Por Vulgo Culto
Seguramente en alguna ocasión habrás recibido en tus redes virtuales, amigo lector, algún escrito, mensaje, vídeo, cartón, imagen, etcétera, que suena muy convincente y te deja reflexionando en lo que dice, sin embargo no estás muy seguro si dicho contenido está apoyando la filiación política, cultural o ideológica con la cual coincides o más bien la ataca sutilmente. En estos tiempos tan políticamente polarizados más de uno argumenta aparentemente muy bien un montón de falsedades o “feicnius”y como normalmente no somos muy duchos en sofismas y falacias lógicas ya no sabemos si compartir o no, pues queremos contribuir a la causa, pero corremos el riesgo de incluso contradecirla si no nos aseguramos primero de por dónde va la cosa. Dicen que el diablo para engañar mezcla un poco de verdad con un chorro de mentiras y pos’ ta’ cañón saber. Así que solo quedan de dos sopas: o le damos reenviar echándole una persignada o le damos “dilit” y lo mandamos a la chin…ada.
Aquí te van tres elementos que te servirán para identificar la intención de una publicación:
1. Su formato. Lo primero es ver si el mensaje es informativo, narrativo, de investigación o de opinión. También puede ser mixto, pero bien definido. Si es honesto no debe costarte trabajo darte cuenta cuando se trata de información periodística, propaganda política o publicidad comercial, de lo contrario la persona que publica no está manifestando una intención clara y estaría siendo ambiguo, lo cual encendería una luz de alerta, así que desconfía.
2. El estilo. Trata de observar si está criticando una propuesta o proyecto o lo está apoyando. En principio no debería caer ni en insultos ni en salamería (demasiados halagos). Hay que observar si el tono es dramático o sarcástico, pero sobre todo debe basarse en datos duros y contener un razonamiento lógico en sus argumentos. Y lo más importante, hay que ver que tantos adjetivos calificativos utiliza y si con ello se rebate una idea o más bien se (des)califica a una persona.
3. El sesgo. Tanto el autor como del medio de comunicación se definen siempre por su filiación ideológica. Investiga cuál es, debería ser pública y poder decir sin tapujos “soy de izquierda o soy de derecha y qué”, o “soy ateo o soy creyente y qué”, sin ocultar su pensamiento, en otros temas quizá existe lo neutral, pero por lo regular en política y religión no. Se puede creer o no en dogmas, pero hay que tener claro que no es lo mismo hablar de creencias (no se pueden probar) que de conocimientos (sí se pueden probar), por lo tanto no valen las sentencias absolutas, es decir, nada puede ser simplemente “porque yo lo digo”.
Por último una nota. En cuanto a lo que no se dice, pero está implícito. Es importante hacer notar que si la autoría no es propia pero se comparte sin explicar porqué, entonces debes asumir que quien lo reenvía coincide con su esencia, si no, pa’ qué lo reenvía.
Y por más último, último, el abuso de frases muy cortas, onomatopeyas (palabras que imitan sonidos), demasiados memes o emojis, significan lenguaje limitado propio de una falta de profundidad en el pensamiento. Ora sí, ya me voy, ahí se ven.