Un curita cuya parroquia está al borde de la quiebra, decide visitar a Ricardo Salinas Pliego a fin de pedirle su colaboración.
-Buen día -saluda el sacerdote y agrega: he venido a pedir su colaboración económica para nuestra iglesia, ya que de acuerdo con nuestros datos, usted gana más de 10 millones de dólares anuales, y sabemos que es usted un alma buena que seguramente nos ayudará con alguna donación significativa en beneficio de los más pobres…
El “Richard” prende un puro, sirve un whisky y saca una carpeta de papeles, diciéndole luego al sacerdote:
-Según sus datos yo gano más de 10 millones al año, pero en sus datos no consta la enfermedad de mi madre cuyos gastos médicos no son cubiertos por su infeliz pensión de jubilación ¿verdad?
-No señor, no sabía eso… -contesta el cura.
-En sus datos tampoco consta el divorcio con mi mujer, el cual cuesta una cifra que usted no alcanza a imaginar, ¿verdad?
-No, tampoco lo sabía…
-Entonces tampoco sabrá que mi hermano es ciego y nadie le quiere dar trabajo… -dijo el millonario apurando un sorbo de whisky.
-No, no señor…
-Me imagino que en sus datos tampoco aparece el hecho de que mi hermana ha enviudado hace dos años, quedando sin un centavo para atender a sus siete hijos.
-No, no señor y lo lamento mucho… -dijo el cura avergonzado.
-¡Sabía usted que mi padre es diabético, que sufre del corazón y que está atado a una silla de ruedas desde hace 15 años? ¡Claro que no sabía! Como tampoco sabía que tengo dos sobrinos sordomudos que están prácticamente en la calle, ya que mi hermano está encarcelado por quiebra. ¿Verdad?
-No señor, no sabía nada de eso y créame que lo lamento… -contestó el cura compungido.
-Entonces explíqueme -dice el ricachón: ¿Porqué carajos debería darle dinero a su iglesia si no se lo doy a ellos?