ERUVIEL ÁVILA
Era tan malo Eruviel
que acabó en páramos yermos,
pues ni en los mismos infiernos
lo quiso el malo Luzbel.
Del priísmo fue muy fiel
y ya se sentía el delfín
de Quique, el guapo catrín
inquilino de Los Pinos.
Se truncaron los caminos
y el panteón tuvo por fin.
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