(¿Estamos en un Nuevo Momento Histórico de la Lucha?)
Por Alfredo Velarde
Dado que en la entrega del número anterior se expuso nuestra primera tesis, consistente en la urgente necesidad porque la lucha popular y social mexicana de hoy, desencadene una planeada iniciativa desorganizadora del poder del capital y sus instituciones, a continuación pasamos al segundo planteamiento que, como propuesta concreta para el Programa Nacional de Lucha, aquí se formula.
Tesis II) A denunciar el autoritarismo que el Estado neoliberal y sus gobiernos cómplices, comparten indiscriminadamente
Si bien dos de las acciones que definen al Estado y su desfondada acepción demo-liberal en crisis son: de un lado, el “monopolio exclusivo de la fuerza” presuntamente “legítima”;y de otro, el abusivo cobro impositivo fiscal del gobierno, para supuestamente “gestionar” lo que configura el sostenido latrocinio que con discrecionalidad tipifica a la dizque “administración pública ”mexicana y que el neoliberalismo en el poder convirtió en fuente de enriquecimientos explicables de empresarios y políticos trúhanes por igual, como los que hoy padece la sociedad mexicana en los tres niveles de gobierno actual (municipal, estatal y federal), en los que todas sus expresiones del formal federalismo de fachada han concluido por encarnar entidades parasitarias de lucro por el impune despojo general que se perpetra contra los bienes comunes de la gente y sus trabajadores, hoy es preciso ponerles un hasta aquí definitivo. Ello implica generalizar en forma amplificada la activa denuncia crítica contra el corrupto autoritarismo congénito que Estados y gobiernos comparten, a fin de desgastarlos hasta su vaciamiento de cualquier supuesta “gobernabilidad” y que la reacción sistémica le pretende conferir, como en el caso de las cínicas declaraciones que, al respecto, ya hiciera el Consejo Coordinador Empresarial en apoyo del Ejército Federal, ante el comprensible reclamo de los padres de los normalistas de Ayotzinapa por abrir los cuarteles al libre escrutinio ciudadano para saber qué ocurre adentro de ellos.
En tal sentido, la ascendente fuerza que el movimiento ha venido conquistando, debe traducirse en la construcción de una mayoría social activa que cristalice el necesario poder de veto contra el régimen, a fin de detener su “capacidad de hacer” contra el interés general a través de los abusos de todos sus órganos al servicio de la clase dominante y la mentira, y que han hecho posible el recrudecimiento de la represión abierta que cunde por todo el país y que sólo una acumulación de fuerzas inconformes, la creativa inteligencia táctica del movimiento, así como un correcto encuadre estratégico acompañado de una mejor forma de organización general, podrán neutralizarla represión en favor del movimiento y el diseño de las diferidas alternativas político-programáticas que urgen, en una lucha histórica que requiere esclarecerse, a sí misma, en el nivel definitorio de sus más urgentes reclamos programáticos, el qué hacer para modificar el grave estado de cosas que sufre la nación subalterna de los explotados y oprimidos del abajo-social ya harto de tanta corrupción, mentiras y autoritarismo del Estado y sus gobiernos por igual.
Por lo demás, debe reconocerse que la sola denuncia del autoritarismo y la corrupción que el Estado y sus gobiernos comparten en el inadmisible régimen tripartidista de derechas del PRI, el PAN y el PRD, no es algo que por, sí mismo, sea suficiente para cambiar la dura realidad que la sociedad enfrenta. Sin embargo, éste inicial ejercicio coordinado de denuncia sostenida y generalizada entre todos, puede marcar el principio del fin del actual sistema político ya plenamente disfuncional para la gente, por la toma de consciencia general a que esta necesaria actividad compartida puede conducir, si lo sabemos hacer bien, para traducirlo en acciones concretas de extendida desobediencia civil creativa, de cara a una sociedad cada vez más insumisa y dispuesta a deponer tanto del Estado como de sus gobiernos, a los pésimos gobernantes de la inefablerestauración priísta en alianza con una partidocracia desvergonzada, apenas dos años después de su contraproducente retorno al poder presidencial –tras su debacle del año 2000- en la inexistente “democracia mexicana” y que obliga a una reconstrucción total de todo su entramado político-institucional, desde sus cimientos mismos. Aquí se apela, por ende, no sólo al simple cambio de unos gobernantes por otros, sino a la forma y el contenido en que el ejercicio del poder debiera ejercerse para ser realmente representativo en los hasta hoy inéditos términos para la vida política mexicana.
Lo que el insurgente y renovado movimiento de masas ha logrado, 6 meses después de Ayotzinapa, es portador de un mérito incontrovertible: haber obligado al régimen capitalista neoliberal del país y al tan desprestigiado como torpe Peña Nieto como representante suyo, al reconocimiento de facto de la crisis política de mando y gobernabilidad instalada en la forma-Estado mexicana del presente y que no podrá ya más ser revertida, con simples cambios cosméticos como los del pasado. De ahí la urgencia por generalizar la denuncia del régimen y las propias acciones concretas encaminadas a evidenciarlo en favor de un cierto y genuino cambio político de fondo para el México del siglo XXI.
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