Por Saúl González
Buenas tardes. Mi nombre es Clemente. Por segunda vez me encuentro aquí, en esta universidad. Mi hijo es Cristian Alfonso Rodríguez Telumbre, como podrás darte cuenta, pues es uno de los 43 jóvenes; no sabemos nada de ellos, dijo el papá de uno de los normalistas en la UAM-Iztapalapa para Machetearte:
La experiencia que me llevó de la Ciudad de México la comparto con mi familia, la comparto con los padres de familia. Todo México está con nosotros. Desde que llegué el 27 de septiembre, por primera vez a la Ciudad de México, siempre he escuchado esa frase, que “No estamos solos”. Eso me llena de satisfacción para seguir adelante, para seguir luchando. Yo voy a encontrar a mi hijo. El apoyo que se nos brinda nos mantiene firmes, a pesar de que las versiones de los hechos que nos ha dado la PGR nos mata el alma, nos mata el corazón… A pesar de eso, nos mantenemos fuertes, firmes.
La fe ahora está depositada en los peritos argentinos pues, cuando ellos llegaron a donde se supone que ocurrió todo, levantaron unas muestras. Vi que había una bolsa de lona sobre una mesa. En eso, vinieron los de la PGR. Nos dijeron: “Compañero, vamos a aquél lado, ya encontramos más muestras”. Y fueron para allá… pero nada más fueron utilizados, engañados, porque, cuando los argentinos regresaron, ya estaba el huesito supuestamente del compañero Alexander… estaba la bolsa abierta. Ellos afirmaron que todas las muestras tomadas ese día, y las que se llevaron a Austria, son huesitos de pollo, de res, de otros restos animales, ninguno es de los muchachos.
La semana pasada tuvimos comunicación con compañeros de la Ciudad de México, con resistencias y colectivos (yo no sé cómo llamarlos, no sé de “política”), pero he hecho análisis a partir del contacto con la Constituyente Ciudadana Popular, la Convención Nacional Popular y varias resistencias… Análisis que he ido formulando sobre el tema… Les pedí que se unieran todos, que no hubiera diferencias, que fuera un solo grupo, para que participaran también en la exigencia hacia el gobierno, y por ese lado pues… estoy contento. Todos los padres de familia llegamos muy contentos. Desde el 26 de septiembre, hasta la fecha, muchas experiencias satisfactorias han llegado. Nunca esperé recorrer muchos lugares del país. Tuvimos que ir hasta Chiapas, que en mi vida lo había conocido. Conocí al comandante Moisés (del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional), y a otras muchas personas. Y la verdad, sus palabras de apoyo me llenan de gusto (que “no estamos solos”).
Dos padres de familia tuvieron que salir. Fueron a Ginebra. Estuvieron más de una semana (el compañero Bernabé y la compañera Hilda), y nos compartieron su experiencia. A mí me toca salir a brigadear, entre el 20 y 29. Vamos, varios padres de familia y yo, a recorrer Estados Unidos, desde McAllen hacia arriba. A mí me toca ir a Miami. Nunca esperé, en mi vida, llegar hasta EUA, y menos por esta necesidad que tenemos los padres de familia de recorrer el mundo entero… para compartir nuestro dolor, ya que el gobierno pues nos ha quitado la ilusión de nuestros hijos, de que salgan adelante. Tengo tres hijas: una de 21 años, otra de 18, y de 14; cada una estudiando… Igual, hay otros padres de familia que tienen a sus hijos estudiando. La verdad, no sé realmente cómo le vamos a hacer para sacar a nuestros hijos adelante. Sé que sin ustedes pues nuestros objetivos no se iban a llevar a cabo. De todo corazón agradezco que estén con nosotros, que nunca nos dejen solos.
Ahora en la búsqueda ciudadana, muchos padres fueron a la ciudad de Iguala. Recorrieron los lugares, los cerros donde supuestamente habían tirado a los 43 jóvenes. La verdad, uno va con miedo porque no sabemos qué nos vamos a encontrar en los cerros. Para mí, como para otros padres de familia, la decisión estaba tomada… tuvimos que enfrentarla. Confundidos y con el coraje, tuvimos que indagar en los cerros. Dos días después, por la noche, muchos padres de familia se comenzaron a retirar. Yo les dije: “Pues me voy a quedar otro día. ¿Quién se queda?” Únicamente se quedaron tres padres y una madre de familia. No le importó, y se quedó. Fue la Gendarmería con nosotros y llegamos al lugar. Había varias casas que estaban abandonadas. Nosotros tuvimos que arriesgar nuestras vidas yendo adelante y la policía atrás. Yo les dije:
—¿Qué no ustedes deben ir adelante? Ustedes deben hacer su trabajo, buscando.
Y dijeron:
—Es que nosotros vamos a ver si hay algo y pues… estamos al pendiente.
Entramos a unas casas, entramos en una sala donde había ropa… muchísima ropa, tirada, regada; ropa íntima de mujer, de hombre; ropa de niño, zapato. Le digo a un compañero: “Aquí se supone que estuvo la delincuencia o hubo personas secuestradas aquí”. Esculcamos todo, fuimos checando por si había algún indicio de nuestros hijos mientras la policía estaba afuera esperándonos. Salimos y me dijeron que si “ya habíamos terminado”. Yo dije: “ya”. Todo esto se lo comentamos a Osorio Chong. Les digo: “Ustedes están siendo adiestrados… los están adiestrando para ir por nosotros, para que nos maten”. Les pregunté: “¿Por qué no los mandan a ustedes para combatir a la delincuencia?”. No obtuve respuesta. Le dije después que eran una bola de asesinos y de corruptos, que les quitaran sus puestos y, sobre todo, el puesto a Peña Nieto… sirven para dos cosas: “para nada”.
Nos encontramos con un viejito y le pregunté que por qué estaban las casas abandonadas en ese lugar. Me comentó que muchas personas están vendiendo sus casas porque la delincuencia llegaba en la noche. Nos subimos en la camioneta en la que fuimos. Más o menos, a unos 200 metros; la compañera Hilda vio a un “halcón” y nos bajamos rápido. Lo fuimos persiguiendo y la policía atrás de nosotros. Yo llegué bien espinado porque había unos matorrales. Nos dimos una clave para que supiéramos que nosotros ahí andábamos, y por si veíamos al sujeto que iba corriendo.
Me gustaría decir lo siguiente: ustedes, como alumnos, demuestren la capacidad que tienen, valoren lo que tienen en su casa. Si hay confrontaciones en sus casas, hay rencores con su familia, lleguen a sus casas y denle un abrazo a sus padres. Verán qué bonito se siente. Mis hijos nunca me han dejado solo, me han dado fuerzas también para seguir adelante… No sé si lo debo de comentar, pero yo me quería suicidar. Llegué al grado de no querer saber nada de nada. Se lo comenté a una compañera, a una psicóloga que nos anda apoyando, y tuve una plática con ella. Me dijo que debo salir adelante porque tengo más hijos y tengo a mi esposa. Me ayudó mucho. Ahora más que nunca debo seguir adelante, y ustedes me irán empujando.