Por Nino Gallegos, para APIAvirtual.
“La política de la cultura que se requiere abarca ámbitos diferentes de aquellos de la cultura política y de la política cultural. De un lado, la cultura política representa las percepciones simbólicas de la población respecto de los procesos de la política, así como de las instituciones y normas que regulan el gobierno y la lucha por el poder. Del otro, la política cultural se refiere a las acciones, intervenciones y estrategias a partir de las cuales el Estado protege, fomenta y apoya el patrimonio y la identidad cultural de una determinada sociedad. Por el contrario, la política de la cultura que aquí se propone no representa la política de los políticos de profesión, sino más bien una versión de la política que deriva específicamente de la acción intelectual. Por lo tanto, la política de la cultura define la función de los intelectuales quienes desempeñan determinados roles al interior de la sociedad asumiendo que sus reflexiones no pueden ser consideradas meta-históricas, sino que estas nacen y se desarrollan en contextos determinados. La función que desempeña el intelectual se ha enunciado en tiempos, modos y contextos diversos y, por lo tanto, no existe una única respuesta al problema de la función de los intelectuales en las sociedades contemporáneas”.
El ensayo: Los intelectuales y el poder político de Isidro H. Cisneros, citada textualmente una parte, me es cercana en relación a lo que ha sido el pasado y el presente en los 24 años del siglo xxi mexicano, lo que fue y lo que no es ni será con la revolución de las conciencias, el humanismo mexicano de la austeridad republicana en el contratiempo espacial, socioartístico y cultural en lo que es una cultura política y es una política cultural en la burocracia cultural de la 4T, Morena y la Secretaría de Cultural desde el Palacio Nacional en el país de las sombras espectrales.
La crisis (de y en) el Estado mexicano desde Fox a Obrador ha sido un periodo conflictivo, divisivo, polarizante y confrontativo con una ballena en una biblioteca, una estela de luz, una casa blanca, y, un proyecto Chapultepec-naturaleza y cultura como un legado sexenal contrastado en una corrupción y una impunidad, una violencia y una criminalidad hasta llegar a una prosperidad compartida del Estado-Yo Claudia con los vivos, los muertos, los feminicidios y los desaparecidos en el país de las sombras espectrales.
Los intelectuales y el poder político en el Estado-Obrador recrearon una crisis revolucionaria de las conciencias y del humanismo mexicano, al vacío, del autoritarismo al intelectualismo, más en deshonor que en honor a Antonio Gramsci y Daniel Cosío Villegas, tan degradante el Estado-Obrador como degradados los intelectuales por el poder político, de los intelectuales útiles en la posición y en la oposición, los enfermos del obradorismo y los doctores del conservadurismo con tratamientos de la izquierda por la derecha, y la dieta de la misma sopa y el postre del mismo chocolate, nada diferente para nadie y alguien, quedando tablas y taras con los machuchones y los machucones, generando histerias neuronales y diarreas conceptuales en la opinión, en la plaza, y, en la conversación públicas echas garras, a agarrones, como los servidores-guindos en la 4T, con todo respeto, de La Chingada Morena positora y la comentacracia opositora en los medios y en la redes sociales, desde las más estúpidas a las más imbéciles.
De la cultura política a la política cultural, alguien ha escrito que cuando despertó había desaparecido la cultura, por obra del obradorismo y del claudismo, porque se vio lo que se ve en la continuidad-discontinuidad transexenal del poder, a todo modo, ganándolo el pueblo y perdiéndolo el ciudadano, en el cinismo de la guía ética y en la cartilla moral de la hipocresía en el empirismo del obradorismo y en el cientifismo del claudismo y en el clientelar presidencialismo del viejo y renovado Estado mexicano, iliberal, autoritario y conservador.
La 4T fue, es y será de la mecánica nacional en lo automático como en lo reaccionario en la cultura política desde antes hasta ahora en la política cultural de la burocracia en la austeridad republicana, so pretexto, de que no hay gobierno rico con pueblo pobre -igualando- la pobreza de la cultura en la cultura de la pobreza en el lumpen-proletariado-burgués de una renovada raza racista y clasista –morena- porque no somos iguales los vivos, los muertos, los feminicidios y los desaparecidos ante la Potencia Cultural que es la América Mexicana frente a la República Mexicana, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos de la Supremacía Constitucional.
De la América Mexicana a la linda República Mexicana como Potencia Cultural, en el país y en el mundo de las sombras espectrales, no deja de serse y hacerse un lugar común y corriente, atractivo para el turismo cultural de masas con el cuadríptico de la 4T y el Segundo Piso de la continuidad-discontinuidad, la vida-esta va a la vida-otra con la soberanía y la seguridad blindadas y agujeradas por el narcosicariato, no ha dejado, también, de serse y de hacerse la revolución de la conciencias con el humanismo mexicano en los jóvenes construyendo y escribiendo el futuro desde la luz de sangre a la sangre de luz con las bellas y las feas artes de la corrupción y la impunidad, de la violencia y la criminalidad.
De los jóvenes de antes a los jóvenes de ahora en los 25 años del siglo xxi mexicano, ¿se han transformado o se han cancelado por sí mismos o por los políticos gobernantes de siempre los mismos y los diferentes de Fox-Calderón a Peña-Obrador en la educación y la cultura de la SEP-Bellas Artes-CNCA y Secretaria de Cultura, no sin antes haber leído la fábula del Dinosaurio, el idiota de Fox, el soldado reconocido de Calderón, el galán Peña de Los Pinos, y, el padrote de Obrador de la Historia Patria entre la transformación y la cancelación de sus procaces aspiraciones y frustraciones en la revolución de ¡las conciencias y en el humanismo mexicano con la prosperidad compartida?