Por José Jiménez
La izquierda electoral, parlamentaria o reformista -se decía hasta hace unos años-, desde el 7 de septiembre del 2014 con una elección interna, que aunque llevada por el Instituto Nacional Electoral (INE) y declarada sin incidentes, como las mejores obras, mostró al poco tiempo una grave serie de vicios ocultos y prácticas sucias, ha dejado un rastro accidentado y huellas vergonzosas poco aceptables desde una ética histórica de la izquierda.
En 1987 salió del poderoso y hegemónico partido oficial el ala izquierda cardenista cuando el neoliberalismo desplazo al nacionalismo revolucionario.
Hoy sucede de nueva cuenta una salida, un desprendimiento, la nueva izquierda, autollamada inteligente pero también socialdemócrata sumamente moderada de actuar en comparsa con el poder, lleva a la salida de destacamentos importantes del partido amarillo. La izquierda electoral, precisando, se encuentra hoy dividida y hasta confrontada.
En el grupo de la izquierda electoral aún se reconoce al Partido de la Revolución Democrática con un gran desgaste a cuestas y perdida de destacamentos con votos, al Partido del Trabajo desplazado y en preocupación de votos para mantener el registro que lo llevará a alianzas necesariamente y al Partido Movimiento Ciudadano que recoge liderazgos y que a más de uniformidad ideológica agrupa contingentes, lo que puede cambiar una correlación; a lo que se sumará el Partido MORENA que no podrá hacer alianzas mostrándose en su real nivel de convocatoria y le disputa ya una parte de clientela de votos junto con el Partido Humanista.
Los candidatos independientes son una posibilidad que dará a los boletas en casos a más de 10 contendientes por los espacios de poder político.
Aun cuando, considerando mecanismos de participación, de los más posibles sobre los menos que decidan como una verdadera aristocracia, la elección de los candidatos independientes será más difícil frente a los candidatos de partido por la desigualdad en recursos y mecanismos institucionales, incluido el encargado de la organización de las elecciones. Los independientes no tienen voz ni representación ante las juntas electorales.
Una coincidencia generalizada es señalar las grandes dificultades que enfrentarán los partidos políticos en las campañas constitucionales que esta por arrancar, una vez se dé por cerrado la etapa de selección de candidatos en que se ha utilizado la negociación de mesa, la negociación de bandas en lo oscuro, los apartados de lugar por “juanitos” o de partido vía alianzas, las compensaciones para serenar ansias, y hasta tómbolas, como verdadero circo, de donde salen “suertudotes”.
Pero ningún partido puso en práctica el procedimiento de votación directa de sus bases militantes para elegir a sus candidatos, será que desde ahí se le teme a la voluntad popular, por eso los errores y ciertas situaciones que más adelante los llevarán a tener que escuchar el penoso “se los dije”.