Por Gonzalo Lara
Acaba de pasar el Agente 007 por México dejando una estela de finísima loción para caballero sofisticado y millones de pesos en pérdidas para los comerciantes del centro histórico de más de 20 millones por el cierre de calles para la filmación de la peli en la que el zócalo saldrá de pasadita. Cuando una movilización ciudadana sale a las calles, desde los medios, especialmente la tele y las pandillas de dórigas, adelas michas y similares, llueven denuestos, condenas y bufidos de fastidio, haciendo de abogados de “los que sí queremos trabajar”. Ante el paso del agente de la corona británica no la hacen de tos.
Este elegante poli súper entrenado sacó arma, cortó cartucho, apuntó, percutió y nadie le pidió su licencia para portación y uso de arma en calidad de agente extranjero en territorio nacional. Con agentes menos secretos y de menos pedigrí, esta escena podremos verla habitualmente en el futuro gracias a los entusiastas senadores de PRI, PAN y Verde Ecobromista, que quieren más y más acción en las calles de esta ciudad y, ¿por qué no?, de toda la República.
Modificando la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, que impide que agentes extranjeros porten y usen armas en México, los líderes en el senado de los partidos antes mencionados están avalando por estos días que agentes de Estados Unidos o de otras naciones, anden armados en territorio mexica y, si se ofrece (o se les antoja), desenfunden y hagan pum. La citada ley, de más de ochenta años de antigüedad, evitaba esto.
Quienes apoyan esta modificación, besan la cruz jurando que no se trata de agachismo, genuflexión, pérdida de soberanía o cosa por el estilo. Dicen que la vieja ley no se ajusta a la modernidad, porque fue redactada antes de la globalidad, del libre flujo de mercancías y personas, de la era del todo se vende y las leyes son lo de menos: las leyes y la soberanía son un fastidioso tope a media avenida y los señores del norte, vienen en Lamborghini.
Quienes se oponen a esta innovación en materia de seguridad nacional, son unos cuadrados aguafiestas que dicen que el Estado mexicano perderá el monopolio de la fuerza pública, pues, por ejemplo, agentes antidrogas gringos, con uniformes y equipo bien padres, podrán coordinar operativos policiacos cuando lo consideren necesario. O sea que hay que tener humor de burócrata sin desayunar para oponerse a que se desarrollen frente a nosotros, hasta sin saberlo, sin que nadie lo haya autorizado y sin que los panzones policías chaparritos morenos mexicanos se metan, enfrentamientos armados tipo serie de televisión por cable con unos muchachones engelados quijada cuadrada como de la tele y, con suerte, alguna que otra rubia con arma en el liguero y tacón del doce. No facilitar esto, es estar en contra de la modernidad, de las necesidades actuales de la nación, del “correcto flujo de personas y mercancías en las aduanas del país”.
Ya en el colmo de la desconfianza, se cree que esto facilitará la entrada de agentes encubiertos de la CIA, FBI o DEA (o todos juntos) para cuidar, perdón, combatir el negocio de las drogas. ¿Cómo creen que el presidente va a permitir que se mancille la estrofa que dice: “mas si osare un extraño enemigo, profanar con sus plantas tu sueeelo…”? Si para empezar no son extraños, ni enemigos, ni traen plantas, al contrario, se las llevan en paquetitos…
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