Por Carmen Escalante
“Trabajo sexual no es igual a trata de personas” Con estas palabras dio inicio la conferencia de prensa del XVIII Encuentro Nacional de la Red Mexicana de Trabajo Sexual, celebrada en días pasados en la Ciudad de México. Elvira, presidenta de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer ‘Elisa Martínez’ aclaró que el trabajo sexual y la trata de personas “son dos cosas totalmente diferentes, donde mucha gente por intereses económicos, ha hecho una línea muy tenue para diferenciar, pero las que ejercen el trabajo sexual, saben que no es una línea tenue, que todo está bien fácil de identificar, pero a veces, por intereses de extorsiones de algunas autoridades, lo han hecho hacer creer como tal”.
Mireya Rodríguez, Presidenta de Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses, del Estado de Chihuahua denunció “En Chihuahua vivimos una situación muy dura, se están haciendo pruebas de VIH por parte de regulación sanitaria, quienes nos expiden los permisos para trabajar, con las misma lancetas a mujeres trans género y mujeres biológicas, se realizan operativos, en Ciudad Juárez y en el municipio de Cuauhtémoc y nos llevan detenidas 36 horas, no tenemos derecho a fianza y no hay forma de poder sacar a las chicas, sobre esta situación, existe una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, así como en la Corte Interamericana de Derechos Humanos “.
Raquel Rizo, promotora de salud voluntaria de Tapachula Chiapas expresó ”Nuestra queja es siempre con las autoridades de salud municipal, somos bailarinas, meseras, venimos de calle, de bares, trabajadoras sexuales, no se nos trata como humanidad, nos están cerrando nuestras fuentes de trabajo, entonces cómo vamos a pagar el control sanitario, yo quiero exigir a las autoridades que en los operativos que se hagan, se nos trate como personas, porque no somos animales, hombres y mujeres somos iguales y merecemos respeto donde vayamos; yo tengo una cicatriz en la pierna de un operativo donde me tocó correr donde me hice pipí del miedo, porque llevaban las armas, iban armados contra nosotras como si fuéramos delincuentes, nos siguieron , corrimos, me tocó levantar a una chica de un alambrado, ella también resultó herida y tardamos dos semanas en sanar”.
Entre las denuncias de abuso por parte de las autoridades policiales y sanitarias se dio lectura a una carta escrita por Jairo Guarneros Sosa, integrante del colectivo feminista Cihuatlahtolli A.C., a una compañera asesinada el 16 de febrero del año en curso, en un hotel de El Paso, Texas. “Ninguna instancia gubernamental, tiene alguna propuesta para niñas como tú, así lo comprobé cuando después de mucho insistir públicamente, sobre la situación de las niñas que a cambio de un poco de dinero o de droga ofrecían su cuerpo… porque a las menores que encontraron después, no supieron que hacer con ellas ni a donde enviarlas, no como detenidas, sino para que fueran encontrando otras opciones de vida, de ti Almita, tengo muchos recuerdos que ahora de golpe me llegan…¿qué estaba pensando ese tipo con el que te metiste al hotel y decidió apuñalarte hasta quitarte la vida?”.
Las asistentes al Encuentro denunciron la nula respuesta por parte de las autoridades a sus peticiones de acceso a la salud, a la vivienda y a la educación. Exigen el reconocimiento de sus derechos como trabajadores no asalariados por parte de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, ya que, como manifiesta Krizna “la única diferencia entre cualquier trabajador y nosotras es que utilizamos nuestros genitales como herramientas de trabajo”.
Las trabajadoras sexuales reclaman tener un mayor riesgo en su labor, al ser obligadas a permanecer en la clandestinidad, “en lo oscurito”, al ser remitidas mediante extorsiones, a trabajar en lugares más inseguros.
Rosalía, bailarina erótica, denuncia el cierre de sus lugares de trabajo en el Estado de México y la exigencia de las autoridades, a que firmen que son víctimas de trata o, en caso contrario, ser acusadas de tratantes, “no vamos a firmar ni como víctimas ni como victimarias y entonces tenemos que mentir y decir que somos clientas del lugar, para poder ejercer nuestro trabajo”. Rosalía acusa también, el estar en medio del fuego entre el narcotráfico y los soldados, ya que éstos, al llegar a los bares, solamente eligen a la chica con la que quieren estar sin pagarle. ”Ya no queremos que nos maten, ya no queremos que nos violen, nos tienen entre la espada y la pared el narco y el Estado, sólo queremos que nos dejen trabajar, sólo queremos eso”.
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