¿Libros de Texto Gratuito Comunistas?
Por Omar Navarrera
El hacer comunidad pareciera que es la nueva perspectiva pedagógico-educativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP) con la llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM). El quehacer comunitario, en una sociedad cuyo tejido social está podrido y violentado permanentemente por la sobreexplotación estructural, se propone como una línea de acción necesaria viabilizada por la escuela pública en tanto espacio educativo para las infancias y juventudes primordialmente. Pareciera pues que la perspectiva educativa anterior que, desde luego, obedecía a un plan de nación con un sesgo neoliberal, se está desplazando por lo menos discursivamente.
En la primera parte de este artículo problematizaba la idea de que les resulta incómodo, quizá alarmante a las élites empresariales, el planteamiento de una educación para hacer comunidad. Incluso, semánticamente, se hacía una relación arbitraría entre lo comunitario con el comunismo, tal confusión deliberada pone en evidencia que a la clase empresarial (acostumbrada a manejar las riendas del Estado mexicano) no le agrada ni un poquito la idea de construir comunidad. Por el contrario, parecería que se le está expropiando la escuela pública en tanto brazo educativo y reproductor de pensamientos e ideologías. En este sentido los medios masivos hacen lo propio, lanzan a sus comediantes televisivos para despotricar contra los planteamientos de la NEM y los libros de texto, como si fueran los pedagogos y maestros calificados para hablar del tema.
El comediante Villalvazo, esbirro de Salinas Pliego, en uno de sus noticiarios hacía una comparativa por demás grotesca entre los supuestamente erróneos libros de texto y una tiendita de abarrotes que le regalaba dulces y chatarra a los niños del nivel básico si tenían buenas calificaciones. Es decir, para la clase empresarial los libros de texto gratuito, con una perspectiva comunitaria, intercultural y crítica; no tienen ningún valor frente a la meritocracia y la competencia entre las infancias cuyo esfuerzo sería premiado con chatarra. Un claro ejemplo que sintetiza las pedagogías críticas frente a las pedagogías de dominación y consumismo.
Ahora bien, también vale la pena preguntarnos si la Nueva Escuela Mexicana es el proyecto educativo definitivo que pondría en evidencia las contradicciones del capital y su brazo extractivista-neoliberal, iniciando por el sistema educativo mexicano. Porque tampoco se trata de comprarnos ciegamente una relativamente “nueva” visión pedagógica-educativa. Más bien habría que analizar y dar seguimiento puntual en su ejecución, porque una cosa es la narrativa que se está construyendo y otra es el poder del discurso llevado a la praxis. Que dicho sea de paso, la NEM no es más que la síntesis de la educación popular, las pedagogías críticas y decoloniales latinoamericanas construidas en el seno de las luchas antiimperialistas de los pueblos.
Si por un lado la NEM tiene ideas disruptivas y expectativas (de las cuales también hablé en el número anterior) por otro lado habría que evidenciar quiénes, cómo y dónde se piensan aterrizar. Es como delegar un cambio de paradigma educativo a personas, métodos y formas (didácticas) cuyas perspectivas y prácticas siguen estando en una zona de confort (conservadora). Para que una pedagogía alternativa, crítica y disruptiva pueda concretarse tienen que haber cuadros que la sostengan, actores educativos que no reproduzcan las viejas prácticas. El discurso empresarial está bien introyectado en la educación pública porque la privatización no sólo es material sino también simbólica e ideológica. De nada sirve que la NEM tenga buenas propuestas si no hay un cambio de pensamiento, ni otros métodos didácticos, porque para cambiar hay que encarnar otras pedagogías.