Por Alberto Híjar Serrano
Jubilosos, los lectores de noticias recibieron el informe del golpe militar contra la Sección XXII del magisterio de Oaxaca, que desaparece el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) para crear otro del mismo nombre pero sin la CNTE y se dieron vuelo insultando a los maestros en lucha contra la reforma educativa. Claudio X. González, atendido por sus lacayos, fue entrevistado como héroe combativo pese a no contar más que con un membrete vacío y una opinión fascista semejante a la de Amparo Casar, sacada de alguna piadosa institución privada dispuesta a la explotación de escuelas e institutos. En el noticiero de CNI hubo una posición sorpresiva a cargo de uno de los apellidados Reyes-Heroles Márquez que bien podrían suprimir el Heroles para liberarse de la carga paterna y dejar de jugar a la aristocracia priísta. Frente a un entrevistado que afirmó que si a Peña le va bien lo mismo será para los mexicanos, Jesús el joven respondió que mejor sería que a Peña le fuera mal y corrigiera. Añadió la ausencia de argumentos reflexivos de un gobierno autoritario. Cierto, no hay más que una mecánica repetición publicitaria de los “grandes beneficios” que traerán las reformas constitucionales en marcha. Los gobernadores todos aplauden y publican su aprobación sin el menor pudor crítico y mientras, la moneda pierde valor a diario, la Ronda 1 de licitaciones de PEMEX fue un fracaso porque de los 14 contratos, sólo dos interesaron a los socios de Salinas para contradecir la pregonada confianza de los inversionistas. Una vez más, el jueves 23, Peña presidió un acto militar con una de sus previsibles peroratas militaristas.
El cierre del sexenio del peñísmo es desastroso, los planes reaccionarios no funcionan y los incidentes como la fuga del Chapo o el fraude arbitral para garantizar a los futbolistas de la FEMEXFUT en la final de la Copa Oro descubren la corrupción profunda en todos los niveles del Estado. Ante el desastre económico-político, el gobierno recurre a la última instancia del poder: el ejército coordinado con la policía federal y la gendarmería, para evidenciar el fracaso de la política, en especial, frente a los trabajadores organizados. Esto no es nuevo, Calderón ocupó a sangre y fuego las instalaciones de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y emprendió una campaña de exterminio del SME desconociendo todos los derechos históricos de los trabajadores. La protesta nacional e internacional no fue suficiente para resolver la situación evidentemente ilegal y la Suprema Corte de Justicia fue sometida al renunciar a hacer obligatoria la figura del patrón sustituto: la Comisión Federal de Electricidad que debiera asumir la relación obrero-patronal. “Empresa de clase mundial”, dice la propaganda del nuevo negociazo y en efecto, la globalización capitalista se concreta en maniobras ilegales de gobiernos constituyentes de un Estado indiferente al malestar de los trabajadores y a favor a toda costa de una clase mundial. Un nuevo constituyente y una nueva Constitución están en marcha desde el calderonato. Se llega ahora a la instrumentación de la economía política como operativo militar sin tregua ni fecha límite.
Los historiadores del siglo pasado definían al fascismo como dictadura del capital financiero, poder represivo extremo con las fuerzas armadas del Estado y organización corporativa en la estructura política. El apoyo de las masas al Estado propio del nazismo y el fascismo, no se cumple en las dictaduras americanas, pero a cambio, está la industria del espectáculo y el control mentiroso y calumnioso de las noticias, para procrear un sujeto social acorde con la economía política desastrosa. Televisa y Telmex son también empresas “de clase mundial” y en efecto, todo México es su territorio de lanzamiento. Fascismo de la dependencia, acordaron llamar los teóricos de la izquierda a este peculiar poder ahora en plena acción gubernamental para definir un Estado represivo extremo sin argumentación y con una política de masas idiotizadora de gran eficacia. Nada de esto implica dependencia como si viniera de fuera la orden ejecutoria, sino que viene de dentro de un Estado en acción constante y compleja de servicio e integración al capitalismo globalizado.