“Conozca México, Visite Tepito”
Por Alberto Híjar Serrano
Desde el pedregoso paisaje solo y hostil y la roca enhiesta y retadora, la crónica en imágenes de Daniel Manrique da razón de los esforzados trabajos de instalación del primer campamento. Eran tiempos, hace 44 años, de Campamentos Unidos que incorporó a la Unión de Colonos de Santo Domingo al proyecto de apropiación de los espacios inhóspitos para transformarlos en vivienda popular como espacio comunitario para la vida de difícil construcción organizada.
Manrique llegó desde Tepito. A raíz de una exitosa exposición en la Galería Velasco en Peralvillo, creció el cumplimiento de la consigna-título “Conozca México, visite Tepito”. Como suele suceder, los críticos de arte la ignoraron y a cambio, creció como movimiento cultural Tepito Arte Acá. El habla popular quedaba como identidad de barrio y de ahí en adelante para pintar muros, hacer teatro en las vecindades, publicar poemas y cuentos locales pero universales, en fin, la relación con grupos fraternos europeos y americanos para recibir invitaciones cumplidas en Inglaterra, Francia y Canadá. También en Arquitectura Autogobierno, un importante proyecto universitario cumplidor de las proclamas autogestivas del 68. En Ciencias Políticas sobrevive el mural de Manrique aunque no se sepa bien a bien su sentido popular.
“El valor de las piedras” llama Manrique a un cuadro con mujeres piedra en mano. El recurso de los cuerpos retratados con toda precisión por la vía de la convivencia, hace de las mujeres en acción, en reposo, preparando la subsistencia, la crónica de las treintonas y cuarentonas veteranas de mil heroicidades cotidianas e invisibles. La pintura de La Chava como presencia juvenil, hace del testimonio pintado un recurso testimonial a la par que una experiencia estética conmovedora.
“Estructuras” es una composición compleja con los tirantes y las vigas de madera, verticales, horizontales y diagonales, para crear un espacio dinámico como signo de trabajo esforzado con materiales elementales. Cristo no puede faltar como religiosidad distinta a la disciplinada por la Iglesia hasta volverla rutina vacía. Son las mujeres las que se apropian amorosamente de Cristo, lo acarician, lo seducen, todo para cumplir con la construcción del cuerpo místico de Cristo en una especie de misa de otra manera no habitual.
El mural en La Escuelita “Emiliano Zapata” por supuesto, tiene tres planos con el pasado indígena, la conquista y la explotación de la colonia agravada ahora por el capitalismo por despojo, característico de la terrible agonía de una fase histórica que amenaza de muerte a la humanidad y al planeta Tierra. “Cuando los jodidos del mundo aprendamos a convivir y aprendamos a compartir entre nosotros el producto de nuestro propio trabajo, entonces viviremos bien” sentencia Manrique en el mural.
Nada ni nadie le entra a la parte negativa bien distinta al artículo emblemático de Carlos González Lobo, veterano del Autogobierno de Arquitectura con título-consigna: “Por una ciudad de barrios”, obviamente contra la invasiva, destructora y muy contaminante y corruptora invasión de centros comerciales trasnacionales, torres departamentales y calles y puentes antipeatonales. La venganza a la autogestión es cumplida por el gobierno y la policía con la protección de bandas de delincuentes como amenazantes pandillas. Frente a esto, el recurso del trabajo comunitario especialmente el de las mujeres, garantiza la vida en común con presencias tan importantes como doña Fili octogenaria marchando por las causas justas, inaugurando coloquios en defensa de la tierra-territorio-terruño y alentando la constancia organizadora y solidaria con las causas justas.
La alerta roja está encendida, “estamos contra el futuro” proclaman las marchas y plantones contra la ciudad de los ricos que ocupará la Planta de Asfalto inutilizada. En el presente de lucha organizada hacia un futuro de buena vida, Manrique, el compañero Carlos Plascencia recién fallecido, viven en la dimensión estética a partir de la pintura testimonial de excelente calidad plástica para construir la memoria histórica y social de difícil pero constante realización con 44 años de esforzado trabajo constante.
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