Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
Cuando la propia y la ajena acumulación y desposesión, se le están acumulando y desposesionando al Estado-Obrador por la vía de la negación de sus actos y la afirmación de sus hechos, a la vista, con la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad del pasado 2000 de la transición al presente 2024 de la transformación, el genio comunicativo (de y en) la mañanera con la investidura y la réplica presidencial se le está acabando y acabalando la acumulación y la desposesión de la premeditación, la alevosía y la ventaja anticipadas, mediáticas y fácticas con la mirada extraviada en la cara de un hombre común, corriente y ordinariamente lamentable como persona, ciudadano y presidente que, del atril a la pantalla, camina, con los zapatos, al vacío, con el poder, a todo modo, en la decadente autoridad moral y política de un gobierno liberal, autoritario y conservador: el Estado-Obrador está dejando de serse reverencial para hacerse referencial, porque la distrofia en el estilo presidencial de gobernar le viene desde el presidencialismo autoritario y conservador de los años 60 y 70 con el sistema político y la cultura política en el origen y la causa, el efecto y la consecuencia del priismo-panismo, perredismo-morenismo en el liberalismo, el neoliberalismo, el pos(t)-neoliberalismo y el transformismo del mismo y el diferente diastrofismo monolítico en el presidencialismo con la revolución de las conciencias y el humanismo mexicano, la acumulación de la corrupción y la impunidad y la desposesión de la violencia y la criminalidad le vienen de la transición y la transformación mentidas, robadas y traicionadas entre los rastros íntimos y los mataderos públicos en el país de las sombras espectrales.
La avenida, la venida y la llegada de los presidencialismos vencedores han sido y son los presidencialismos perdedores sucesivamente con el mismo y el diferente cambio en la investidura presidencial en el poder, a todo modo, en el no se hagan bolas y el nos los veo ni los escucho entre el presidencialismo y el enemigo de sí mismo con el adversarismo ejecutivo, legislativo y justicialista que, en los pesos y en los contrapesos, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos con la Soberanía y la Seguridad en el proceso electoral son la procesión funeral nacional. La metaforización de la transformación con tantas tormentas de mierda, lodo y sangre (de y en) el Estado-Obrador, no lavan el Colosiato ni el Narcosicariato desde Salinas de Gortari a López Obrador, porque han sido y son parte de lo mismo y lo diferente, por más que no sean iguales, la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad son el poder, a todo modo, sin más distingos en los vivos, los sobrevivientes, los muertos, los feminicidios con los desaparecidos, enrostrándonos y restregándonos sus gargajos sanguinolentos a nuestras caras-descaradas en la conveniencia de los prianistas-perredistas versus morenistas, no dejan de serse y hacerse los hijos de La Chingada historia patria y matria en el país de las sombras espectrales.