Por Xanat Alcántara
“Hablar de mi muchacho me parte el corazón, es muy doloroso; tuve que trabajar conmigo en todos los sentidos. Sabemos que el gobierno los privó de su libertad. Daré mi vida por encontrar a Pepe”, narró don Emiliano Navarrete, uno de los padres de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26/27 de septiembrede 2014 en Guerrero.
El relato fue el pasado fin de semana en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, durante la presentación del libro ‘Ayotzinapa. La travesía de las tortugas’, en el que se describe la vida de los normalistas antes del 26 de septiembre del año pasado.
En este trabajo de investigación periodística, elaborado por 47 reporteros que por iniciativa propia visitaron a los padres y madres de las víctimas con la intención de conocer y compartir las historias, las vidas de los 43 estudiantes desaparecidos, las de los 3 asesinados y la de Aldo Gutiérrez Solano, que desde esa noche se encuentra en estado de coma.
Por parte del público se preguntó porqué del título. Mónica Ocampo, coordinadora del proyecto, respondió: “Ayotzinapa significa tortuga en náhuatl, varios padres nos cuentan que sueñan que sus hijos regresan, entonces lo nombramos así porque ahí se cuenta el camino que ellos han recorrido y creemos que hacer memoria, también es hacer justicia”.
En su momento, la periodista Carmen Aristegui, comentó: “Ayotzinapa es herida abierta que cruza de lado a lado a México y que significa una y mil cosas. Ayotzinapa es la historia de estos jóvenes que quieren ser profesores, porque están desaparecidos y no podemos darlos por muertos. Ayotzinapa es la exhibición de esta parte podrida de un conjunto de instituciones que rompieron ese espacio y la frontera para confundirse con delincuentes. Se pretendió dar carpetazo con ‘la verdad histórica’, que ha sido refutada por el grupo de investigadores independientes (GIEI, Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes). Si esos chicos no fueron incinerados ¿Dónde están? Este libro ayuda a mantener viva la llama y la memoria”.
Por otra parte, el pasado 25 de septiembre, cerca de las instalaciones de Tv UNAM, Ciudad Universitaria, en el Distrito Federal, se platicó con David, Alias “Citlalan”, estudiante normalista de Ayotzinapa. Aquí la narrativa:
David, alias “Citlalan”, significa lugar de estrellas en náhuatl. David es originario de Zitlala, Guerrero. David habla quedito, con la voz tranquila, tiene la piel morena, los ojos grandes y las cejas muy pobladas. Después de superar varias pruebas logró entrar a la Normal Rural de Ayotzinapa con la intención de poder llevar sus conocimientos a los niños, a los que quiere dar clases en su pueblo. Sabe hablar náhuatl y español. Cuenta que se comunica con los pequeños en ese idioma.
El 26 de septiembre del 2014, tres compañeros son asesinados por policías y 43 son desaparecidos. Dos de los caídos era amigo de David: Daniel y Julio César. Él recuerda la forma en que Julio César Ramírez, se paraba a su lado cuando tocaban juntos en la banda de guerra de la Normal “Raúl Isidro Burgos”.
A Daniel Solís, sus amigos le decían “El Chino”, por su cabello rizado y los ojos pequeños, rasgados, otro de sus compañeros que formó parte de la banda de guerra. “Un día los tenía a mi lado. Y al otro día, están muertos. No entiendo”.
Rememora que recibieron llamadas de los estudiantes que estaban siendo atacados por la policía de Iguala. David ya había puesto el pie sobre la camioneta para ir a apoyarlos pero un compañero le pidió que se quedara a hacer guardia en la escuela. No fue, se quedó en la escuela. Piensa que “alguien” lo salvó pues ahora él podría estar desaparecido o muerto; su familia estaría exigiendo justicia.
Desde hace un año, David busca a sus amigos, exige y grita por ellos. Acompaña la lucha de los padres de los 43. No sabe lo que se siente perder a un hijo, pero sí lo que significa perder a un compañero. Y se despide: “¡Ayotzinapa vive y vivirá!”.
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