Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
Si México es un personaje, entonces, los mexicanos, somos unos personajes que poblamos en el país de las sombras espectrales, como en una novela-río sangrient@.
Personajes que viven, aman, odian y mueren en el drama y el melodrama, la tragedia y la comedia que se desdramatizan y se a-normalizan en los adentros y las afueras de los mexicanos como personajes en el México-personaje como patriarca de la Historia Patria, aunque El otoño del patriarca como personaje está escrito descriptivamente, Pedro Páramo es el padre-personaje de los mexicanos como personajes.
El personaje y los personajes, a mucha honra, nos deshonran a las personas buenas y sabias, pues nos tiznan y nos manchan la chingada vida en qué país es este de Agripina.
Aunque, otra vez, parezca y aparezca como la réplica presidencial:
No me vengan con eso de que los huesos cardios son los huesos cardios, el corazón es el corazón y la memoria es la memoria, cuando a mí lo que me sobran es la autoridad política y moral con la Historia Patria, los vivos y los sobrevivientes, los muertos y los feminicidios con los desaparecidos, la investidura presidencial para las mortajas, los abrazos con los balazos en el país de las sombras espectrales.
Han sido, son y serán demasiados los vivos y los sobrevivientes, los muertos y los feminicidios con los desaparecidos para que los personajes hayan dejado de serse carne y hueso para hacerse ausentes en la existencia en donde si no en la presencia en que nos los chingamos en las mañaneras y en las adormideras y los dejamos a la paz sepulcral en la que nos la dormimos y en la que nos la levantamos y salimos a espaciar el tiempo en lo que nuestras fosales nasales huelen el hedor del medioambiente porque se llegan unas tormentas de mierda, de lodo y de sangre del lado en que por allá es acá, donde todo huele, así y todo, no duele, lamentablemente, porque no toca los huesos cardios, no palpita los corazones, y, no recuerda las memorias, porque la gente y los demás, los otros y nosotros metidos al proceso electoral y sacados a la procesión funeral, todavía y con todo eso que somos todos, la vida, suspendida como un pueblo en vilo y en vela, nos es cínica y egoísta, nos es indolente e indiferente como al muerto las coronas y al niño el pozo, en el país de las sombras espectrales, el lujo es la casa y lo funeral es la caja, el ser humano es un humanismo mexicano hecho a la medida-desmedida (de y para) la casa y la caja, no sin antes y entremedio de la casa y la caja, la caza. Dónde estamos antes y ahora todos los mexicanos, no como personas y sí como personajes, desde Los de abajo a los de arriba en Pedro Páramo, desde el 2000 al 2024, en los mismos y en los diferentes planos vivos y sobrevivientes, muertos, feminicidios y desaparecidos para que los estúpidos e imbéciles intelectuales y periodistas liberales autoritarios y conservadores con las redes sociales estén con los temas, los contextos y las narrativas dilatándoseles los culos por los ojos, las orejas por las lenguas, las narices por el gusto y el placer de tirarse escupitajos a sus caras-descaradas, sean electorales y sean funerales.