Por Gonzalo Lara
La historia original era así: James Bond, caracterizado por el actor Daniel Craig vendría persiguiendo a salto de mata a la villana Sciarra y trataría de ejecutarla en una ciudad de México medio desdibujada. En el trajín asesinaría al jefe de gobierno del DF. Todo esto en 4 minutos.
El departamento de inteligencia de la administración federal, al enterarse de que su palero líder del DF estaba en la mira del agente británico, tuvo a bien disponer del fondo de emergencias para este tipo de amenazas. Nada más 14 millones de dólares de mordida al agente de su majestad para meterle mano al guión y pintar de color de rosa el paso del agente secreto por la capirucha, la cual sólo aparecerá a cuadro 4 largos minutos. Por nada más 14 millones de dólares entregados a Sony-MGM, el gobierno mexicano (vaya a saber si federal, local o campechano) consiguió que el objetivo mortal no fuera el jefe de gobierno capitalino, sino un villano internacional equis. Que la corretiza no fuera en un DF genérico sino en un animado zócalo con calacas de día de muertos combinado con edificios santafeños. Originalmente iban a salir a cuadro policías federales (tal vez los que tienen menos sobrepeso de todas las corporaciones), pero para evitar «prietitos en el arroz», va a salir una policía «especial» inventada para la ocasión.
Los comerciantes del centro histórico sufren el impacto de las aventuras del detective con pérdidas millonarias en al menos 60 por ciento de los negocios, lo cual afecta a cerca de 35 mil fuentes de trabajo. Esas pérdidas tendrán que afrontarlas solos, sin el apoyo de James o de algún otro superhéroe. La administración federal no puede ayudar a estos afectados. Porque ya dispuso de un dineral en ayudar al agente. ¿Cuántas camas de hospital y sillas de ruedas del seguro se arreglarán con 14 millones de dólares? ¿Cuántos alumbrados públicos, baches y cámaras de seguridad de a de veras se lograrán con esta cantidad? ¿Para cuánta agua alcanza?
Como si el horno estuviera para bollos, el gobierno mexicano gasta millones de dólares en algo tan insulso como 4 minutos amañados en una película hollywoodense. Son patadas de ahogado de un gobierno que “no entiende que no entiende”, como ha dicho la prensa internacional sobre el (des) gobierno de Enriquito. Es típico de las crisis y de los gobiernos en picada, echar la casa por la ventana en plena tormenta tratando de lavar su imagen. La promesa a cambio de esos 14 millones es que en el futuro, vendrán turistas en chor y lentes oscuros a ver dónde se peleó el 007 y echarán a andar la economía nacional desde los Oxxos, los hoteles Meliá o Fiesta Americana y tomarán litros de Coca cola con Don Julio, un tequila propiedad de la casa irlandesa Diageo.