Por Carmen Escalante
En el camellón entre eje seis y eje cinco, de la delegación Iztapalapa, el día era tibio. Un grupo de rock esperaba en el escenario preparado con anterioridad la llegada de los padres y madres de los 43 normalistas desaparecidos. La cita era a las 4:30 de la tarde. Un compañero perdido preguntaba “¿Es aquí donde van a llegar los familiares? Traigo víveres para ellos. El compa del grupo rectificó que ahí era la cita, pero que los familiares bajarían algo más tarde debido a que estaban en la parte alta del Barrio de Santa Catarina. Los pocos que estaban ahí esperaban ansiosos la llegada.
La comitiva de los padres de los normalistas hizo su arribo en dos camionetas custodiados por compañeros que los protegían e indicaban el camino. Se veían tristes, cansados, pero también esperanzados por la respuesta de la gente, por el apoyo que les está dando la comunidad nacional e internacional. Algunos de ellos se quedaron en el camellón del eje cinco y los demás volvieron a subir a Santa Catarina. Las camionetas llegaron a una plaza cívica de Miravalle. Ya de regreso, caminando, se convocaba y se informaba a la población, el porqué de que los caminantes estuvieran ahí. Un vocero gritaba en el altavoz denunciando y exigiendo “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
Más gente se unía a la marcha, al frente, dos familiares escoltando la lona con los rostros de los 43 estudiantes desaparecidos. “¿Quién les convoca?” Les preguntaban. “Nadie nos convoca. Nosotros nos convocamos solitos, entre nosotros nos organizamos y venimos” contestó con firmeza una de las madres de los desaparecidos.
Al llegar de nueva cuenta al camellón entre eje cinco y seis, inició el mitin. Ahí estaba ella. Callada. Algo desconcertada. Madre de uno de los estudiantes desaparecidos. Machetearte se acercó a platicar con ella. Aceptó no sin antes preguntarle a un compañero “¿Me quieren entrevistar, puedo?”. “¿De dónde son?” Preguntó el maestro Felipe. Somos de Machetearte. “¡Adelante!”, respondió animado. Otra de sus familiares tomó fotos, tal vez por precaución.
“Mi nombre no te lo digo, no, no te lo voy a decir, yo nada más voy a decir que soy mamá de un joven desaparecido, quiero que sea anónimo”. Algo de nerviosismo y temor le invadía la voz. Ya era de noche y la luz que nos iluminaba era muy poca. “El nombre de mi hijo es Miguel Ángel Mendoza Zacarías, era de primer ingreso en la Normal de Ayotzinapa y tiene 33 años, él es soltero, nosotros somos de Apango, Municipio de Martín de Pilapa, la noticia de que desaparecieron se la dieron a mi esposo, porque nosotros no nos habíamos dado cuenta de los hechos, a nosotros nos avisaron un día domingo que fue 28 de septiembre, le preguntaron a mi esposo que si se había dado cuenta de los hechos que habían pasado en Iguala, y él dijo que no, que nosotros no sabíamos nada porque nadie nos había avisado nada, el conocido dijo: ¡pero cómo!, si a todos los que tienen hijos en la Normal les avisaron a la una de la mañana y todos inmediatamente se fueron; mi esposo dijo, pues no, nadie nos avisó nada, por eso no hemos ido ala escuela.
Mi esposo desde ese momento se puso en camino y se fue a la Normal para saber si era cierto. Y pues desgraciadamente, fue verdad de lo que había sucedido… entre uno de los desaparecidos está mi hijo… nosotros desde ese momento nos fuimos a vivir a la Normal, dejando a mis otros hijos, porque aparte de él, de mi hijo desaparecido, tengo otros dos hijos, de 20 y de 19 años, tengo tres hijos nada más. Ellos terminaron su bachillerato y [ya] no quisieron estudiar.
La última vez que vi a mi hijo fue como el 20 de septiembre, pero desgraciadamente no platique mucho con él porque fue a la casa a trabajar, porque necesitaba dinero para comprar su material. Me dijo que ya iban a empezar a tener clases y fue a trabajar… porque mi hijo es peluquero, así es que yo no platique nada más con él. Me dijo que iba a trabajar porque al otro día que era lunes, se tenía que ir a la escuela. Fue la última vez que yo lo vi.
Yo no quiero que mis otros hijos sigan estudiando, de por sí ellos no quisieron estudiar, este muchacho, mi hijo Miguel, ya tiene su edad grande, pero pues no sé cómo se decidió a seguir estudiando, a pesar de que ya tenía rato que había salido de su bachillerato. Le vino la idea de estudiar, pero él tampoco me decía que se iba a meter a esa Normal, nada más me decía que quería seguir estudiando y si pues, yo creo que de veras tenía interés porque empezó a dar repasos y repasos de lo que el estudio en el bachillerato, y fíjese que pues gracias a dios que fue a hacer su examen y lo pasó. Para su mala suerte.
Entró y nada más como un mes y medio estuvieron en la Normal y de ahí, pues sucedió todo lo que ahora estamos viviendo. Nuestras vidas ahora que no está, aquí en mi familia, pues cambiaron, cambiaron muchísimo pues, ya ahorita nosotros abandonamos a nuestros hijos, abandonamos todo, todo porque yo me dedico a mi hogar y mi esposo es campesino, el sembraba pero pues… todo quedó así… todo abandonado… y desde entonces andamos en la lucha, mi esposo y yo andamos juntos en las jornadas, en la lucha, buscando a nuestro hijo.
Mi esposo fue a recoger las cosas que Miguel Ángel tenía en la escuela, se las llevó a la casa y ahorita las tenemos guardadas ahí en su cuarto de mi muchacho… ahí tenemos todo… sus hermanos, mis hijos, están tristes pues, por su hermano, de que no aparece, ellos han querido andar aquí con nosotros participando en todos estos movimientos que andamos haciendo, pero su papá no quiere, porque no quiere que anden aquí, nosotros ahorita estamos en la búsqueda y el gobierno más que nada ahorita ya nos tiene en la mira, no queremos que nuestros hijos estén expuestos, no queremos exponerlos a todo esto pues, preferimos que mejor estén en casa.
Gracias a dios sentimos que la gente está ayudando, la gente está respondiendo por nosotros y tenemos mucho apoyo de todos los lugares que hemos andado visitando. No nos ha faltado nada, ni nos han dejado solos, hasta ahorita. Yo les agradezco. No le creemos al gobierno. Vamos a seguir buscando. Voy a seguir buscando hasta que encuentre a mi hijo”.
La madre de Miguel Ángel se tuvo que ir, las camionetas estaban arrancando ya y ella no se podía quedar más. No puede detener la búsqueda por su hijo, ella dice que en algún lado, Miguel Ángel, está esperando que lo encuentre.