Por Nino Gallegos, para APIAvirtual
Como puede ser la flama de una vela que revela de Gastón Bachelard, puede ser de la poeta María Fátima, la cuentista Olivia Teroba y la novelista Aleyda Rojo que afirma: “No estamos en un país en el que escritores podamos vivir de nuestro trabajo”, y que son de la literatura y la poesía, sin más canon que la vida existencial, experiencial, mortal, y como es complicado nacer para serse y hacerse poeta y/o escritor(a), la burocracia cultural empieza localmente y termina nacionalmente en Literatura de Bellas y Arte y la Secretaría de Cultura.
María Fátima demanda y denuncia la no entrega de un premio literario municipal, Olivia Teroba expone en un ensayo premiado y entregado que:
“El centralismo limita a quienes escribimos en la periferia”.
Las dos confluyen en la periferia y en el centralismo de la burocracia cultural mexicana, no sabiendo quien esto escribe si las dos han leído,“Breve historia de nuestro neoliberalismo, poder y cultura en México”, del crítico literario, Rafael Lemus, y si no, pues allá ellas con el más acá, juntas y separadas, en la linda república de las letras mexicanas.
Lo de los premios no dados y sí dados es un juego de dados donde los jurados le hacen al Dios dado o negado, sea municipal, estatal y nacional, porque la burocracia cultural hace tiempo privilegiada grupuscularse encontró con el Estado-Obrador, pasando a una burocracia cultural cerrada, sin dejar de serse y hacerse privilegiada, no como los mismos de antes, sino como los diferentes de ahora.
De manera que María Fátima, Olivia Teroba y Aleyda Rojo son unas de las tantas mujeres como son unos de los tantos hombres que escriben poesía y literatura en el país de las sombras espectrales como en la linda república de las letras mexicanas.
Viniendo de donde uno viene con los años 60 y 70, la poesía y la literatura, no son ahora las mismas de antes, porque antes era la resistencia con el Mimeógrafo y ahora es la resiliencia con el Smartphone.
La centralización de la burocracia cultural, no ha sido la descentralización de la burocracia cultural, por más que la Secretaría de Cultura se haya trasla-dado o no a Tlaxcala, de donde es originaria Olivia Teroba y que la descentralización haya llegado hasta Hermosillo, donde vive María Fátima, los funcionarios culturales federales, estatales y municipales son como los jurados literarios: parasitarios burócratas culturales (de y en) la Linda República de las Letras Mexicanas.
Olivia Teroba, (se) da algunas respuestas existenciales y experienciales en I Concurso de Ensayos Literarios de Latin American Literature Today (LALT), con el ensayo ganador: “El dinero y la escritura”:
“La escritora detesta la romantización de esa precariedad. Y detesta aún más el aprovechamiento económico de las publicaciones de aquellas personas, cuya obra al fin genera plusvalía, pero no viven para disfrutarla. La posteridad es una trampa del mercado cultural, piensa la escritora. Que se sostiene, en gran medida, de ideas y productos que provienen de la escritura, pero se despreocupa de los escritores. La posteridad es, también, una trampa de las instituciones culturales que se legitiman con el trabajo intelectual de escritores, vivos y muertos, pero no toman en cuenta cómo se produce dicha escritura. Explotan a su beneficio las labores creativas de otros, bajo el sobreentendido de que se escribe por amor al arte. Pero la escritura es un trabajo, no filantropía. O eso quiere pensar la escritora”.
Olivia Teroba profundiza para seguir en la superflua-superficie del dinero y la escritura, no alcanzándole a María Fátima porque no le han pagado lo del dinero por el premio literario, aunque Olivia y María no viven económicamente por lo que escriben, deberían obtener más becas literarias y/o académica para seguir escribiendo, estudiando y construyendo el futuro de México con la revolución de las conciencias y el humanismo mexicano.
Si no es así, pues que aguanten: ¿en la resistencia cultural de la burocracia o en la resiliencia espiritual del feng-shui? De La Tumba de José Agustín a la tumba nacional que está en el país de las sombras espectrales, María Fátima, Olivia Teroba y Aleyda Rojo, están solas como cualquier mujer de colonia céntrica y periférica, donde los machos y las hembras son los ah, qué vergas, en el país de las sombras espectrales; ellas, por querer pertenecer a la linda república de las letras mexicanas, Jaime Sabines recomendaba a los poetas y escritores que si seguían en la quejumbre pues que dejaran de serle y hacerle a los poetas y escritores, porque a las puertas de la cultura había que tumbarlas a patadas, aunque sea la puerta Mariana en el Palacio Nacional.