Por Raúl Zibechi
Fuentes: https://desinformemonos.org
La administración de Barack Obama (2009-2017) promovió un importante viraje en la política exterior de los Estados Unidos. Se trató del pivote o giro hacia Asia, con el cual se pretende acotar la influencia de China y su expansión como potencia global. Hasta ese momento, el centro de la política externa estaba en Medio Oriente.
Ahora Trump parece encarar un nuevo viraje que tendría hondas consecuencias en América Latina. El diplomático indio M. K. Bhadrakumar, profundo conocedor de Asia Occidental y atento observador de los cambios en curso, detalla las nuevas tendencias en un artículo en Indian Punchline (10 de enero de 2025) bajo el título “Trump presenta el proyecto Gran América”.
Su principal conclusión es que “el proyecto de la Gran América es una Doctrina Munroe del siglo XXI” que entierra la doctrina del Deep State de un orden internacional “basado en reglas”. Toma como referencia la conferencia que Trump ofreció el martes 7 en su mansión de Florida, en la cual atacó a Biden y su entorno diciendo que se trata de “grupos de personas enfermas”.
Señala que la actual transición de Biden a Trump pretende acotar su futuro mandato, al igual que hizo Obama. “La administración Biden no hace más que seguir los pasos de Barack Obama, quien en el período de transición que siguió a la sensacional victoria electoral de Trump en noviembre de 2015 inventó una crisis en las relaciones diplomáticas con Rusia y alimentó la absurda hipótesis de la «colusión con Rusia» fabricada por las agencias de inteligencia del Reino Unido y los Estados Unidos”.
Para los pueblos y movimientos latinoamericanos, lo que más nos interesa es reflexionar sobre las cuatro propuestas que lanzó: anexión de Groenlandia y Canadá, tomar el control del Canal de Panamá y rebautizar el Gofo de México como Golfo de las Américas.
A pesar de que son socios estratégicos, a Dinamarca la amenazó con acciones militares y aranceles elevados si no accede a entregar Groenlandia y a Canadá con utilizar “fuerza económica” para que accede a sus deseos. Algo similar dijo sobre tomar el control militar del Canal de Panamá. En paralelo evitó cualquier comentario crítico hacia Rusia, China e Irán, que bajo los demócratas eran los objetivos políticos, diplomáticos y militares de la Casa Blanca.
El viraje es claro. Trump dejó de hablar del Indopacífico y sin embargo enfatizó “la prioridad que ha dado al control estadounidense del hemisferio occidental (y del estratégico mar de Barents) para perpetuar su influencia hegemónica como potencia global”, señala Bhadrakumar. Por todo lo anterior, concluye que “el proyecto de la Gran América es una Doctrina Monroe del siglo XXI”, en tanto rechaza el multilateralismo y se propone retornar a la vieja agenda imperialista y expansionista que fue la principal característica del imperio entre fines del siglo XIX y el primer tercio del XX.
¿Qué significa para los pueblos la nueva agenda imperial?
1.- Que volverán las intervenciones militares (que en realidad nunca se fueron) y se intensificará la política de apropiación de territorios, de golpes de Estado y de represión dura a los pueblos y movimientos que no se subordinen.
2.- El retorno al período de comienzos del siglo XX, en el cual se produjeron decenas de intervenciones armadas de Estados Unidos, marca un punto de inflexión que nos debe llevar a observar nuestro futuro en el espejo de Gaza, Afganistán, Irak, Siria y Libia, por lo menos.
3.- Esta política brutal sustituye a las de protección del medio ambiente, transición energética y apoyo a las diversidades sexuales. Aunque esas políticas eran apenas un taparrabos de la dominación imperialista, conseguían adhesiones entre ONGs y gobiernos progresistas.
4.- Proyecto autoritarios como los de Nayib Bukele en El Salvador, Daniel Noboa en Ecuador, Javier Miles en Argentina y Jair Bolsonaro en Brasil, se verán ampliamente beneficiados y serán las referencias en la región para el Pentágono y el Comando Sur. Los progresismo deberán adaptarse, derechizarse y limar sus ya débiles aristas transformadoras. Venezuela y Bolivia, Cuba sin duda, serán fuertemente presionadas para que giren más y más hacia los intereses del imperio o se atengan a las consecuencias.
5.- Este panorama tremendo es parte de la reorganización del capitalismo que los zapatistas denominan “tormenta”. No estamos en condiciones de frenar la tormenta ni tenemos la fuerza como para presentar alternativas que superen lo local, como señaló el Capitán Marcos el año pasado. Por eso, se proponen trabajar desde ya para que en 120 años los pueblos esté en condiciones de afrontar el “día después” dela tormenta.
A mi modo ver, a los pueblos y movimientos no zapatistas nos hace falta dar varios pasos para poder afrontar esta situación. Primero, analizar y estudiar la “tormenta”, comprender de qué se trata y la gravedad de la situación en que estamos. Mi impresión es que no existe suficiente conciencia de que la humanidad de abajo y la vida de los pueblos está en peligro.
La segunda, consiste en comenzar a prepararnos para navegar la tormenta y sobrevivir a las catástrofes. Para ello es imprescindible fortalecer las autonomías, porque la dependencia de los gobiernos nos debilita en extremo. Sin autonomía no vamos a sobrevivir.
La tercera, es prepararnos para defender nuestros territorios y espacios, a nuestras familias y comunidades. Sin autodefensa, nos van a masacrar. Lo que no quiere decir entrarle a la guerra de arriba, sino crear y fortalecer nuestro propio mundo, nuestra salud, educación, alimentos y modos de vida que nos hacen diferentes, y defenderlo.
No nos queda mucho tiempo, y las izquierdas y los progresismos hacen lo posible por distraernos y anestesiar las resistencias con “programas sociales” que no sirven para nada, más que para debilitarnos.