(¿Estamos en un nuevo momento histórico de la lucha?)
Por Alfredo Velarde
“Cuando una clase pierde la superioridad moral
que la hacía dominante debe apresura a desaparecer
si no quiere ser cruel, puesto que la crueldad es
el destino ordinario de todo poder que se derrumba”
(El comunero parisino Varlin)
En el sentido preciso de su correcta acepción, el concepto de “coyuntura política”, como la que hoy vivimos en el país, tras Ayotzinapa, para el marxista francés Pierre Vilar significa: “el conjunto de las condiciones articuladas entre sí y que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia histórica”. Esto supone que, para los inconformes activistas conscientes que se movilizan y organizan con la gente para la resistencia y la lucha, el examen de la coyuntura política es portadora del sentido de definir el momento por el cual transita un determinado estado de las cosas, como en el caso concreto del agitado México de hoy. En tal sentido, este documento propone a la discusión del Programa Nacional de Lucha, las siguientes Diez Tesis para Pensar la Coyuntura, y que, semanalmente, se irán exponiendo, una a una, en las siempre solidarias páginas de Machetearte que me recibe, de nuevo, para exponerlas y compartirlas con sus comprometidos lectores. Estas tesis, son de factibles alcances rupturistas y revolucionarios, si somos capaces de hacer lo que procede en la práctica y que así lo exige el momento para cambiar la correlación de fuerzas que prevalece, en un sentido y dirección favorable al amplio movimiento social opositor que se organiza y lucha contra el régimen que padece la sociedad y el abajo-social explotado y oprimido -hartos del corrupto poder autoritario del Estado y sus gobiernos-, en favor de la emancipación general.
Tesis I) ¡A desorganizar el poder del capital y de sus instituciones!
Un amplio consenso social se instaló en el imaginario político de los inconformes que somos, de alcance potencialmente revolucionario, al seno del amplio e indignado sentir opositor del presente que ha detonado. ¿Cuál es éste? La certeza y el convencimiento común, al seno del amplio movimiento de masas que ha despertado, de que hoy, en el contexto del ya evidente crimen de lesa humanidad perpetrado contra los normalistas de Ayotzinapa por el Estado mexicano así como de sus corrompidos órganos de inmoral “impartición de justicia”, de que éste, es un momento determinante que marca un punto de inflexión histórica para la lucha general contra el régimen tripartidista de derechas en lo que queda de país y de su torpe y contraproducente presidencia restauradora del viejo régimen autoritario representado por el priato y de quien ocupa la titularidad en el poder ejecutivo: Enrique Peña Nieto quien debe dejar la silla presidencial, antes de que genere una tragedia más grande a las que ya ocasionó contra México, arrastrándolo a un baño de sangre todavía mayor, tras las amenazas que su gabinete ya lanzó contra todo el movimiento social opositor que ha resurgido por doquier, incluso allende nuestras fronteras. Esta afirmación que hace tan poco parecía desorbitada, ya no lo es desde el sábado 10 de diciembre de 2014, cuando se identificaron los restos mortales del compañero normalista Venancio Mora, uno de los 43 que nos siguen faltando, en los términos reportados por la empresa noticiosa Reuters, a través de los periodistas Simón Gradecer y Luis Rojas Mena (Ver Portal de Yahoo!).
Ante la grave crisis política detonada con profunda irresponsabilidad por el decadente régimen priísta que regresó al poder, para hacer lo de siempre (explotar y oprimir, asesinar y robar a la gente que dice “representar”) desde el poder que detenta en forma atrabiliaria, la coyuntura de creciente impopularidad del régimen, expresada en una creciente ola de indignación e ingobernabilidad, define un momento propicio para empezar a desorganizar el explotador y opresivo poder político del capital así como de sus putrefactas instituciones que la ciudadanía y los trabajadores padecemos, y que, en forma compartida repudiamos por su carácter represivo, oligárquico y antipopular. Pero, ¿qué significa la iniciativa de desorganizar el poder del capital y sus instituciones? De antemano, promover el más activo boicot económico contra sus intereses, dejando de comprar sus productos además de saboteando sus campañas promocionales. Pero además, supone la creativa lucha de los asalariados, al interior de sus mismas empresas y fábricas, en favor de una insurgencia creadora de sindicatos de lucha real a su interior, así como de expulsión y desconocimiento de las espurias representaciones charras y patronales en defensa de los intereses gremiales de los trabajadores. Se trata de retomar la lucha en favor de una escala móvil de salarios que revierta la pérdida del poder adquisitivo y por los contratos colectivos perdidos, para poner en el centro de la lucha las prestaciones laborales arrancadas y contra las que se han pretendido imponer las 11 contrarreformas estructurales propias del patrón de acumulación capitalista salvaje de Peña, la partidocracia cómplice del vergonzoso “Pacto por México” y sus reaccionarios secuaces de la iniciativa privada al lado de los cuerpos coercitivos.