Por Javier Urbano Reyes
Tragedias como la de Texas, en la que más de 50 migrantes murieron, son situaciones dolorosas, pero infelizmente esperadas. Es la vergonzosa lotería en la que se ven involucrados diariamente miles de migrantes en todo el mundo. Diferentes ejemplos son representativos del altísimo grado de vulnerabilidad y riesgo en que transitan estos seres humanos:
2000. Dover, Inglaterra. 58 migrantes chinos mueren al interior de un camión.
2008. Ranong, Tailandia. Un camión es ubicado y en su interior se localizan los cuerpos de 54 birmanos.
2009. Suroeste de Pakistán. 35 migrantes afganos mueren al interior de un contenedor.
2015. Frontera entre Austria, Hungría y Eslovaquia. Es localizado un tráiler con cerca de 70 migrantes muertos. Las autopsias revelan que fallecieron sofocados al interior de este transporte. Son abandonados por traficantes.
2019.Cercanías de Essex en el Reino Unido. Un camión de carga es localizado y en su interior se encuentra a 39 migrantes vietnamitas muertos.
2021. Más de 50 migrantes fallecen en un accidente cuando son transportados en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
2022. 18 migrantes muertos al tratar de ingresar a la ciudad de Melilla a través de Nador, Marruecos
2022. 51 migrantes muertos en Texas que son abandonados por traficantes.
En todos los casos, la historia comienza como acaba: los migrantes son traficados, pagan miles de dólares o euros por un servicio supuestamente seguro. Llenan los bolsillos de quienes cimientan uno de los negocios más lucrativos en el mundo, como lo es la compra y venta de seres humanos, delito que rivaliza con el tráfico global de drogas y armas.
La tragedia se va a diluir en la memoria de la sociedad en poco tiempo porque ya se ha normalizado este tipo de situaciones y, en muchos casos, parte de la sociedad en el mundo trata de eximirse de la responsabilidad ética y moral porque ellos son migrantes, es decir, no pertenecen a la comunidad.
Para que haya un cambio es necesario preguntarse: ¿qué está haciendo el Estado en el momento que suceden estas situaciones? Si asumimos que los muertos en los transportes de carga son un fenómeno global, hagamos una correlación:
Los Estados están radicalizando sus estrategias de represión, contención y clandestinización.
El asilo, una de las figuras más solidarias en el mundo contemporáneo, se encuentra en una situación de inviabilidad dada la aparición de figuras legales intermedias (Remain in Mexico –Permanecer en México-, protecciones temporales, etcétera) y la cada vez menor responsabilidad que asumen los países desarrollados, especialmente porque la gran carga de estas personas recae en naciones pobres.
Es decir, la rentabilidad del tráfico de personas se fortalece al mismo ritmo en que los estados fortalecen sus estrategias represivas contra el movimiento migratorio en el mundo. El Estado es el responsable directo del gran poder que hoy ostentan las mafias de traficantes.
Este escenario por supuesto cierra el círculo perfecto para los traficantes, quienes asumen la función de gestores de las migraciones: definen los costos, rutas y perfiles; establecen acuerdos con otros grupos criminales, como los cárteles de las drogas; gobiernan las rutas, sobornan a funcionarios, se apropian de las vidas y rentabilizan la desesperación de millones de seres humanos. Parece que asistimos a un Estado que ha declinado de su responsabilidad y ha dejado la función de modulador de la mayor parte de los flujos migratorios a las organizaciones criminales.
Texas es sólo la muestra del desprecio que el sistema de naciones tiene por la vida de las poblaciones migrantes. Cambiar esta situación nos convoca a redefinir la política global en materia de migraciones, una empresa tan grande, como grande es la urgencia por buscar otras alternativas que permitan arrancar de las manos criminales a estos seres humanos.
*Dr. Javier Urbano Reyes, profesor e investigador del Departamento de Estudios Internacionales y académico de la Maestría en Estudios sobre Migración
Publicado en Desinformémonos