibles no renovables. La vulnerabilidad de esta cadena de suministro se ve exacerbada por el cambio climático, que puede causar eventos extremos como tormentas, inundaciones o sequías que interrumpen los flujos de alimentos y aumentan los costos de transporte.
Impacto Ambiental
El transporte de alimentos a larga distancia contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático. Los viajes de larga distancia en camiones, barcos y aviones generan grandes cantidades de CO2 y otros contaminantes atmosféricos, lo que agrava aún más los problemas ambientales asociados con el modelo agrícola actual. Además, la producción intensiva de alimentos en grandes monocultivos para la exportación a menudo implica el uso excesivo de agroquímicos y la degradación del suelo, lo que amplifica los impactos negativos en los ecosistemas locales.
Pérdida de Resiliencia Local
La dependencia de alimentos importados puede socavar la capacidad de una región para desarrollar sistemas alimentarios resilientes y sostenibles a nivel local. Al centrarse en la importación de alimentos, las comunidades pueden descuidar la producción local y la diversificación de cultivos, lo que las deja vulnerables a la escasez de alimentos y a la inestabilidad en el suministro en caso de crisis.
Ante estos riesgos y desafíos, es imperativo promover la soberanía alimentaria y la producción local como pilares fundamentales de un sistema alimentario más sostenible y resiliente. Esto implica fomentar la diversificación de cultivos, apoyar a los agricultores locales, promover los mercados agrícolas locales y regionales, y reducir la dependencia de la importación de alimentos. Solo mediante la creación de sistemas alimentarios más descentralizados y adaptados a las condiciones locales podemos garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades en un mundo cada vez más interconectado y cambiante.
Causas de la insostenibilidad del modelo Agroindustrial
El modelo agrícola actual enfrenta una serie de desafíos significativos que contribuyen a su insostenibilidad y a la contaminación ambiental. Entre las principales causas se encuentran:
- Uso Excesivo de Agroquímicos: El empleo masivo de pesticidas y fertilizantes en la agricultura moderna es una fuente importante de contaminación ambiental y degradación del suelo. La cantidad de pesticidas utilizados a nivel mundial ha aumentado de manera alarmante, con consecuencias devastadoras para la salud humana y los ecosistemas. Además de los impactos negativos en la salud humana, estos productos químicos pueden contaminar las fuentes de agua subterránea y superficial, afectando la biodiversidad y la calidad del agua.
- Deforestación y Pérdida de Hábitat: La expansión de monocultivos y la conversión de tierras forestales para la agricultura han contribuido significativamente a la deforestación y pérdida de hábitat en todo el mundo. Esta pérdida de bosques no solo contribuye al cambio climático al liberar grandes cantidades de carbono almacenado, sino que también reduce la biodiversidad y la capacidad del suelo para sostener la vida vegetal y animal.
- Cambio Climático: La agricultura industrializada es uno de los principales impulsores del cambio climático debido a la deforestación, el uso de combustibles fósiles y la gestión inadecuada del suelo. Estos factores contribuyen a la liberación de gases de efecto invernadero, exacerbando el calentamiento global y sus impactos asociados, como eventos climáticos extremos y cambios en los patrones de precipitación.
- Monocultivos y Pérdida de Biodiversidad: La expansión de monocultivos a gran escala conlleva la pérdida de biodiversidad y la simplificación de los paisajes agrícolas. Esto aumenta la exposición de los cultivos a plagas y enfermedades, lo que a su vez aumenta la dependencia de pesticidas y agroquímicos. La pérdida de biodiversidad agrava la inestabilidad de los sistemas alimentarios y reduce su capacidad para adaptarse a condiciones cambiantes.
- Dependencia de Insumos Externos: La agricultura moderna depende en gran medida de insumos externos como semillas transgénicas, fertilizantes y pesticidas. Esta dependencia aumenta la vulnerabilidad de los agricultores a las fluctuaciones del mercado y contribuye a la degradación ambiental debido al uso indiscriminado de productos químicos y la pérdida de diversidad genética.
El modelo agrícola actual enfrenta una serie de desafíos críticos que ponen en duda su viabilidad a largo plazo. Las causas de contaminación y degradación ambiental, junto con los costos ocultos asociados con su mantenimiento, nos indican claramente que este modelo es insostenible en su forma actual. Es importante reconocer que su supervivencia se debe en gran medida a los altos niveles de subsidios que recibe, lo que distorsiona su verdadero impacto económico y ambiental.
Los costos ocultos, como la contaminación del agua y del suelo, la pérdida de biodiversidad, los impactos en la salud humana y la contribución al cambio climático, son externalidades que no están reflejadas en el precio final de los productos agrícolas. Estos costos, en última instancia, recaen en la sociedad en general y en las generaciones futuras, lo que hace que el modelo actual sea económicamente inviable y moralmente cuestionable.
Es evidente que se necesita una transformación urgente hacia un modelo agroalimentario más sostenible, localizado y prioritario. Esta reconversión debe abordar no solo la eficiencia económica, sino también la equidad social y la salud ambiental. Es esencial priorizar la producción local y regional de alimentos, fomentando sistemas agrícolas que sean resilientes, diversificados y respetuosos con el medio ambiente.
En la actualidad, con la crisis energética y climática que ya está aquí, la necesidad de estructurar nuevos modelos alimentarios es más urgente que nunca. La dependencia de combustibles fósiles en la agricultura industrial y la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios ante los impactos del cambio climático son motivos suficientes para actuar con determinación y visión de futuro.
La transición hacia un modelo agroalimentario más sostenible no es solo una opción, sino una necesidad imperativa. Debemos aprovechar esta oportunidad para replantear nuestro enfoque hacia la producción de alimentos, priorizando la resiliencia, la biodiversidad y la justicia alimentaria. Solo de esta manera podremos garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de las generaciones presentes y futuras en un mundo cada vez más desafiante y cambiante.
Reconsiderando el Subsistema Alimentario: Integración y Sostenibilidad
Es imperativo replantear nuestra percepción del subsistema alimentario como una entidad independiente dentro de un sistema mayor. Desde la óptica neoliberal, hemos tendido a segmentar y tratar cada subsistema, ya sea agrícola, financiero o industrial, como entidades aisladas con sus propias reglas y dinámicas. Sin embargo, esta visión fragmentada ha llevado a una desconexión con la realidad de que todos estos subsistemas están intrínsecamente entrelazados, y que, en última instancia, el supersistema financiero suele dominar y dictar las reglas del juego.
La base fundamental de la insostenibilidad en el sistema agroindustrial radica en su enfoque hacia un proceso industrial desvinculado de la realidad de que la agricultura es parte de un sistema vivo y autorregulado que se sostiene con los insumos que genera la biosfera. Cuando introducimos insumos externos para maximizar las producciones, desequilibramos este sistema natural, y en lugar de aumentar su productividad, lo que logramos es su desestabilización y pérdida de funcionalidad.
Este paradigma centrado en la maximización del rendimiento y la rentabilidad a corto plazo ha llevado a la sobreexplotación de recursos naturales, la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo, entre otros problemas ambientales y sociales. Además, ha contribuido a una creciente dependencia de insumos externos, como fertilizantes químicos y pesticidas, que no solo tienen un impacto negativo en el medio ambiente, sino que también generan costos sociales y de salud significativos.
Para lograr la sostenibilidad en el sistema alimentario, es fundamental adoptar un enfoque holístico e integrado que reconozca la interdependencia de todos los subsistemas y que busque restaurar el equilibrio perdido. Esto implica:
- Reconectar con la Naturaleza: Volverse a conectar con los principios de la agroecología y la permacultura, que valoran y trabajan con los procesos naturales en lugar de tratar de controlarlos o manipularlos. Esto implica prácticas agrícolas que promuevan la diversidad de cultivos, la rotación de cultivos, el manejo integrado de plagas y la conservación del suelo.
- Promover la Soberanía Alimentaria: Apoyar sistemas alimentarios locales y regionales que fomenten la autonomía y la diversidad cultural. Esto incluye el apoyo a los agricultores familiares, el desarrollo de mercados locales y la promoción de la producción y el consumo de alimentos locales y de temporada.
- Reconsiderar el Rol del Sector Financiero: Redefinir el papel del sector financiero para que apoye la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles en lugar de perpetuar prácticas insostenibles. Esto implica el desarrollo de instrumentos financieros que recompensen las prácticas agrícolas sostenibles y promuevan la inversión en agricultura regenerativa.
Al adoptar este enfoque integrado y sistémico, podemos trabajar hacia un sistema alimentario más resiliente, equitativo y sostenible que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer las de las futuras generaciones.