En Reconocimiento a su Papel Histórico
Por El Saltapatrás
Sirvan estas breves y modestas líneas para reconocer este 15 de mayo a esos seres indispensables que con didáctica y el arte de la paciencia, con recursos o sin ellos, y a través de incalculables generaciones, han contribuido socialmente al desarrollo del saber y al fomento del conocimiento: los Maestros. Quienes además de reiterar en su práctica cotidiana la importancia de estudiar, buscan convencer a una ciudadanía cada día más desorientada, indisciplinada, terca y falta de humildad, de enaltecer los valores formativos para no vivir en desventaja social y, de pasadita, evitar ser tachados de iletrados, burrazos o ignorantes, como coloquialmente se acostumbra agraviar al amante de los cincos o a quien es la escuela les causa alergia.
Su misión, como es sabido, no se limita únicamente al ABC de la enseñanza-aprendizaje ni a la sensatez del «no corro, no grito, no empujo», sino a fomentar el sentido del respeto y la disciplina, contribuyendo a moderar, además, esa salvaje impulsividad natural que de fábrica traemos y guarece en estado mustio tras la máscara del autonombrado homo sapiens-sapiens. O sea, en beneficio de nosotros, macheteros de a pie, o estiraditos de alcurnia, o confusos clase medieros divagando desorientados entre si pertenecen a los de aquí o a los de allá. La cosa, para el docente, en su misión profesional, es pareja y por igual por el hecho de ser humanos.
El maestro, entre muchas bondades ya señaladas, es ese ser indispensable que impacta, de uno u otro modo, al ciudadano del mundo y que, por su cotidiana labor en pro del desarrollo formativo desde la infancia, merece un justo reconocimiento reflexivo más allá de los presentes y homenajes típicos de la fecha. Merece, en virtud de su noble tarea que incluso, ha llevado más allá de las aulas como históricamente consta, una reivindicación de su imagen.
Es necesario reconocer que, por lo menos desde el sexenio de Felipe Calderón, se fue menospreciando la imagen del maestro mexicano a partir de que los gobiernos neoliberales al servicio de la OCDE los denigraron y hasta ofendieron, como si se tratase de un gremio socialmente bochornoso al que sistemáticamente se tenía que acosar a través de reportajes y distorsión informativa. Pues así como ahora los grupos de poder político-empresarial se coordinan para proyectar como vergonzoso y poca cosa el quehacer del ejecutivo y la 4T, lo mismo sucedió con el quehacer docente y la imagen que se proyectó de este gremio en el país. Un ejemplo de ello se evidencia en los pseudoanálisis que en materia educativa difundía Claudio X. Gonzáles a través de la publicidad impresa de las tiendas Coppel que se arroja de puerta en puerta. Lo mismo que el prófugo de la justicia Carlos Loret de Mola presentaba en las salas de cine, muy preocupado él, con su tendencioso documental sobre educación titulado “De Panzazo”.
La encomienda era clara, la educación, los maestros y la escuela pública tenían que ser etiquetados como una vergüenza nacional. “¡Los máistros!”, despectivamente se le escuchaba decir a personajes del chayote profesional como Carlos Marín de Milenio, o la burlona expresión de“¡otra vez los maestros!” de la borrachina Yuriria Sierra de Grupo Imagen, o como cuando el gremio magisterial marchaba en contra de la Reforma Educativa durante el sexenio peñista con carcajadas, Alejandro Villalvazo celebró durante su emisión de radio la violenta acción de los vendedores ambulantes de Tepito en contra de maestros de la CNTE, quienes, al marchar por la zona, fueron recibidos a palos acusados de perjudicar las ventas y crear el caos por la ocupación que la disidencia magisterial realizaba en el centro histórico de la CDMX.
El maestro mexicano, así, pasó a ser un trabajador flojo negado a evaluarse, “porque son burros y no aprueban los estándares internacionales de evaluación” (amañados); fue lo que en términos generales, se fomentó en la opinión ciudadana sin más datos que el lograr una campaña de desprestigio. Donde comunicadores, académicos e intelectuales al servicio del poder, juntos y de la mano, alimentaron la idea de culpabilidad de los maestros y, casualmente, a dar el visto bueno de la Reforma Educativa de Peña Nieto. Sylvia Schmelkes, Denise Dresser, Federico Reyes Heroles, Jorge Castañeda Gutman, entre otros, se convertían en el brazo intelectual que avalaba que el maestro se sometiera a procesos de evaluación estandarizados, evitando mencionar, las repercusiones y violaciones que sus derechos laborales sufrirían al consumarse tal evaluación.
Con Obrador en la presidencia, llegó el turno de la 4T. Sin que se puede negar que durante el peñanietismo, el movimiento magisterial abonó significativamente al triunfo de AMLO, pues los maestros no solamente defendieron sus derechos, sino que encabezaron la protesta social más importante de las últimas décadas, dejando exhibido al Estado y obligándolo a recurrir a los mecanismos de represión más infames solamente vistos desde “La Guerra Sucia” en tiempos de Echeverría. Normalistas rurales desaparecidos, maestros asesinados o detenidos arbitrariamente, acoso laboral y profes cesados de sus funciones, entre otras elegancias del viejo PRI, fue como se ejecutó un verdadero terrorismo de Estado en contra la resistencia magisterial. Se llegó a la mitad del sexenio de la 4T y la reforma en materia educativa sigue intacta. Las condiciones laborales-administrativas permanecen, salvo que desaparecieron las amenazas de despido. Dos secretarios de educación han ocupado el puesto desde entonces, siendo la maestra Delfina Gómez la actual titular, pero con una presencia opaca como el papel albanene, en espera, al parecer, del momento para renunciar a la SEP y volver a contender por la gubernatura del Edomex. Mientras tanto, los maestros se muestran pacientes, pese a que poco se ha hecho por resarcir su imagen, por resolver su situación laboral, o salarial, o por modificar los tan manoseados contenidos de los programas de estudio. Pero en Machetearte, no solamente los felicitamos en su día, sino que además reconocemos su papel histórico más allá de las aulas como recientemente ocurrió con el confinamiento por la pandemia de SARS-CoV-2.