Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
Los palestinos en la Franja de Gaza están viviendo, sobreviviendo, muriendo y desapareciendo, sin el derecho a existir, desde que llegaron los israelíes antes, durante y después de la segunda guerra mundial, en 1948, con la fundación del Estado Sionista de Israel.
Lo de la tierra prometida para los judíos y el paraíso para los árabes, han sido y son más la guerra que la paz, el conflicto bélico palestino-israelí como si los palestinos hubiesen sido los invasores y los colonizadores en una tierra ajena y una tierra propia de los israelíes, infernados los palestinos y glorificados los israelíes en 2023.
Santiago Alba Rico en “Israel y el derecho a la existencia”, argumenta:
“Israel, como casi todos los Estados, nació de manera violenta e injusta. Pero Israel, en todo caso, existe; existe, asimismo, un pueblo israelí; y solo podría negarse su existencia y restablecerse la justicia histórica introduciendo en la historia nuevas injusticias. Ni se puede ni se debe hacer”.
De la solución final nazi a los judíos, a la solución radical del Estado Sionista de Israel contra Hamás, USA, la ONU y la Comunidad Internacional piden “moderación” y pausas para la ayuda humanitaria, más no parar los crímenes de guerra y de lesa humanidad con la fuerza “sobrehumana de inhumanidad” pronazi-judía, el antisemitismo es el racismo de los judíos-israelíes por los árabes-palestinos, y la negación a existir de los niños gazatíes-palestinos, porque nacieron para morir por el odio existente entre los abuelos, los padres y los hijos enemigos judíos y árabes.
Si la maldad, la malignidad y la banalidad del malestuvieron del lado de Hitler y el nacionalsocialismo-nazi, el sionismo del Estado de Israel fue posesionarse y posicionarse en lo que fue la partición de Palestina, invadiendo y colonizando más tierras de lo que la ONU y el Derecho Internacional le cedieron mediante el conflicto militar de YomKipur en 1967, a reserva de que Israel se hace la víctima y la terrorista de Palestina es la victimaria, Hamás debe ser exterminado con el exterminio-genocidio de los palestinos, no teniendo el derecho a existir, ni siquiera piedra sobre piedra, acaso, escombros materiales sobre escombros humanos.
Vale citar, otra vez, a SAR:
“Esta historia no es el pasado de Israel: es el presente de Palestina; la hipocresía europea, por su parte, es el presente del mundo. Si hay alguna amenaza para Israel es la que procede de su propia historia: nadie puede exterminar a otro pueblo y celebrarlo sin sucumbir a su propia violencia material y cognitiva. Un Estado basado exclusivamente en la negación colonial del otro no es sostenible, como recordaba el historiador israelí Shlomo Sand. En cuanto a la hipocresía europea, contribuye a la desdemocratización y radicalización global en un momento de mucha fragilidad en el que el mundo mismo se vuelve cada vez más insostenible. No nos podemos permitir el asesinato de cinco mil niños en Gaza ni la negación de Palestina; primero, por decencia humana; después, por respeto a la legalidad internacional; pero también porque la alternativa a la decencia humana y al derecho no conducirá nunca a la justicia de los perdedores, sino a la guerra generalizada y la dictadura global”.
Lo cierto es que la raíz del mal no estuvo ni está en los olivos y los naranjos palestinos, pues con la partición de la tierra palestina, llegaron los israelíes con la maquinaria de los buldóceres y los tanques militares para destruir los árboles y las casas de los palestinos con la guía de Dios y la defensa del ejército cuando los palestinos usaban las hondas con las piedras en las intifadas hasta que los misiles volaron y cayeron sobre Israel y hasta que Israel se ha dado el derecho a defenderse hasta acabar con los palestinos porque Hamás tienen a israelíes secuestrados, lo que para la responsabilidad del mundo son la moderación militar y las pausas humanitarias para ayudar, y no, salvar, a los árabes-palestinos de los judíos-israelíes en los campos de concentración y de exterminio entre la Corte Internacional y el espacio vital-mortal de los culpables y los inocentes en Núremberg-ONU.
El derecho a existir es objetar con la conciencia de la infancia a la conciencia del anciano que es el hombre y la mujer a cualquier hora del pasado y el presente, porque en la incertidumbre del futuro es un solo poema como del poeta palestino, Marwan Makhoul:
“Para escribir una poesía que no sea política debo escuchar a los pájaros. Pero para escuchar a los pájaros hace falta que cese el bombardeo”.