Por el Saltapatrás
Para entender el conflicto afgano es necesario rebobinar el cassette de la historia hasta llegar al track del siglo XIX. Y como para no olvidarnos de las viejas prácticas colonialistas europeas y las consecuencias que sus legados suelen dejar en las regiones invadidas, saltan a la luz dos viejos conocidos, el imperio británico y el que alguna vez fue el imperio ruso. Quienes allá por 1837 hasta 1907, protagonizaron una especie de “Guerra Fría” conocida en el mundo del espionaje como “El Gran Juego”, y que a lo largo de esos años, no intentaron otra cosa que imponer su presencia en la región, anulando para ello, al poder del reino de Afganistán por medio de rivalidades políticas y pleitos religiosos a partir de propiciar la llegada de diversas etnias provenientes de regiones periféricas para asentarse en el país, y finalmente, organizar guerrillas a las que se dotó del armamento necesario para que entre la población originaria y los recién llegados, arreglaran sus diferencias entre constantes rebeliones.
Ya entrado el siglo XX no podemos olvidar la presencia desde 1978 de los gabachos y esa lucha de pesos pesados protagonizada por USA y la ex URSS, que inspiró tantas películas como Rambo III, el que con un espíritu de soldado americano hollywoodense, fue enviado hasta asia central para liberar prisioneros de guerra americanos y de pasadita, darle su merecido a los crueles y despiadados soviéticos invasores, que ayudado de una etnia afgana ávida de coraje musulmán y emancipación contra la potencia rusa, el ex boina verde logra la hazaña justiciera devolviendo ese simbolismo de libertad que tanto le gusta proyectar en sus películas al país de las barras y las estrellas.
De regreso a la realidad, la situación histórica básicamente es la misma, pues el país, pero sobre todo su gente, siguen siendo rehenes de potencias occidentales que al aprovechar la ya esencia multiétnica sembrada en ese pueblo, propician insuperables desencuentros ideológicos que a lo largo de los últimos años, permiten las condiciones para quitar y poner gobiernos que no garantizan la estabilidad para nadie. Así ha desfilado el partido comunista de influencia soviética, como los fundamentalistas islámicos conocidos como muyahidines, quienes apoyados por Estados Unidos, ambos grupos, protagonizaron la guerra de Afganistán (1978-1992), siendo en aquel momento, la ex URSS a quien le tocó saborear la derrota.
Con la victoria de los muyahidines conformada por una coalición unida por un espíritu anticomunista, se instaura así el estado islámico de Afganistán, conformado por distintos grupos étnicos entre los que se encontraban los talibanes y Al-Qaeda, cuyo miembro fundador fue Osama bin Laden (que ni afgano era), y quienes (según) anhelando la instauración de una ley islámica radical de intención expansionista, ambos grupos, posteriormente, unifican fuerzas ante nuevas diferencias políticas e ideológicas en contra del reciente gobierno fundamentalista de los muyahidines que ellos mismos habían ayudado a instaurar, provocando el surgimiento de otra guerra civil en 1992 que, con el triunfo talibán, obtienen el liderazgo político hasta 2002, una vez que fuerzas islamistas apoyadas por la intervención norteamericana (motivada por los atentados del 9/11 en Nueva York), dio como resultado un gobierno provisional entre EU y la OTAN, quienes nunca reconocieron al gobierno del Emirato Islámico de Afganistán (EIA) de los talibanes característico por su radicalismo árabe. Durante estos interminables conflictos previos al gobierno provisional de la OTAN y EU, resulta que bin Laden, ante tanta intromisión y gandallez gringa, lanza una serie de atentados contra EU en una supuesta declaración de guerra por metiche y por los abusos del expansionismo del tío Sam, para posteriormente, iniciarse una cacería contra el osado terrorista quien gozó de la protección de los talibanes mientras era buscado. Y pese a la intervención yanqui para eliminar al movimiento talibán y autonombrarse como el pacificador con el visto bueno de la OTAN, a partir de 2018,el expresidente Trump ordena la salida paulatina de sus tropas para poner fin al conflicto entre guerrillas talibanes y soldados americanos. El 29 de febrero de 2020 en Doha, Qatar, con la intención de propiciar la paz y una transición política pacífica para el país, EU firma con el EIA de los talibanes un acuerdo, mismo que recientemente se incumplió con el regreso del gobierno talibán en las condiciones dramáticas que han dado la vuelta al mundo. Situación que da la impresión de seguir teniendo un trasfondo interminablemente turbio.