Esto escribió el anarquista Ricardo Flores Magón como respuesta a lo que un “curita” sentenció- en medio de rayos y truenos- desde el púlpito, y todo porque llevaba varias semanas sin recibir el dinero que recibía por la unión de la parejas en el sacrosanto matrimonio. Entre muchas otras lindezas soltó: ‘todas la mujeres que no se casan por la iglesia, son unas cualquiera’.
«(…) Tiene gracia el curita, porque ¿a quién se le había ocurrido insultar a una mujer por el hecho sensatísimo de no dar cuenta a los curas de su unión con un hombre?
En realidad, curita, sábelo: el amor es un asunto privado de dos seres, y es impropio que se lo comuniquen al cura o al juez. El amor pierde su encanto con la publicidad. El amor necesita del misterio, del secreto; sólo así es bello.
El amor pierde su poesía cuando pide a un sacerdote o a un juez que lo autorice. El amor sólo se siente intensamente en la intimidad.
Los seres humanos han prostituido el amor al permitir que terceras personas intervengan en asuntos que sólo competen a dos. El amor está bien en la discreción de la alcoba. ¿Para qué interrumpir la sublime música de dos corazones con las amonestaciones del clérigo o la fría palabrería del juez? ¡Eso es echar margaritas a los puercos!
El amor que pide sanción, no es amor. El amor es espontáneo, ¡bendito sea el amor! ¡Amor perfume, luz, alegría: son la misma cosa! ¡Es la vida! Vida sin amor ¿qué vida es? Si hay vida es por el amor. Las plantas se aman. ¿No lo sabes? Pregúntaselo al polen que tiembla en el cáliz de la flor; pregúntaselo al insecto que hace vibrar sus alas en una canción que invita a la caricia sin que tú, curita, la sanciones, ni que el juez la autorice. El amor debe ser libre.
Si quieres echarte algunos pesotes al bolsillo, trabaja, hombre, trabaja; pero no te desquites con los seres libres que rehúsan arrodillarse ante ti o ante el juez para perpetuar la vida».
Publicado en el auténtico periódico Regeneración, núm. 245, 30 de septiembre de 1916