Por Melchor López
Del municipio de Saucillo, Chihuahua, a la Ciudad de México la distancia es de 1319 km. Desde allá llegaron al Distrito Federal dos jóvenes. Estudiantes/campesinas. Acompañadas por una universitaria y un alumno de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero.
Sencillas/convencidas. Se miran tranquilas, sin nerviosismo. Cerca de cien personas en el Centro Cultural Artesanal esperan sus palabras en la conferencia: ‘Normales rurales, la educación y efectos de los tratados internacionales: TISA y ATP que México suscribe’, el pasado fin de semana.
Hay expectativa. Mientras, ellas abrazan a la sonrisa. Seguras. Después de un largo trayecto desde su lugar de origen, en el municipio de Saucillo, están en el DF para narrar lo que hacen en la normal, la que para ellas “es su hogar”.
“Se han preguntado ¿cómo viven las mujeres estudiantes de las normales rurales? ¿Desde dónde vienen? ¿Lo qué piensan y sienten al estar aquí?”, expresa la presentadora del evento.
En tanto, las estudiantes narran su andar en la Normal Rural, ‘Ricardo Flores Magón’, en Saucillo, Chihuahua. Relatan que como estudiantes hacen prácticas en su comunidad. También hablan de las normales campesinas/rurales y su historia y la educación socialista; de su disciplina: “es un compromiso con la escuela porque allí nos dan un muro, una casa; allí tenemos amigas y salimos del estado para participar en intercambio cultural”, dice una de ellas.
Además de compartir su andar desde Chihuahua, en ray, para participar en foros y decir su versión de lo que sucede en las normales rurales, matizaron el origen de la FECSUM (Federación de Estudiantes Campesinos de México), que desde 1935 “aglutina a todas la normales rurales”; y que “tenemos un espíritu luchador que mira el bien común. Son escuelas creadas para hijos de campesinos. Ahora también para hijos de obreros que no tienen recursos para estudiar en la universidad; para los que han estado en lucha contra la pobreza”, explicó Karen Sáenz, estudiante que cursa el 6º semestre.
Y agregó: “Estudiar en las normales rurales es nuestra vida; porque son docentes que van a defender a los alumnos, a buscar a sus estudiantes si faltaron a clases. Allí se educa con el que está cerca. Y se trabaja para que el maestro incluya al alumno en la educación y su aprendizaje; que sepa su contexto y lo pueda aplicar en su comunidad”.
Karen Sáenz, de 20 años, dijo que demandan al gobierno los recursos necesarios: “Exigir lo que nos corresponde como estudiantes porque nuestros padres pagan impuestos. El poder de gestión, por ejemplo, de los servicios de salud, es fundamental”. No hay que olvidar que “antes de los años 60’s eran 34 normales rurales, ahora quedan 16 y una escuela indígena. Por eso estamos aquí, para difundir y que se sepa quiénes somos porque en los ‘medios de comunicación’ nos tachan de cosas que no hacemos”.
En su oportunidad, Regina Armendáriz, de 6º semestre, afirmó que uno de los ejes de trabajo en las normales rurales es “el de medios de producción. Esta actividad, el de cosechar lo que sembramos, nos ayuda a tener una empatía con las personas que trabajan en comunidades rurales: saber de ellos y apoyarlos y decir: ‘nosotros también podemos participar en sus actividades diarias y en el campo”.
Regina, con 20 años, comentó: “Nos damos cuenta del impacto de la participación de la mujer en la educación porque estamos en una cultura machista. Una sociedad en la que se dice que la mujer ya tiene un realce; aunque la verdad, es que no es cierto”, analizó. Y recordó que la educación debe ser gratuita: “Está en el artículo 3º de la Constitución. Pero tenemos que demandar que el gobierno de Chihuahua lo cumpla. Y hacemos gestiones porque cuando seamos docentes tendremos con que apoyar a la gente más marginada. La realidad de muchos estudiantes es que tienen que trabajar”.
Levy Hernández, estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, rememoró que las normales rurales: “Fue un proyecto de campesinos. Han formado a docentes; por eso ha servido, ha impartido la educación en lugares remotos. Hoy como estudiantes nos hemos cuestionado si la educación es gratuita o barata. Debe ser gratuita y digna; pero no es así. Se pierde lo gratuito y aparece lo barato”.
En su participación, la activista Alejandra Ojeda, hizo un análisis de los tratados TISA (tratado internacional en comercio de servicios en el que entran 24 países, incluyendo la Unión Europea y EU) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP, por sus siglas en el inglés.
EL TPP, se comentó, es un tratado de libre comercio multilateral. Es promovido por Estados Unidos e involucra a países como Japón, Australia, Malasia, entre otros; y a México, Perú y Chile. Y se han negociado ocultando a la población sus contenidos y los efectos negativos para la gente de clase económicamente baja en México en el rubro de la alimentación, educación y en el uso de internet, por mencionar algunos.
Al final del evento entre los asistentes se distribuyeron dibujos de los rostros de los normalistas desaparecidos elaborados por el grupo de artistas denominados ‘Ilustradores con Ayotzinapa’.
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