Segunda parte
Por Omar Navarrera
Es una tarea pedagógico-política la de aprender de los errores en los procesos históricos y sociales. Son errores en tanto repercutan y tengan una afectación colectiva, en las clases populares y más vulnerables manteniendo así concentración de la riqueza y con ello la estratificación en clases sociales.
Si el devenir no se construye desde los aprendizajes colectivos para la transformación sustancial entonces la historia no absolverá a nadie. La historia sólo se hace aprendiendo para apropiarse y así expropiarse. En este sentido es que, en el anterior artículo, planteaba la grave problemática del ascenso de las oligarquías representadas por las extremas derechas en la región latinoamericana.
Parece que después de la acción de las izquierdas se viene una reacción de la derecha. Por ejemplo, en Ecuador, después del gobierno de Rafael Correa se vino la traición de Lenin Moreno dando cabida a las oligarquías y dejando el escenario propicio para la intervención estadounidense que se está viviendo ahora con el pretexto de la seguridad nacional. Desde luego,la táctica y estrategia imperialista siempre ha sido tener países espías de su lado y Ecuador viene a sustituir lo que antes representó Colombia en la región, cerrando la pinza junto con la Argentina de Milei para impedir el avance de izquierdas que atenten contra los intereses oligarcas.
México, con una larga tradición de gobiernos de derecha, entreguistas hasta el tuétano,ahora con una “alternancia” de izquierda centro, tan seguros de su hegemonía, pareciera que no están haciendo la tarea político-pedagógica que les correspondería desde una perspectiva crítica como izquierda que se dice ser y estar por el pueblo y para el pueblo. Es aquí donde pongo el énfasis, puesto que da la impresión de que Morena se está volviendo autoreferente como la salvadora cuasi por antonomasia de México. ¿Pero en realidad dicho partido en el poder es heredero de la filosofía de la liberación de Enrique Dussel como lo declaró hace unos meses?
Porque pareciera que hay prácticas que dicen lo contrario. Y quisiera dejar una serie de puntos problematizadores empezando por el hecho de que las políticas extractivistas no se han frenado y los resultados han sido la persecución y muerte de ambientalistas y defensoras(es) del territorio. La explotación minera, la gentrificación y con ello la precarización de la vida de las clases populares (como en Oaxaca), los megaproyectos como el que se piensa implementar en Santa Úrsula Coapa en aras del mundial de futbol, o el mismo tren Maya; el acoso que viven las comunidades zapatistas en Chiapas y toda la violencia como feminicidios y el narcotráfico, no han parado. Además, la sutileza de la precarización y explotación que se vive al interior de los nuevos proyectos de la 4T (y lo hablo con conocimiento de causa) demuestran que se quieren hacer cosas “nuevas” con prácticas autoritarias y estructuras viejas. De tal manera que podríamos estar ante un escenario en el que, aunque tengan casi asegurada la próxima presidencia, este nuevo proyecto de nación se ponga en entredicho y comience una decadencia que, como ya vimos, desemboque en un gobierno a la derecha dentro de un tiempo.