Por Omar Nava Barrera, para APIAvirtual
Apenas hace unos días, antes de que estallara el conflicto bélico entre Rusia y la OTAN cuyo rostro es Ucrania, un buen amigo mío me hizo el comentario de que le parecía muy exagerada la idea de que la llamada guerra cognitiva tuviera repercusiones graves en la sociedad. Muy seguro estoy de que incluso, al igual que muchas otras personas, duda de la autenticidad y concreción de una guerra que más bien pareciera una quimera ficticia sacada de la literatura cyberpunk de mediados de los 80.
Y es que estamos tan familiarizados con una idea de guerra cual carnicería, en la que la artillería pesada es el pincel que traza de rojo un escenario apocalíptico, como el que estamos viviendo actualmente. Pues es que el imperialismo occidental nos ha acostumbrado a tales escenarios en sus muchas intervenciones, mientras los medios convencionales juegan el papel de posicionar la narrativa hegemónica invisibilizando otras lógicas de entender la realidad. Es precisamente aquí donde se manifiesta la llamada guerra cognitiva, una guerra que se pretende sutil e invisible y que en realidad no es nada nueva en el panorama mundial, sienta sus inicios por lo menos desde que vivimos transversalizados por una red de conexión global en hipercomunicación llamada internet.
No es exagerado creer que en este mundo, con una profunda crisis civilizatoria que inauguró a la llamada época del Antropoceno, las guerras tengan que refinarse para seguir manteniendo una estructura sistémica. Mantener la ilusión de la ilusión de la legitimidad ilegitima de lo que Sayak Valencia (2010) denomina necropolítica en un capitalismo gore; pareciera pues la tarea más importante de los últimos tiempos para ese pequeño porcentaje de semidioses que se creen dueños del mundo.
La guerra cognitiva vislumbra entre los organismos apéndice de la OTAN, desde su proyecto Innovation for Defence Excellence and Security (IDEaS), también conocido como Innovation Hub, con sede en Canadá (Rebelión.org, 2022). Se pone de manifiesto que tu cerebro es el nuevo campo de batalla que hay que colonizar, ya que dentro del enorme mar de información en esta red global compleja la desinformación y la propaganda, pedagógicamente mediadas por las redes sociales y medios convencionales, tienen por objetivo fatigar psicológicamente, lo cual permitiría construir escenarios saturados de un contenido muy particular para la aceptación de acontecimientos coyunturales y orgánicos (como las intervenciones), en función de una lucha de correlación de fuerzas geopolíticas de nuestro tiempo. Por ejemplo, hablemos en términos concretos y actuales, la guerra Rusia “contra” Ucrania es expuesta de manera maniquea por los medios hegemónicos bajo una línea imperialista occidental. Y es que no estoy a favor de ningún tipo de guerra, pero es primordial comprender como se gestan las fuerzas en el contexto geopolítico actual. En el conflicto bélico hay una pugna de intereses, por un lado se encuentra el imperialismo ruso y por el otro la OTAN, Unión Europea y EE.UU donde el país Ucraniano, bajo sus peligrosas ideas ultranacionalistas, está siendo utilizado como el pretexto doloso pero necesario mediado por políticas extractivistas. Bajo este escenario, hubo antes y habrá después una guerra cognitiva, la cual busca determinar las formas de pensamiento para la aprobación de una agenda imperialista. Pero ¿tú qué piensas como lector? ¿Bajo qué narrativas te informas? Tomemos en cuenta que la disputa por tu mente es también una labor pedagógico-educativa.